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Day 1: Omegaverse.

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Hinata despierta olisqueando el aroma de Atsumu impregnado a las sábanas de seda.

Sus párpados todavía caen pesados sobre sus ojos cuando nota que es el único en la cama.

Con una bostezo, gira sobre su costado a modo de quedar de frente hacia el techo. La palma de Hinata alcanza rápidamente su vientre, acariciando la contextura redonda y abultada que maravillosamente se ha ido formando durante los últimos meses.

Sonríe contento, trazando círculos con sus yemas.

La puerta del baño se abre y Atsumu arroja una toalla en el cesto de ropa sucia, luego procede a atravesar la puerta.

—Tsumu —murmura Shoyo, logrando sentarse por su propia cuenta pese a que aún se halla un poco somnoliento.

—¿Estás bien, Shou? —pregunta Atsumu acercándose, metiendo la mitad de su cuerpo en la cama para quedar entre las piernas de Shoyo—. Y buenos días, por cierto.

—Buenos días, Tsumu —Hinata acaricia el cabello semiseco—. Estoy bien, pero creo que los bebés querían seguir durmiendo.

Es lindo ver el adorable sonrojo en las mejillas de Atsumu.

—Y eso es tu culpa.

Cabe destacar que antes del embarazo, era verdaderamente extraño que Atsumu fuera el primero en abrir los ojos.

Atsumu ronronea y se encoge de hombros, inclinando su cabeza hacia abajo para presionado un beso en el ombligo de Shoyo.

—¿Así que serán dormilones como su papá, eh?

El corazón de Shoyo se ablanda ante las palabras que le dedica el alfa a los cachorros en su vientre. Atsumu siempre ha sido suave con él y posiblemente los elogios hayan aumentado desde que supo que Shoyo estaba embarazado.

De repente, Hinata siente empujones leves golpeando sus entrañas.

—Tsumu —gime.

Sus ojos se encuentran y al parecer el instinto alfa de Atsumu reacciona, sin embargo, tan pronto como Shoyo le indica que está bien mediante su vínculo, Atsumu toma la mano de Shoyo y la entrelaza con la suya.

—¿Qué sucede?

&Están... —un gemido más agudo esta vez—. E-están pateando...

Las patadas todavía no son tan fuertes, eso no impide que Shoyo se sienta un poco extraño cuando lo hacen.

—¿Duele mucho? —pregunta el rubio, luce como un cachorro perdido.

Hinata tararea, negando.

—Quieren que los toques.

Al finalizar esas palabras, Atsumu duda tragando saliva.

El pelinaranja le da un tirón a la mano de Atsumu y le indica su barriga.

—Vamos, hazlo.

Moviéndose lentamente y colocándose de rodillas, el hombre mayor desliza una de sus palmas sobre el vientre del omega.

Hinata lo guía, hasta que nota que Atsumu tiembla y abre los ojos en grande.

No dice nada, simplemente sonríe.

Atsumu continúa arrastrando su palma en las partes en donde los bebés golpean con más entusiasmo. Sus labios forman distintas expresiones con cada mínimo toque. Hinata por su parte, está tratando de mantener la respiración regular mientras observa lo ansioso que está su alfa.

ATSUHINA DOMESTIC WEEK 2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora