Dejando atrás mi débil orgullo, toqué su hombro y él tardó unos segundos en voltearse.
-¿Sí?-.
-Yo…lo siento, Haz. No era mi intención tratarte así. Intentaste ayudarme y yo…bueno…-.
Él sonrió sin una pizca de rencor en sus ojos y acarició mi mejilla.
-Todo está bien, Phoenix. Jamás me enojaría contigo-.
-Créeme que lo harás- reí- suelo tener momento en que soy insoportable-.
-Lo veremos- sonrió- esta tarde vamos a tomar un helado ¿te parece? Queda cerca de tu casa, no debes preocuparte. Luego te acompañaré-
.-Yo…creo que es una buena idea- acepté.
-Pasaré por tu casa a las seis. De paso podrás contarme sobre la ciudad y la escuela-.
-Oye, recuerda que nos quedan tres horas más aquí-.
-Y no pienso desperdiciarlas-.
Volteó para escuchar a la profesora. Solté el aire contenido en mis pulmones por la tensión del momento. No sirvo para estas cosas. Harry ejercía una completa y molesta atracción en mí, bueno a decir verdad, de todas en el salón.
La Sra. Petrie indicó que debíamos hacer un pequeño trabajo grupal para terminarlo ahora en el salón. Solo de a dos personas. Me puse de pie rápidamente mientras todas se arremolinaban alrededor de Harry. Traté de hallar la melena de Stella entre todos pero mi poca altura me lo impedía y las muchachas hacían presión evitándome salir. Harry se abrió paso entre ellas riendo y acomodando su cabello un poco abrumado por el exceso de atención.
-Ya tengo pareja- dijo al fin.
Seguía sin encontrar a Stella.
De repente sentí que algo rodeaba mi cintura. Me sobresalté y dejé de buscar a mi amiga.
-¿Irás conmigo, Phoenix?- preguntó.
-¡Oye!- me quejé por su cercanía- estoy buscando a Stella-.
-Ella está por allá- señaló unos pasos alejados de nosotros. Stella estaba junto a Dylan, me miró y se encogió de hombros seguido por un guiñar de ojo.
-Con una condición- dije.
-Lo que sea-.
-Dime por qué me dices Phoenix-.
Él rió.
-No es problema-.
El resto de las chicas de la clase regresaron a sus asientos y colocándose grupalmente entre ellas. Harry giró su banco para enfrentarlo con el mío y depositó una hoja con las preguntas. Su letra era bastante prolija para ser de un hombre. La mía era cualquier despilfarro.
-Ya tengo el libro- dijo para atraer mi atención- La Sra. Petrie trajo algunos-.
Me crucé de brazos y levanté una ceja.
-¿Qué?-.
-Dímelo- exigí.
-Te preocupas por una estupidez- rió- bien, ¿sabes qué es un Fénix?-.
Asentí.
-Un pajarraco-.
-Si lo dices de esa manera tan brusca, no suena nada lindo-.
-Un pájaro rojo que no existe-.
Él bufó.
-Un ave. Un pájaro libre, que vuela hacia donde más desea. El ave más hermosa que se ha imaginado-.
-¿Y eso que tiene que ver conmigo?-.
-Un ave que renace de las cenizas cuando muere, ¿cuántas veces sentiste que morías, Ellie? Tus ojos dicen que muchas veces y aquí estás. Has renacido, has vuelto a empezar libremente una y otra vez. Además…el Fénix es un ave ardiente. Hermosa y cautivante. Igual que tú-.
Esperé su sonrisa burlona pero se quedó fijamente mirándome a los ojos. Él no bromeaba. Mis mejillas se tornaron rojas a los pocos segundos de que dejara de hablar, mis manos temblaban y era inevitable hablar sin balbucear. Tragué saliva de forma ruidosa para tranquilizarme.
-Lo siento- se disculpó- no quería que te sintieras incómoda-.
-Deja de disculparte por todo. Me has dicho un cumplido y era inevitable sentirme así- dije sin mirarlo.
Lo miré por el rabillo del ojo para ver su expresión. Él también estaba levemente sonrojado.
-Yo haré la primera pregunta- dije para romper el hielo y pidiéndole el libro.
-¿Queda en pie el helado esta tarde?- sonrió entregándomelo.
-Por supuesto-.
Tomé él libro y comencé a buscar la primera respuesta con una lectura rápida. Podía sentir la mirada fija de Harry en mí y me impedía concentrarme. Una vez que hallé la respuesta, continué hasta la número tres para dejarle las últimas tres a él. Luego de terminar, me puse de pie y le entregué el trabajo a la profesora.
Cuando regresé a mi asiento, coloqué mis brazos sobre él y recosté mi cabeza, cansada. Solo llevábamos cuatro días de clases y ya me sentía así. Incluso pensé seriamente en lanzarme por la ventana como Daniel dijo.
-¿Estás bien?- preguntó.
Levanté el rostro.
-Si ¿Por qué lo preguntas? Te preocupas demasiado por mí-.
Harry suspiró, tomó mi mano y la acarició dulcemente sin despegar sus ojos de los míos.
-No puedo evitarlo-.
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Lágrimas de Ángel ( Adaptacion H.S)
RomantikPrefacio Harry había permanecido a su lado mucho antes de que ella naciera. Se limitaba a observarla y protegerla, pensaba que a pesar de que no pudiera verlo podría sentirlo a su lado, pero a medida que el tiempo transcurría todo lo que era parte d...