1. La margarita

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Harry se despertó aquel miércoles con el pie derecho. Se maldijo por haber dormido tarde y por no haber ordenado sus cosas para las clases del día siguiente cuando Hermione se lo recordó. No encontró sus gafas y a causa de eso se puso el uniforme sin ver bien si los botones de la camisa estaban en el agujero correcto. Tuvo que buscar rápido los útiles para Herbología en su baúl (donde encontró sus gafas) sin detenerse a pensar si eran los correctos o estaban todos.

Llegaba tarde, muy tarde. Corrió por los pasillos hasta la salida del castillo para llegar rápido a los invernaderos, así tal vez alcanzaría a escuchar las instrucciones de la clase para poder participar.

La profesora Sprout tenía bastante consideración con él aún con sus pésimas calificaciones, que iban desde inicio de año hasta ahora, y no podía abusar de aquella amabilidad, porque sabía que podía costarle caro en los exámenes finales.

Llegó a la puerta encontrándose de frente con la profesora en el pasillo de la entrada.

— ¡Potter! Llegas tarde... —dijo ella, fingiendo sorpresa al ver al muchacho.

— Lo siento, desperté tarde, Ron no me avisó.

— Creo que tendrás que buscar un mejor despertador, muchacho. Adentro.

Caminó hasta la pequeña aula donde estaba la clase: Gryffindor y Slytherin. La única clase que ambas casas compartían en tercer año. Al menos no era pociones como en primero y los leones no tenían que sufrir el odio de Snape.

Caminó entre las mesas hasta llegar donde se encontraban Hermione y Ron.

— No me despertaste —murmuró a regañadientes.

— ¡Intenté despertarte más de cinco veces! Estabas muerto —murmuró exaltado el pelirrojo.

Harry no respondió y caminó hasta la mesa que compartía con Seamus en todas las clases de botánica. El muchacho ordenaba los útiles en la mesa, alrededor de una maceta con tierra que todas las parejas tenían, y estaba preocupado, evidentemente. Seamus no era tan malo en Herbología, pero tampoco era excepcionalmente bueno, Harry creía que el muchacho podría llegar a serlo si fuese más ordenado, a lo que Finnigan había respondido ordenando minuciosamente los utensilios para que ningunos se perdiera de su vista, incluso había anotado los nombres de cada herramienta en los mangos de estas, pero de todas formas no funcionaba. La última clase había provocado el crecimiento imparable de un Snargaluff, y no había alcanzado a cortarlo a tiempo por no encontrar las tijeras de podar.

— Hoy será diferente, estaré preparado... —susurró Seamus, concentrado.

El ojiverde no dijo nada, tan sólo una mueca de aprobación. Tomó asiento y buscó sus utensilios, no los había traído todos, pero nada que trabajar con Finnigan no solucionara.

— Muy bien, alumnos —llamó la profesora entrando al aula.— hoy trabajaremos con semillas de Valeriana, ¿Alguien sabe para qué se utilizan?

— Poción para el olvido y para dormir —respondió Neville. Harry no podía verlo bien desde atrás, pero podía asegurar que este estaba abrazando la maceta.

— También se utiliza para el brebaje de bocazas, profesora. Sus raíces sirven para el filtro de muertos en vida —añadió Hermione.

— Correcto, Longbottom, Granger. ¡Diez puntos para Gryffindor! —exclamó la profesora, sonriente.— Deberán hacerlas crecer para retirar sus ramas y raíces, tienen dos clases... Oh, Finnigan, harás pareja con Longbottom.

— Pero... —dijo Seamus, y Harry también creyó balbucear un pero.

— ¡Es por seguridad! Toma tus cosas y ven aquí adelante. Potter, tú trabajarás con... —Sprout hizo una pausa para analizar a toda la clase, entrecerrando sus ojos, tocando sus labios con el dedo índice de su diestra.— ¿Dónde está Dean Thomas?

La flor en la maceta | Harco Donde viven las historias. Descúbrelo ahora