5. Hermana mayor /Razones de vivir

99 5 3
                                    


記憶

Antes del amanecer


-¡Qué gusto verte, querido amigo! -


猗窩座 Maldición 猗窩座


El aludido gruñó de irritación. Cómo odiaba a ese individuo; con solo verlo bastaba para desear reventar su cabeza con el puño, pero milagrosamente, se abstuvo de hacerlo. No estaban al mismo nivel y eso lo cabreaba.


-¿Qué haces aquí? -interrogó con desdén-. Ninguna otra de las superiores ha muerto desde hace muchos años, no tenemos por qué reunirnos; así que lo diré una vez, lárgate de mi vista.-


-No seas amargado -respondió aparentemente dolido-. Pasaba cerca de aquí y noté tu presencia. Además lo consulté con él, y ha dado su aprobación para que investiguemos esta zona juntos-. Comunicó alegremente.


Así el universo entero le demostraba el odio infinito que sentía hacia él. En ese momento maldecía su propia existencia.


-¡Que te den! ¡No vengas a joderme! - Replicó soltando un golpe pero paró en seco su ataque, su cuerpo dejó de responder a su voluntad y sabía a qué se debía.


-No puedes desobedecerlo -dijo apenado echando una pequeña risa y luego volvió a hablar observando minuciosamente a su compañero-. Veo que no te has fortalecido demasiado desde la última vez que nos vimos, eso te pasa por no buscar mujeres, ¡anda, mi amigo! Por esta vez hazme caso y vayamos por unas bellas doncellas. -


Sin hacer caso a la invitación, caminó hacia el bosque para ocultarse del amanecer que estaba cerca. Deseaba que el insecto que ahora tenía como compañero temporal se quedara pegado en ese lugar cuando saliera el sol, de ese modo, por primera vez bendeciría las mañanas.


-¡Oye, no me dejes aquí hablando solo! -


-o-


Despertó poco antes del alba, salió de la cueva para estirarse y desentumecer sus extremidades que dolían por la mala postura en la que las mantuvo por horas mientras dormía. Un pinchazo en su brazo derecho le recordó que aún estaba muy reciente la herida para hacer esa clase de movimientos; estos podrían dilatarla más cuando todavía no sanaba, afortunadamente ya no estaba sangrando. Inmediatamente tomó su yukata colgada y cubrir con ella su semi-desnudez, esta no había terminado de secarse por la la humedad de la montaña y la cercanía que tenía con el lago, pero no tenía nada más para usar. Trozó una parte de su ya gastado vestido y con eso envolvió la lesión.


Echó un vistazo al campamento y para su buena buena suerte el grupo de ladrones seguía descansando. A juzgar por la cantidad de botellas vacías de sake, estos podrían despertar a más tardar pasado el medio día; Aprovecharía el tiempo y haría una visita especial. Le contaría sobre su nuevo amigo y también le pediría ayuda para curar la mordedura en su antebrazo. De todos modos no sentía apuro por conseguirles el desayuno -almuerzo- a los bandidos, pues todo lo que robó el día anterior seguía intacto.

Estrella que cae (Rengoku x OC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora