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-Cuando estés listo-

El vals de fondo recorría los oídos de los presentes. El ambiente se apreciaba ligero, la brillante y pomposa decoración no dejaba de sorprender a aquellos que, todos los años, llegaban de todos los rincones del Imperio con un objetivo común: celebrar al Postremo.

Los gobernantes y sus esposas mantenían sus frentes en alto y con copa en mano, sonreían, imperturbables y elegantes, mientras presumían a sus hijos e hijas ante la alta sociedad. Con suerte y, quizá, el príncipe tome una buena elección entre las hijas mayores de alguna de aquellas distinguidas familias.

Y, en el centro de todos los gobernantes, el emperador resplandecía con elegancia y riqueza. Mas, aún así, la preocupación que evitaba mostrar con demasiada evidencia en su rostro no lo abandonaba. Su heredero, quien debía haber estado ahí desde hace horas, no daba atisbo de llegar.

Su vástago menor solía hacer aquello siempre, transformándolo una costumbre. Faltaba a todas las celebraciones o convocatorias que su padre llegara a realizar. Ya tenía edad, y como futuro heredero al trono, debía casarse; siendo esto la única razón por la que su hijo menor se negaba rotundamente a ir a cualquier encuentro con la alta sociedad.

Presentía, conocedor de su descendencia, que su hijo estaba escapando en esos instantes del palacio con tal de estar ausente al momento en el que debía presentarse a quien podría llegar a ser su futura prometida.

No se equivocó.

Ni un poco.


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—¡Príncipe!

Príncipe.

Príncipe.

Príncipe.

Prefería aquél otro título.

Por supuesto que lo prefería.

Se había preparado toda su vida para ello, ¿y le venían con eso de ser el emperador? ¿Si su hermano puede, porqué él no?

«¿Será porque no hay un tercer candidato al trono dentro de la familia real?», pensó y sacudió la cabeza recordando que, aunque no dentro de la familia real, si había otro candidato.

Las sirvientas y su nodriza corrían tras de él, desesperadas. Las pobres mujeres no podían seguirle el paso al joven. Lo habían perdido de vista desde hace mucho tiempo atrás, pero no podían volver al palacio y decirle a su Majestad que su hijo se les había escapado, otra vez.

Recorrió el camino del sendero que estaba en su memoria sin detenerse o disminuir velocidad. Llegaría tarde.

—Así qué te dignaste a aparecer, la puntualidad es una virtud, ¿lo sabías?

—Lo lamento Reich, pero tu no escapas de los guardias de papá todos los días.

—Si hubieras nacido dos años antes no tendrías estos problemas, ¿una pena, no? —Se burló, como tanto adoraba hacer.

Se quejó en respuesta, mientras tomaba el arma más cercana y colocaba un pie delante del otro. 

—¿Listo?

—Siempre.

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—¡TE ESCAPASTE, OTRA VEZ! —gritó colérico—. ¡¿Tienes idea de lo mal que me nos haces quedar?! ¡Y la chica! ¡Ella! ¡Completamente formidable! ¡Casi perfecta! ¡¿Y tienes idea de cómo se fue?!

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⏰ Última actualización: May 23, 2022 ⏰

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