He recuperado algo de fuerza, la suficiente para arrastrarme hasta un pequeño lago y poder limpiarme. Observo el rastro de sangre que he ido dejando por el suelo, cualquier animal podría encontrarme fácilmente. Ni siquiera soy consciente de cómo he podido llegar hasta aquí, cuando creía que iba a morir desangrada.
Me tomo un tiempo para descansar y recuperar el aire. La luna es preciosa, puedo verla en todo su esplendor y eso produce una sensación de paz en mi interior. Las estrellas hacen que me olvide de mi alrededor y quede hipnotizada.
El tiempo pasa sin darme cuenta, no me preocupa la situación, simplemente disfruto de la vista y de los suaves sonidos que me relajan. Las nubes empiezan a tapar las estrellas, haciendo que poco a poco vuelva a la realidad.
Giro el cuerpo sintiendo cada músculo protestar por el dolor. Extiendo el brazo en el que no tengo la mordida, ahueco la mano para coger el agua y me limpio la cara. Abro los ojos encontrando mi reflejo, apenas se distingue por la falta de luz, pero consigo distinguir una silueta que debe ser mi cabeza. No veo mis rasgos, pues la silueta es negra completamente.
Hago el amago de limpiar mis heridas, pero me detengo al observar mi cuerpo. Es imposible limpiar todas, mucho menos con un solo brazo. Mi vestido está rasgado y lleno de sangre. Siento la necesidad de arrancarme el vestido y entrar en el lago para quitarme toda la sangre, aunque seguramente sea contraproducente. Aunque lo haga, la sangre seguirá saliendo porque no puedo curar mis heridas.
Con un gruñido, me incorporo un poco para agarrar la falda y arrancar un cacho de tela. Todos mis músculos gritan y jadeo cuando vuelvo a tumbarme sobre mi espalda. Cualquier movimiento, por más pequeño que sea, es como si toda mi carne se abriera. Envuelvo la tela alrededor de la mordida del brazo, aunque dudo que sirva de algo. Intento hacer lo mismo con la del gemelo, pero no puedo sentarme para llegar.
Un trueno suena y la lluvia cae estrepitosamente, con una fuerza que me toma por sorpresa. En el fondo lo agradezco, al menos no hará falta que entre en el lago. Disfruto de la sensación de las gotas golpear contra mi cara y cuerpo, pues no puedo hacer otra cosa. Unos rayos aparecen en el cielo, junto a los truenos. La tormenta se ha desatado de un momento a otro, hace nada el cielo estaba despejado.
Cierro los ojos pensando en la voz de mis recuerdos. Extrañamente, ante el ruido de la tormenta me siento segura, mis músculos se relajan y el sueño no tarda en aparecer. Pero esta vez, no siento esa necesidad de cerrar los párpados para no abrirlos de nuevo, solamente para descansar.
―¿No te dan miedo las tormentas? ―Abro los ojos ante esa voz masculina. Una silueta borrosa de un hombre aparece, no consigo distinguir ninguno de sus rasgos, son manchas de colores.
―No ―escucho mi voz como si hubiera respondido, pero no he movido los labios.
―¿Y qué te da miedo? ―se acerca hasta que puedo distinguir su pelo rubio, aunque su rostro sigue siendo una incógnita.
―¿Por qué lo dices?
―Te encontré llorando y temblando.
―Solo les tengo miedo a ellos ―un escalofrío recorre mi cuerpo ante mis propias palabras.
―Estarás segura con nosotros, no debes tener miedo de nuevo ―su voz que siempre suena fuerte, por un momento, se vuelve suave.
Mi voz y la suya poco a poco se alejan, igual que su silueta que empieza a desaparecer. Lucho para no perderlo, para poder seguir escuchando, necesito saber más. Pero mis ojos se abren viendo el cielo y las nubes, la luz hace que vuelva a cerrarlos inmediatamente. Cierro los puños frustrada, he perdido la posibilidad de poder seguir escuchando esa conversación. Era un sueño, seguramente alguna parte de mis recuerdos.
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𝐒𝐀𝐕𝐈𝐎𝐑 | Ivar The Boneless
FanfictionUna fría mañana, aparece el cuerpo inconsciente de una joven en el gran salón. Un charco de sangre rodea su silueta, manchando su ropa y su piel cubierta de heridas. No hay rastros de haber sido arrastrada hasta allí. Nadie sabe cómo ha llegado ni q...