Son las 6 de la tarde, toda la tarde, y con toda la tarde me refiero a las últimas 3 horas, tuve sexo con Liam. Aparte de tomar una siesta al lado de Liam, aún desnuda. Y ahora no siento las piernas y mis ojos apenas y se pueden abrir.
Liam se quedó dormido también y aún no despierta. No planeó despertarlo. Es el más calenturiento de los tres. Me sorprende bastante, debo admitir.
Me levanté de la cama con cuidado y me puse mi tanga interior. Estaba fría por el aire acondicionado que estaba a diecinueve grados. Hacia un poco de frío.
Luego me coloqué sólo mi blusa y salí de la habitación sin hacer mucho ruido.
Cerré la puerta con delicadeza y cuando volteé, salté por el susto que me dio. Zayn.
–Llevan ahí un largo rato.–me dijo.
Automáticamente me lleve la mano al pecho del susto.
–Deja de aparecer de la nada. Asustas a la gente.–le ordené.
–¿Tan feo estoy?–dijo enarcando una ceja.
Ignoré su pregunta retórica.
–Me muero de hambre.–le mencioné.
–La última vez que dijiste eso estuve a punto de darte bien duro. Feto Pero como se que Liam te dio aún más duro tendré compasión de ti.–sonrió.
Me dirigí hacia las escaleras y bajé. Me encontré con Harry sentado en el sofá. Creí que se había ido.
–¿Qué estás haciendo aquí?–le pregunté bajando el último escalón.
–Zayn me dejó entrar mientras tú y Liam gritaban. – respondió Harry.–¿Así que así gritas? Con el orgasmo que tenía no lo escuché cuando te...
–Ya entendí.–lo interrumpí.
–Por cierto, gritas como si en vez de hundirte en placer te estuvieran martirizando.–comentó Zayn.
–¿Quieren callarse ambos? No me importa si grito como actriz pornográfica o no. Sólo... ¿Me pueden dar algo de comer?–les pregunté.
Me dolía la cabeza. Y sus comentarios nada más empeoraban mi dolor.
–Bien, bien, dale a la reina su comida.–dijo Harry.
Caminé hacia la cocina y entré, seguida por Zayn y Harry.
Me serví un vaso con agua y le di un sorbo. Luego me lo empiné.
–Y, ¿Liam usó condón?–preguntó Harry.
Escupí el trago de agua que estaba a punto de pasar por mi garganta.
Me limpié la boca con el lomo de mi mano.
–Sí, si usó.–le contesté.–Pero eso no es algo que te incumba.
–Sólo quería saber.–replicó Harry.
–No entendí bien, ¿qué haces aquí?–pregunté mientras revisaba el refrigerador.
–Se está escondiendo.–respondió Zayn.
–¿De quién?–volví a hacer una pregunta.
–De Marcel.–respondió Harry esta vez.
–¿Marcel?–pregunté confundida.
–Sí, Marcel. Mi hermano gemelo... ¿Lo recuerdas?–terminó de decir él.
–¿El ñoño?–dije.
Harry asintió.
–¿Que él no es tu hermano al que más odias?–pregunté mientras me volví a empinar el vaso de agua.
Cerré el refrigerador. No había casi nada. Era hora de que Liam comprara comida decente. Tomé una manzana de una canasta en la mesa de la cocina.
–Sí, y está de visita en la ciudad. Viene de Canadá, y mi madre quiere que pase tiempo con él.–informó Harry.
–Bien, tráelo aquí.–le dije mientras mordía mi manzana.
–Es una broma, ¿cierto?–preguntó Zayn.
Le sonreí a ambos.
**
El timbre de la puerta sonó y Zayn fue a abrir.
–Llegó el hijo pródigo.–anunció él.
Liam ya se había despertado y estaba a mi lado, jugando con sus dedos.
Me paré al escuchar las palabras de Zayn y caminé hacia la puerta.
Al levantar la vista... Oh Dios. ¿Qué diablos está pasando aquí?
–Hola _______, hace tiempo que no te veo.–me dijo el Harry número dos. O Marcel.
Se ve diferente... Demasiado. Adiós gafas y chalecos de lana. Aunque sigue con ese mismo tono de voz chillona.
Quedé sorprendida. Marcel luce exactamente igual a Harry.
–Hola.–le dije con tono de tonta.
Marcel incluso luce más guapo que Harry.
Él y Harry pasaron. Y eso fue extraño. Bastante. Ambos traían el cabello rizado alborotado.
–Luces... Diferente.–comenté a Marcel.
–Últimamente me lo dicen mucho.–sonrió él.
Con sus gafas gigantes no había visto lo hermosa que era su sonrisa.
–¿Y qué es lo primero que quieres hacer en la ciudad, Marcel?–pregunté. Sólo quería tener una conversación con él.
No tengo un espejo frente a mí, pero se que tengo una cara de estúpida. No lo puedo evitar.
–Estamos en Seattle, no hay mucho que hacer.–mencionó Zayn.
–De hecho, sí hay. Hay una fiesta abierta hoy en un club nocturno. Podemos ir los cinco si quieren.–les dije.
–Por mí está bien, pero no creo que a mi mamá le agrade la idea...–dijo Marcel.
Bueno, imagen cambiada, pero la misma personalidad.
–No pasará nada malo, Marcel. Sólo unos tragos, sin excederse.–sonreí.
–Está bien.–respondió él.
No tenía que preguntarle a Harry, Liam y Zayn si querían. Si quieren. Eso ni se pregunta.
–Bien, arréglense, la fiesta comienza en tres horas.–informé.
Los cuatro asintieron.
La diversión apenas comienza.