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Capítulo 36.

*POV María José*.

Cubrí mi rostro por tercera vez al ver mi computadora. Donde podía ver el gran moretón que tenía mi novia alrededor de su labio inferior, acompañado de un pequeño corte.

Daniela: En unas semanas ya no habrá nada.

-Es muy grande.

Daniela: Lo sé. -rió, mientras se acercaba un poco más a la cámara para verse a sí misma.- Aunque sigo igual de atractiva.

Reí con ella, tratando de aliviar la angustia que me provocaba verla de esa manera. Tan golpeada, y sin siquiera poder acariciarla para aliviar el dolor que sentía.

-¿Cuándo podrás ir a la escuela?

Daniela: En un par de días. Ojalá nunca.

-Ya basta. Debes ir a la escuela. -la regañé, y ella sólo alzó sus hombros. Restándole importancia.- ¿Me puedes prometer algo?

Daniela: Hm.. lo pensaré.

-Vamos, Daniela. Quiero que cuando vuelvas a la escuela te esfuerces lo más posible. Que saques las mejores calificaciones... que no te vayas de clases cuando se te dé la gana.

Daniela: ¿Por qué?

-Porque estás en último año. -rodé los ojos.- Para que consigas una beca en la universidad a la que quieras ir, para que las universidades se peleen por ti y lo inteligente que eres. Eres la persona más inteligente que conozco, y simplemente... no estás haciendo nada con ello.

Ella guardó silencio, sin siquiera mirar la pantalla.

Ella sabía perfectamente sus capacidades, y cuánto las estaba desperdiciando, pero yo no podía hacer nada más. Mucho menos estando tan lejos de ella.

Daniela: ¿Y crees que podremos hacerlo?

-¿De qué hablas?

Daniela: Estar lejos aun cuando estemos en la universidad.

-Estamos bien ahora. Podremos con eso.

Daniela: Pero en la universidad conocerás gente nueva y... quizás a alguien mejor que yo.

-Te aseguro que no hay nadie mejor que tú.

Daniela: Eres linda.

Susurró, mientras me miraba fijamente con una de sus manos sujetando su rostro. Con un brillo en sus ojos tan hermoso, pero sólo pude ver las heridas de su rostro, generándome un nudo en la garganta.

-Intenta no pelear tan seguido, porque mira cómo te dejan.

Daniela: Sí, lo intentaré.

Pero eso no pasó.

Sus peleas de vez en cuando, se transformaron en peleas de todos los fines de semana, tres veces por semana, incluso hasta día por medio.

Nunca supe cómo o qué fue lo que pasó, pero cada vez se veía más ansiosa, más inquieta, más eufórica.

Cada vez que hablábamos por video llamada y yo me quedaba dormida, despertaba para ir a la escuela y ella seguía allí. Dibujando o leyendo como si las horas no pasaran en lo absoluto.

Sus manos temblaban todo el tiempo, hablaba tan rápido que la mayoría del veces ni siquiera le entendía. No estaba asistiendo a la escuela, yo sabiendo esto gracias a Abi, quien ya no la veía casi en ningún momento.

Pero se le veía realmente feliz, porque al parecer le encantaba pelear, o al menos le encantaba ganar.

Era tan constante en ello, que ya podía participar en competencias. Pero me estaba asustando el cambio repentino que ha estado teniendo. Me asustaba no saber si estaba perdiendo el control, y no estar allí para ella. Me asustaba que no me contara lo que estaba pasando en realidad.

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