Capítulo 2

407 34 8
                                    

Despierto sobresaltada y con la respiración agitada, el sudor resbalando por mi frente y haciendo que algunos mechones de pelo se encuentren pegados contra ella. La habitación tambalea ante mis ojos mareándome, por lo que los cierro e intento relajarme. Pero la sensación es peor, siento que estoy dando vueltas sin ningún sentido.

Llevo ambas manos para sujetar mi cabeza, deseando aliviar de algún modo el dolor junto al mareo. De mis labios entreabiertos escapan suaves quejidos que no puedo contener.

He tenido un sueño, mejor dicho, una pesadilla en la que veía un montón de figuras de distintos colores sin una forma concreta. Además, unos sonidos parecidos a voces sonaban alrededor, aunque no podía entender nada, ni siquiera estoy segura de que fueran voces en realidad. Lo peor de todo fue la sensación de tener algo dentro de mí, que bajaba por mi garganta a lo más profundo de mi cuerpo, ardiendo y desgarrando mi interior a su paso. Mi cuerpo aún sigue temblando por lo real que se sintió.

Después de mucho rato, comienzo a relajarme poco a poco repitiendo que todo era un sueño. Me tumbo de nuevo en la cama abrazando mis piernas, ni siquiera apoyo la cabeza en la almohada, simplemente permanezco como una bolita y con el rostro escondido.

No sé cuanto tiempo pasa cuando entran dejando un plato de comida, pues escucho sus pasos, pero no me preocupo en moverme. Llevo aquí metida exactamente tres días, en los cuales solamente he recibido la visita de Aslaug y del hombre que me vigila y trae mi comida. La primera vez que probé bocado fue ayer, pues el hambre empezaba a hacer estragos. Sigo sin saber las intenciones que tienen conmigo. Dijeron que tendría que trabajar, pero nadie ha venido a sacarme de aquí para ello.

Levanto la cabeza para observar el plato, está en el suelo a unos pasos de la puerta. Por lo que tengo que levantarme y eso hago, estiro mi cuerpo y aparto el pelo sucio de mi rostro.

Después de comer, vuelvo a mi rutina de observar la pared. Es lo único que he estado haciendo, no hay nada interesante en la casi vacía habitación. Este tiempo lo utilizo para investigar en mis recuerdos, los cuáles son cero, pero me concentro hasta que un horrible dolor de cabeza aparece. No paro de pensar en aquella voz que decía que no tuviera miedo, imagino que me lo decía a mí, aunque tampoco estoy segura. Es el único recuerdo que se podría decir que mantengo.

Pasan los minutos, pasan las horas... hasta que escucho algo arrastrándose. No necesito verle para saber quién es. Entra por la puerta y se detiene al verme, su rostro permanece inexpresivo y no tiene ninguna reacción cuando nuestras miradas se encuentran.

―Ven, quiero que me acompañes ―su voz suena tensa, casi como si estuviera aguantándose para no gritar. Es entonces cuando atisbo un brillo de ira en sus ojos.

No digo nada, simplemente me levanto del suelo y espero a que se de la vuelta para seguirle. Voy detrás suya en silencio mientras observo como se arrastra.

Salimos siendo la primera vez que veo el exterior, entrecierro los ojos por la luz que me golpea de repente. Examino alrededor viendo a la gente caminar de un lado a otro sin prestarnos atención. Cuando salgo de mi sorpresa, me doy cuenta de que Ivar no me ha esperado y se encuentra a cierta distancia. Acelero el paso para llegar a su lado antes de que se percate, no hay que ser un genio para darse cuenta de que no está de buen humor.

Nos alejamos de las estructuras y las personas, introduciéndonos entre árboles. Llegamos a un pequeño claro donde hay algunas armas colocadas, pero no parece que haya nadie cerca. Se sienta sobre un tronco que hay en el suelo y permanezco a unos pasos de distancia.

―El arco y las flechas ―ordena mirándome fijamente. Asiento y lo agarro para entregárselo.

Comienza a practicar su puntería disparando a un árbol en específico. Su expresión se vuelve más dura, con cada disparo su mandíbula se tensa aún más. Las flechas quedan clavadas al lado de las demás, no necesito preguntarlo para saber que ese es su propósito. De repente, tira el arco contra el suelo, doy un pequeño salto por el susto al verlo romperse.

𝐒𝐀𝐕𝐈𝐎𝐑 | Ivar The BonelessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora