|Prologo|

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Odiaba a Yoriichi Tsugikuni.

Era un humano como todos los demás que habitaban en el continente, pero el había roto los límites de la vida y humanidad y se había transformado en un monstruo.

Un monstruo que casi lo asesina.

Las cicatrices de su respiración tardaron en curarse, e incluso tuvo que autodestruirse para tener una posibilidad de escapar de aquella bestia. La existencia del espadachín de aretes hanafuda era un error, nacido simplemente para arruinar sus planes y aterrorizarlo mientras aún latiera su corazón.

Nunca, desde que se volvió el demonio supremo, le tuvo miedo a un humano. Pero dudaba que Yoriichi incluso fuera humano, ya que la velocidad y poder que poseía el desgraciado lo transformaban en la cría de un semidiós que abandonaron en la tierra.

No creía que esa cosa tuviese sentimientos, hasta que pudo verlo.

A través de los ojos de sus súbditos pudo descubrirlo. Lo que marcaba como igual a los otros humanos a aquel mortal, y su mayor debilidad.

De apariencia idéntica y porte frío, vestido de morado y respirando lunas estaba el gemelo mayor de Yoriichi Tsugikuni, Michikatsu.

Muzan quería tenerlo en sus manos.

Tentación || Demon Slayer Donde viven las historias. Descúbrelo ahora