Ecos en el Mar

CAPÍTULO 3 PERLAS Y CONCHAS

—Creo que Uri quiere andar todavía contigo hermanita—. Le dice Adrien a Séléne. Séléne se para de golpe y voltea a ver a Adrien, Séléne abre la boca, pero no dice nada y solo le sonríe a su hermano.

Aun les falta un poco para llegar a la costa de Blackfish, normalmente nadan a una cierta profundidad y se hospedan muy retirados de la costa, esta vez han encontrado un lugar donde hay pequeñas cuevas bajo el agua, las han inspeccionado y no han encontrado ni un rastro humano, entre las sirenas que estaban sentadas arriba de las cuevas, bailaban unos pescados que tenían un color muy peculiar de color oro. Es muy normal ver este tipo de gestos entre sirenas y pescados; y en ocasiones con delfines y orcas, las sirenas son tan hermosas que ni una piedra puede resistirse a ellas. Normalmente la jerarquía sirenia se divide en dos: tritones: que son los varones, hombres con cola pescado, sirenas: son las mujeres con cuerpo de pescado. Todos son familia, y entre ellos se protegen, aunque no se puede negar que existe una pequeña rivalidad entre Nerón y Adrien. Normalmente las sirenas cuidan mucho su cola y la adornan con perlas y conchas que se encuentran el estar nadando o inspeccionando, los hombres no es que las tengan descuidadas, pero ellos prefieren cuidar más su gran cabellera, usando uno que otro remedio para mantenerla hermosa, es cierto las sirenas y tritones son tan hermosos, que nadie se puede resistir, aunque eso implique si ellos deciden si vives o mueres. La belleza entre ellos es tan normal que es imposible que entre ellos se enamoren de ella.

Séléne nada muy rápido al ver algo brillante en el fondo, era una pequeña perla, probablemente se le habrá caído a alguna sirena, pero ella la guarda entre sus escamas.

—Creo que aquí estaremos bien Señor— dice unos de sus soldados al alfa—. Ya hemos revisado muy bien el área y no hay nada sospechoso.

—Muy bien, aquí nos quedaremos—. El alfa, se dirige a una cueva, parece ser la mas grande y amplia de todas, sus hijos nadan hacia el junto al igual que su esposa. La señora a la cual así se dirigían todos, es tan hermosa que los rayos del sol que muy apenas se metían al gua le jugaban a su favor.