One-Shots (The Blacklist)

One Shot #3

Raymond Reddington:

Surgió de la nada con un golpe frío y húmedo en la parte posterior del cuello de Alexa. El aguanieve helado goteó por su abrigo, enviando escalofríos por su columna vertebral.

Se dio la vuelta indignada y vio a Red, que se había quedado unos pasos atrás, con sus finos guantes todavía cubiertos de finas manchas de nieve.

La miró con picardía y desafío en sus ojos. El momento se detuvo cada uno de ellos esperando a ver que haría el otro.

Por fin, Red se agachó para recoger otro puñado de nieve. El tiempo comenzó a moverse de nuevo con lo que pareció un chasquido audible. Alexa tenía una bola de nieve lista para lanzar antes de que Red pudiera levantar la cabeza; cuando lo hizo, fue justo a tiempo para recibir la misma nieve que todavía goteaba por la espalda de Alexa.

Después de eso intercambiaron bolas de nieve torpemente moldeadas, sin darse la espalda el uno al otro. Cuando logró acercarse lo suficiente, Alexa se abalanzó sobre él y lo agarró por la mitad, desequilibrándolos a ambos. Sus pulmones ardieron por la risa y el aire frío cuando se derrumbó sobre él.

Tomando grandes bocanadas de aire, ella se apresuró a ponerse de rodillas, recogió un último manojo de nieve y formó con esmero una bola de nieve perfecta.

Red levantó el brazo, dispuesto a aplastarlo donde fuera más desagradable.

Alexa lo miró por primera vez, su rostro estaba sonrojado por el frío y el esfuerzo. Tenía una sonrisa amplia, incluso mientras luchaba por recuperar el aliento.

—Cambiaría de opinión si suplicaras misericordia—dijo Alexa aún con la bola de nieve en la mano que comenzaba a derretirse.

—el ganador aún puede decidir perdonar al condenado—le respondió Reddington esperando el impacto de la bola de nieve.

Ella pareció considerar su solicitud durante un largo y prolongado momento. dejó caer la bola de nieve de su mano y cubrió sus labios con los suyos. Su jadeo de sorpresa valió toda la fría y húmeda incomodidad del mundo.