Los pecados de Muzan Kibutsuji...

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(pov's ________)

En cuanto ví el coche de Muzan dar la vuelta y perderse por la calle, me alejé de la ventana de la habitación, me coloqué un pantalón, una sudadera y pensé en caminar lentamente en dirección al cuarto de mi hijo.

Me causaba escalofríos recordar lo sucedido anoche, y lo de las otras veces; siempre me sentía culpable. Si mi madre viviera me mandaría al diablo por zorra. Pero si ella viviera yo no hubiese hecho nada de esto, ya que yo jamás tendría que haber recurrido al consuelo carnal con aquel que hace años veía como un padrastro y nada más.

Él tenía actualmente 35 años, y nunca pudo ser padre. Su semilla era normal, podría embarazar a quien quisiera, por ese mismo motivo yo me cuidaba. El lío era que la matriz de mi progenitora se había vuelto débil al haberme tenido a tan corta edad. El feto que mi madre llevó en su vientre por segunda ocasión, era de Muzan. No duró ni doce semanas, al instante en que ella se vio forzada a un aborto espontáneo en el baño de la mansión.

Víctima del dolor insuperable y la dolida frialdad de Kibutsuji hacia ella, se amargó y odió más que nunca la noticia de mi embarazo. Alegando que era yo muy joven, con cierta razón, y que además de ello no era merecedora de tener un niño en el vientre. Todo carácter cálido y risueño que yo conocí en mi mamá, estaba perdido. Se volvió amargada, enojona y algo ida. A pesar de eso, a la familia Kamado le tenía estima, a Tanjiro lo quería, no obstante, se mantenía apartada de todo. No se nos pasó por la cabeza que tuviera depresión.

Cada día era más distante, ni siquiera Hideki pudo levantarle el ánimo. Creía yo que al convertirse en abuela, la felicidad le retornaría, mas no fue así. Mi bebé no despertó nada en ella. Todavía estaba enojada conmigo, y yo, no podía contactar a Tanjiro por ningún lado. Las dos teníamos muchas broncas internas.

Al año de que mi hijo nació, encontramos a mi madre encerrada en el baño del cuarto al que se cambió para estar sola, con las muñecas cortadas, la sangre corriendo por todos lados y algunas pastillas botadas en el suelo. Las tijeras causantes de sus cortadas estaban todavía en su mano, colgantes en sus dedos, a punto de caer al piso.

Minutos antes, recuerdo haber llamado a Muzan a gritos, ya que mi mamá no abría la puerta ni respondía a mis toquidos. Después de mucho insistir, el de ojos rubí logró abrir de una patada y al mirar la horrible escena, se acercó a sentirle los signos vitales, solo para comprobar que éstos ya no existían más.

Rápidamente llegó la policía, y se hicieron los trámites con toda la discreción posible. El resto de la ciudad no supo lo que pasó con mi mamá, hasta tiempo después.

En el velorio, nada más estuvimos los empleados, algunos conocidos de mi mamá, Muzan, Hideki y yo. Después de la autopsia, mi padrastro pagó para que permitieran enterrarla en un lugar apropiado.

A la noche, después de haber aguantado el llanto, desbordé en lágrimas en el pecho de Muzan. Él no lloró, pero me imagino que enfrentó su duelo de otra manera. Acarició mi cabello y dijo unas palabras que hasta el día de hoy siguen latentes en mi mente: "A partir de hoy, solo somos tu y yo. Llora lo que quieras. Debes estar fuerte para mí."

La alarma proveniente del dormitorio de Hideki me hizo reaccionar y volver al presente. Sin darme cuenta ya estaba yo afuera de su cuarto. Tendría que apresurarme para llevar al niño a la escuela y volver a tiempo para mis clases, evitando que el profesor Urokodaki se moleste por mi impuntualidad, por alguna razón era habitual que se me fuera la mañana en tonteras. Recoger a Hideki no me causaba angustia, ya que Muzan siempre recogía a mi hijo del preescolar.

Prefería no recordar todo lo ocurrido con mi progenitora, lamentablemente todo esto formaba parte de mi vida.

Dejé salir un suspiro y abrí la puerta de la habitación del niño para darle los buenos días. Al entrar él ya estaba despierto, brincando en la cama.

[A.U] Evidence of love. (Tanjiro x Lectora) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora