Aquella Marie no existe

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 No sé si es correcto lo que estoy haciendo, pero en este momento no me importa que lo es o no

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No sé si es correcto lo que estoy haciendo, pero en este momento no me importa que lo es o no.

—No me digas que has matado a alguien.

Andrew me espera en su casa con los brazos cruzados, y con cara de estar preocupado.

—Solo lo herí.

Él frunce el ceño confundido. Horita me da igual, paso por su lado y me encamino al baño para poder darme una ducha.

—¿Por qué?—Me pregunta eso hace que me detenga y lo mire, el por su parte se encarga de analizarme con la mirada.

—Para declararle la guerra al Don

No espero que me responda, Solo me volteo para terminar de llegar al cuarto cuando llego busco ropa limpia en el armario del idiota de mi mejor amigo. Veo que me trajo la mía, así que agarro una camisa larga de color negro y unos shorts cortos.

—Quiero que la Mari que conocía regrese

Brinco del susto no me había dado de cuenta que el castaño está parado en la puerta con los brazos cruzados y el ceño Fruncido.

Me le quedo mirando mal, el muy idiota no termina de aprender que aquella Mari no existe.

—Si no sabes te lo voy a aclarar, mañana a primera hora me iré y no te estoy obligando a que te vayas conmigo, te lo estoy diciendo para que por fin entiendas. Le acabo de declarar la guerra a un jodido mafioso que mata sin piedad, y tú me estás diciendo que quieres que regrese la otra ¿Mari? Cuando está claro que esa ya no existe.

Suspira y se acerca para abrazarme sin importarle que está sucia todavía.

—Lo siento—dice al cabo de un rato.

—No te puedo prometer que todo estará bien, cuando es todo lo contrario no quiero que estés presente en esta guerra no me perdonaría si te matan.

—No te voy a dejar sola en esto, así que mañana nos iremos los dos.

En el fondo quería que dijera que sí, necesito gente que fiel que pelee a mi lado.

—Necesito investigar todo sobre el Don y su gente, al igual que iremos a buscar gente que le haya hecho algo, acuérdate que el muy desgraciado, ha matado, torturado y hasta violado. Buscaremos a las víctimas o sus familiares, mientras más personas mejor.

—Yo me encargo de investigar al Don y a sus ratas.

Asiento y me ha separado de él, agarro la ropa y me dirijo al baño.

Cuando llego suspiro mientas me desnudo y entro a la ducha. Veo el agua caer de un color rojizo, no puedo decir que duele haberlo herido porque no es así. La sangre que caerá será mucha, pero a él lo voy a matar lentamente.

Cuando ya estoy vestida, salgo a buscar a Andrew, pero un ruido me detiene en seco. Vuelve a sonar, pero no espero más y corro al cuarto a buscar el arma.

—¡Marie!

Andrew está metido en el armario con cara de perro asustado.

—¿Qué?

—Hay cuatro tipos metidos en la casa—En cuanto dice eso, suenan vidrios rompiéndose.

—Quédate aquí

Sé que lo hará, camino poco a poco cuando llego a la puerta hay un tipo como más bajo que yo con una ametralladora en la mano, está volteado. Necesito ser silenciosa para que los otros no me escuchen.

Me muevo lentamente ni siquiera respiro llego hasta él y le enrollo el cuello con un brazo, a él no le da tiempo de moverse aprovecho y con un movimiento en brusco giro y termino rompiéndole el cuello.

Él cae al piso, agarro la ametralladora y regreso al armario para dársela a Andrew.

—Yo no sé cómo usar esto— está que se pone a llorar y ve el arma como si fuera algo de otro mundo, lo miro mal.

—Pues aprendes y si no lo haces, te mueres. Tú decides.

Vuelvo asomarme y solo está el tipo muerto en el suelo me guardo el arma en la cintura y bajo las escaleras y está otro tipo en la sala apuntándome con un arma, es muy lindo tiene el pelo castaño, ojos grises, alto y con la tez blanca.

—Con que tú eres Marie—comunica con un tono sarcástico y sonriéndome de lado.

—Oh si soy yo, ¿dime esperabas a alguien más bonita?

Lo digo de la misma manera que él, no me asusta ni siquiera cuando siento el cañón del arma en la cabeza.

—La verdad esperaba a alguien más inteligente—se encoge de hombros—Fíjate el Don te quiere viva, para demostrarte niña, que no cualquiera le declara la guerra.

Me río, no sé por quién me toma.

—Dile a tu jefe, que no me subestime que seré yo su peor pesadilla.

No me da tiempo de responder, ya que suena el impacto del arma en mi cabeza, me muevo un poco para que el tipo que caiga al lado mío, muerto.

Tampoco espero sacó un arma y le disparó en la puerta al que tengo enfrente, el corazón se me me acelera por culpa de la adrenalina. Me volteo y a punto con el arma y veo al culpable de la muerte...

Es Andrew no me iba a matar el disparo, sino la sorpresa, abro mucho los ojos.

—En mi defensa el otro me iba a matar a mí y el otro a ti—también está sorprendido.

—Corre a buscar el auto, y me esperas si no salgo en 5 minutos arrancas.

—¿Qué? No te voy a dejar aquí.

—Eso espero.

Él solo asiente y se dirige a la puerta.

—Y Andrew… Yo también te quiero.

—Yo más—me sonríe y me va.

Cuando me quedo sola me acerco en donde está al que dejamos herido. Hay un charco de sangre alrededor del él, me agacho y tomo un con mis manos para acercarme a su cara y pasársela, trantando de que sea igual a las mías.

Me levanto y ya Andrew me está esperando con el autoencendido.

—¿A dónde vamos?—indaga, después que me subo.

—Vamos a buscar un hotel alejado de la ciudad.

Asiente con la cabeza, por mi parte me le quedo viendo no me perdonaría se le llega a pasar algo.

Yo sé que firmé mi sentencia de muerte. Aunque bueno el Don también la firmó.

 Aunque bueno el Don también la firmó

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El infierno de Marie  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora