Capítulo 17

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La sensación desagradable va desapareciendo, pero yo seguía tocando el pecho de Eaden con mi espalda. La calidez que sentía era extraordinaria, pero no era el momento perfecto para pensar todo eso. Al parecer aquellas criaturas estaban alejándose de nosotros, y poco a poco el estremecimiento que sentía iba huyendo.

Aun con la mano del chico en mi boca, observo junto a él si ya se habían ido aquellas criaturas. Por fin el chico quita su mano de mi boca, y yo tomo una bocanada de aire. Me levanto del suelo junto a él y salimos detrás de aquel árbol.

—Vámonos —habla el castaño, tomándome de la mano llevándome por un sendero que me era conocido de la noche anterior.

El ritmo al que iba el chico no era para nada común, estaba caminando más rápido.

—¿Podrías andar más lento? —pregunto, debido a que si seguía yendo así me quedaría detrás a pesar de estar sujetada de su mano.

—Estoy caminando normal —menciona el ojinegro. Yo suspiro y me llevo la otra mano al bolsillo del abrigo.

El sol ya estaba en su clímax, el aura del atardecer era hermoso junto al bello paisaje nevado. Ahora recuerdo lo tanto que deseaba poder venir a la nieve, ese deseo de pequeña que nunca pude cumplir. Lástima que ese sueño se esté cumpliendo en este momento tan inoportuno, pero quitando todo aquello, está siendo efectuado al lado del chico que me atrae.

Estamos a unos metros de la puerta de donde salimos, pero esta estaba rodeada de espíritus del castillo. Nos arrodillamos en el suelo detrás de unos arbustos, mirando aquellos seres extraños. Me detuve para verles, analizarles su forma y de veras que si son raros. Su cuerpo flotaba en el aire y debajo de sus pies había una neblina negra, parecía humo. Sus rostros parecían más humanos, su cabellera negra con toques de azul brillante era lo único que le veía hermoso.

—¿Y ahora qué hacemos? —pregunto, en un susurro para que solo fuera oído por él. Tenía miedo que aquellos seres extraños vinieran hacia nosotros y nos… mataran.

—Se por donde entrar —dice, mientras empieza a gatear y yo le sigo. Mientras íbamos a un lugar que desconocía me pongo a pensar en todo lo sucedido.

«Pensar tanto te va matar» Mi voz interna habla.

«Creo que he procesado todo muy fácil» Me respondo.

«¿Eso crees?» Dice irónica mi segunda yo.

—Una cosa… —me interrumpe el castaño.

—Ahora no, Arie —habla muy bajito—, guarda silencio o nos van a atrapar —abre los ojos y con su índice hace una acción de que me callase.

«No quieres morir, pero la curiosidad si te va a matar» Habla mi conciencia.

[…]

Logramos irnos de aquel lugar repleto de espíritus, y ahora nos encontrábamos en uno distinto por completo. La nieve se notaba menos espesa, las montañas se notaban a lo lejos de entre los árboles. Aun estábamos cerca del castillo, por lo que corríamos aun riesgo y en frente de nosotros había un… ¿pozo? No se para que Eaden me trajo aquí, se suponía que debíamos ir a donde estaba mi padre.

—¿Un pozo? —le miro extrañada.

—Si —habla, a la misma vez que quitaba la tapa que cubría la estructura.

Esta parecía bastante pesada por el gesto que hizo su cara. Al abrirla note que la naturaleza estaba apoderada de ella por dentro, se veía bastante estrecha y aunque mi cuerpo es pequeño y delgado, no sé si quepa por ahí.

Un instante en tu mundo [#1] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora