Once

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El sol alcanzó la tienda de campaña de Christopher y Dulce, y ellos seguían dentro del saco de dormir de él, abrazados.
El día anterior había sido todo lo bueno que podía ser, pero la noche
había sido simplemente única. Él había comprobado lo sensual y excitante que podía llegar a ser la chica con la que se casó en Las Vegas y ella había experimentado por primera vez lo que era entregarse plenamente y recibir lo mismo de la otra parte. No sabía cuánto tiempo les quedaba juntos antes de ese divorcio que cada vez quería menos, pero tenía claro que deseaba volver a sentirse así con él muchas, muchas más veces hasta que ya no
pudiera hacerlo más.
Christopher la estrechó entre sus brazos y besó su frente mientras cogía aire con fuerza y lo dejaba ir en un suspiro.
—Buenos días —susurró ella con una sonrisa, correspondiendo a su
abrazo.
—Buenos días... ¿Cómo has dormido?
—El suelo estaba un poco duro, pero...
—¿Estaba duro? Serás caradura... ¿Te das cuenta de que has pasado
media noche durmiendo encima mío? —Ella lo miró con los ojos de par
en par—. De eso no me quejo, no me malinterpretes. —Sonrió.
Dulce se movió deprisa y se puso a horcajadas sobre él. Estaba a punto de besarle cuando vio unas sombras alrededor de la tienda. «Vístete. Deprisa. Anahí» gesticuló. Tiró de las mudas limpias que había en la esquina de la tienda y empezó a vestirse dentro del saco, instándole a que hiciera lo mismo.
—Me gusta más cuando te quitas la ropa —le susurró en el oído—. Pero me gusta aún más ser yo quien te la quita —sonrió, besando su cuello.
—Ucker... —dijo, apretando los dientes. Sonrió como una tonta
apartando sus manos de su cintura mientras trataba de vestirse.
Si. Ese truco le había servido con todas las chicas con las que había estado y, aunque Dul era muy diferente al resto, también surtía efecto en ella. Y adoraba verla sonreír e intentar ponerse la camiseta mientras él le hacía cosquillas.
La dejó de inmediato al ver las sombras alrededor de la tienda. No
tenía intención alguna de que otra chica que no fuera su mujer le viera como su madre le trajo al mundo, así que, tomó su ropa y empezó a vestirse tratando de no hacer ruido.
—Van a asomarse para ver si estamos haciendo algo. Finge estar
dormido —le dijo, metiéndose en su saco a un metro del de su marido.
En efecto. Tan pronto como se estiró, la cremallera de la tienda empezó a deslizarse lentamente, haciendo que Dul tuviera que
contenerse de empezar a reír. Anny era tan previsible...
—¿Pasa algo? —preguntó Dul, levantando la cabeza y fingiendo que
había estado durmiendo.
Anahí los miró con el ceño fruncido y negó, sacando la cabeza y
cerrando de nuevo la cremallera.
—Nada chicos. Los muy aburridos han dormido cada uno en su saco —
se quejó alejándose de la tienda.
Dulce no pudo evitar estallar en risas. Era realmente previsible.
—¿Cómo has sabido que era ella? ¿Cómo has sabido que...? —preguntó
él, estirando el saco para enrollarlo justo después.
—La conozco desde hace mucho. Anoche casi nos mandó a la tienda para que estuviéramos a solas.
—Y no sabes cuánto se lo agradezco —dijo, rodeándola por la cintura y besándola de nuevo.
—¿Ya no pides permiso para besarme?
—Recuerdo muy bien cuando anoche me dijiste que no tenía que pedir
permiso porque no te molestaba... —dijo besándola nuevamente, esta vez
en el cuello.
—No me molesta. Confieso que algunas veces he deseado que lo
hicieras... —se ruborizó al confesarlo.
—Yo también he querido hacerlo, o incluso que lo hicieras tú. —La
abrazó con fuerza unos segundos antes de que Anahí abriera la cremallera
de repente con intención de pillarles.
—¡Ahá...! —Exclamó, levantando una ceja y cruzándose de brazos—.
Así que abrazaditos, ¿no?
—Cállate, Anahí. ¿Qué, esperabas asistir a una peli porno en primera fila
en la tienda de tu mejor amiga? —dijo Dulce empujándola fuera y saliendo tras ella. Miró hacia atrás y cuando Christopher le guiñó uno ojo no pudo más que sonreír como una tonta.
Al alejarse de la tienda Anny agarró su brazo y caminaron despacio con dirección al comedor improvisado, allí estaban Selene, Tuck y Devon, cortando fruta, haciendo tortitas y disponiendo en platos los bollos que habían ido a comprar.
—Pasó, ¿no? —murmuró Anny. Dul no dijo nada, solo sonrió con las mejillas llenas de color—. Qué envidia me das.
—¿Te gusta mi marido? —preguntó fingiendo estar ofendida.
—¿Bromeas? ¿A quién no le gustaría? Me encanta. Me encanta la pareja que hacén. Me encanta lo feliz que se te ve aunque quieras ocultarlo.
Cuando bailaban anoche era tan... romántico. Debiste pasar una noche de
lo más...
—Bueno, ¿charlamos o preparamos el desayuno? —desvió la
conversación con una sonrisa.
Ralph y un par de chicos más se acercaron a Ucker para ayudarle a desmontar la tienda de campaña mientras las dos amigas ayudaban a otros tres chicos a preparar lo que sería su mega-desayuno grupal.
Llevaba el equipaje de regreso al maletero cuando encontró al maldito de Rodrigo mirando desde el asiento de conductor de un coche que había aparcado al lado del Smart de su mujer. Le hirvió la sangre al verlo ahí.
¿Qué demonios pretendía? ¿Acaso ella no le había dejado claro que no
quería volver a verle?
Cuando el ex prometido de Dulce bajó del coche fijó la mirada en Christopher. Le tentó romperle la cara como la vez anterior, estrellar los puños en esa estúpidamente atractiva cara, pero no hizo nada porque agrediéndole no conseguiría su propósito.
—Buenos días. —Saludó fingiendo ser simpático y amigable con él.
—¿Qué haces aquí?
—No te importa.
Christopher no pudo contener su propia ira y se acercó a Rodrigo, lo agarró por el cuello de la ropa y lo empujó contra el capó del coche.
—Me importa. Me importa mucho.
Rodrigo le dio un golpe en las manos y se soltó de su agarre. Puso una mano en su hombro y apretó con fuerza mientras gesticulaba una sonrisa triunfal.
—La voy a recuperar, ¿sabes? Aquella boda que interrumpiste seguirá
adelante sin importar nada más.
—¿Te lo ha dicho ella? ¿Ella te ha dicho que volverá contigo?
—Lo hará. No tengas duda de que lo hará.
Christopher desvió la mirada hacia Dulce, que reía con Rupert
completamente ajena de la conversación que estaban teniendo ellos dos,
ajena incluso a la presencia del indeseable.
De repente, la expresión de Rupert cambió al mirar en dirección al aparcamiento y ella siguió su mirada solo para encontrar a su marido en compañía de su ex. Por un momento no supo qué hacer, pero había pasado una de las mejores noches de su vida y el despertar había sido todo un sueño, no iba a dejar que absolutamente nada le amargase ese día, y mucho menos Rodrigo.
No tenía ni idea de qué hacía allí, pero se acercó a ellos sin conseguir
que su marido hiciera contacto visual con ella ni una sola vez en esos largos segundos.
—Buenos días, Dul —saludó Rodrigo amable. Se acercó decidido a ella y se agachó como para besarla—. Felicidades. Aunque sea con un día deretraso.
—¿A qué has venido? ¿Cómo sabías que estábamos aquí?
—Hilary se enteró por algo que puso Anahí en internet. El año pasado
organicé tu cumpleaños con ella y este año...
Dulce se puso al lado de su marido y agarró uno de sus brazos,
pegándose a él.
—¿Quieres quedarte a desayunar? —Había sido por mera cortesía, pero
esperó que Rodrigo tuviera amor propio y le dijera que no, solo que se equivocó.
Antes de que pudiera darse cuenta su ex prometido iba dirección al
comedor improvisado y se acercó a su grupo de amigos. Todos lo miraron con el ceño fruncido sin entender qué hacía ahí.
—Dul, ¿Crees que podríamos hablar? A solas... —preguntó Rodrigo después de un rato y cansado de que todos le acusasen con la mirada
Dulce se levantó desconcertada, pero pensó que su conversación
sería por Hilary, con quien supuso que estaba él de forma oficial.
Rodrgo la agarró por un brazo y la llevó a la orilla del lago, lejos de los oídos curiosos de sus amigos.
—Quiero volver contigo. Desde que lo dejaste conmigo...
—¿Que lo dejé? ¿Que dejé qué, Rodrigo? Tú fuiste quien se marchó de luna de miel sin la que iba a ser tu mujer. Tú fuiste quien me traicionó cuando más te necesitaba...
—Lo sé. Y lo siento. Créeme que lo siento. No he dejado de quererte ni un solo día, Dul. No puedo dejar de pensar en ti...
Christopher los miraba desde la distancia sin entender por qué seguía
tratándolo bien. Incluso le había invitado a quedarse con ellos como si tal
cosa.
—Con todo lo que le ha hecho y le invita a desayunar con nosotros. Y lo peor, ¿Aún tiene secretitos que necesitan discutir en privado? ¿Qué demonios le pasa?
—Ella es así. No es capaz de tratar mal a las personas aunque le hayan hecho daño alguna vez.
—Pero estoy yo. Debería mirar solo en mi dirección, no a ese
desalmado.
—Tres años y medio contra un mes y poco... —dijo Jack levantando el vaso de batido antes de dar un primer y enorme sorbo—. Dudo que Rodrigo sea competencia para ti, pero suenas a marido celoso.
—¿Celoso yo?
Dejándose llevar por su propio enfado, por su propia imaginación y
por el terrible sentimiento de traición, se separó del grupo y caminó hacia el aparcamiento. Sin poder pensar con claridad empezó a caminar por la carretera que daba al lago con dirección a la ciudad. Iba a volver a casa, iba a pensar las cosas con calma y a olvidarse de ese tipo que le había amenazado con lo único que le importaba de verdad en ese momento:
Dulce. Ella no se había dado cuenta de nada y siguió hablando con su ex.
—Me sentí abandonada cuando te fuiste. Me sentí humillada cuando tu
madre me lanzó un cubo de agua para echarme de tu casa. Me sentí traicionada cuando supe que estabas con tu ex. Y dolida cuando encontré a Christopher aquel día en el suelo y a ti exigiendo algo que habías sacado de tu vida a la mínima oportunidad. Lo siento mucho Rodrigo, pero cuando saliste
de la iglesia también lo hiciste de mi corazón, y el vacío que dejaste se ha ido llenando con Christopher. Él me ha ofrecido su mano y su hombro y eso era lo único que no esperaba de alguien como él.
—¿Dices que te has enamorado de él?
—Sí. Creo que sí. —en su cara se dibujó una sonrisa de felicidad y miró en dirección a su grupo de amigos esperando encontrar entre ellos a su marido, pero no estaba.
—Cuando te deje no vengas a buscarme porque no estaré.
—Tranquilo. Cuando eso pase no iré a buscarte. Rodrigo, Hilary es tu
alma gemela. Date una oportunidad con ella. Reconoce que son tal para
cual y que la amas. Siempre la has querido.
Rodrigo ya no respondió. Su estrategia para conseguirla había fracasado
y no quería ver al desgraciado de Christopher riéndose de él. Así que, sin pensarlo dos veces, fue hasta su coche y se marchó.
Tanto Jack como Lindsay le dijeron que Christopher habría ido al baño, o
que estaría dando un paseo corto mientras ella tenía su pequeña charla con su ex porque no quería verlos juntos, pero llegó el mediodía y Christopher no regresaba de donde quiera que estuviera. Trató de llamar a su móvil, pero no respondía y empezó a ponerse nerviosa.
«Ucker, te estoy buscando. Por favor, cuando leas el mensaje vuelve con el grupo».
Pocos segundos después recibió respuesta a su mensaje, y con ella su
alma se le cayó a los pies.
«No hace falta que me busques porque me he marchado. Sigue
divirtiéndote con tu querido ex».
Una de las cosas que más odiaba en el mundo eran los malos
entendidos, cosas sacadas de contexto sin saber la historia completa. No tenía ni la menor idea de qué era lo que había imaginado por haber ido a hablar con Rodrigo, pero estaba segura de que podría aclararlo si se iba a casa, donde supuso que habría ido su marido.
Recogieron el campamento y en poco más de dos horas estaban de
camino a casa.
Dulce dejó el Smart en el aparcamiento de su edificio y sin
preocuparse en sacar nada del maletero subió a toda prisa hasta su apartamento.
Puso la llave en la cerradura temiendo que su marido no estuviera en
casa. Pero abrió. Y entró en el apartamento pese a los nervios. Christopher estaba sentado en el sofá, sin hacer nada más que mirar al frente. No sonaba música, ni tenía la televisión encendida.
—Te has ido sin decirme nada... —dijo poniéndose delante de él—.
¿Qué te ha pasado? Ni siquiera se lo has dicho a los chicos...
—Simplemente me he marchado. —su tono sonaba hosco y cortante.
—Ah. Muy bien... Simplemente te has marchado. ¿Puedes hacerte una
idea de lo mucho que te he buscado o de lo mal que me he sentido al recibir tu mensaje?
Christopher apretó la espalda contra el respaldo del sofá y cerró los ojos tratando de relajarse y encontrar las palabras adecuadas para decirle que no se había sentido cómodo con su ex allí, y menos aún con lo que le había dicho sobre recuperarla. Dulce lo miró durante unos segundos pero al ver que ni siquiera se movía se fue a la habitación resoplando.
Esa era otra de las cosas que más detestaba, intentar aclarar los malos
entendidos y que la otra persona actuase como si fuera sorda o idiota. Se metió en la ducha completamente molesta por saberle enfadado sin motivo pero no llegó a abrir el grifo. Salió de la bañera cubriéndose con el albornoz y volvió al salón.
—¿Puedo saber, al menos, por qué estás enfadado conmigo?
—No me ha gustado ver allí a ese desgraciado. Y que fueras a hablar con él tan alegremente tampoco me ha gustado.
—¿Que no te ha gustado que hablara con él?
—No, no me ha gustado. Por eso me he marchado. —Se hizo el silencio
en el salón antes de que Christopher estallase—. Es que pareces tonta, Dulce María.
Te trató como a su maldita mascota y o no te enteras o te gustó que lo hiciera. Se presenta por sorpresa en tu cumpleaños y le invitas a que desayune con todos como si tal cosa. Y me imagino que volverás con él si te lo pide...
Su primera discusión estaba resultando peor de lo que podrían haber
imaginado. Christopher estaba gritándola y la había insultado.
—Pues mira, lo estoy pensando. Primero dame el divorcio, luego ya lo
decidiré.
Estaba tan enfadada con él por haberla dejado en el lago, tan enfadada por verlo enfadado y por el tono que usaba con ella que ni siquiera pensó en lo que le decía.
Christopher se levantó, la hizo a un lado con un brazo y se metió en la habitación. Un par de minutos después salía con sus cosas en las manos.
No podía seguir con ella así. Discutiendo por otro tipo y por la relación
que fuera a tener con él.
—¿Y eso?
—¿Te refieres a mi equipaje? ¿No puedes imaginar lo que significa?
—¿Te vas? ¿Te vas porque Rodrigo ha ido al lago y he hablado con él?¿Por una discusión? —Preguntó ella sujetándole del brazo—. Eso no te hace mucho mejor que él, ¿sabes?
Christopher no respondió. Lanzó sus cosas al ascensor y subió sin mirarla.
Mientras las puertas se cerraban ella se coló en el elevador.
—Si se te ocurre marcharte olvídate de volver. Olvídate de que siga
fingiendo contigo que esto es un matrimonio. Si te vas te pediré eldivorcio legalmente y te obligaré a dármelo. —Christopher no la miró. Siguió con la mirada fija en su propio reflejo mientras apretaba con fuerza las cosas de sus manos y, cuando llegaron al vestíbulo, se agachó a por sus cosas y salió sin volver la vista atrás.
Dulce se quedó en el vestíbulo completamente perpleja. Unas horas
atrás se despertaba completamente feliz, abrazada a él y después de haber pasado una de las mejores noches de su vida y ahora estaba ahí, viendo como Christopher acababa de marcharse sin que hubiera intentado nada por evitarlo. Sin importarle lo más mínimo su atuendo, se sentó en el escalón de la entrada y esperó. Y lo hizo durante más de dos horas, esperando a que volviera. Pero no lo hizo.
—Haz lo que quieras, Christopher Uckermann. Apuesto que es lo que has hecho siempre. —murmuró subiendo al ascensor.
Pasó toda la noche sentada en el sofá, pensando en qué demonios había pasado y tratando de borrar de sus recuerdos todo lo ocurrido durante el último mes.
Por la mañana no fue a la cafetería como cada día. No avisó a Anahí, ni a Mike. Fue directamente al trabajo.
Al día siguiente tampoco fue a la cafetería y Anny, cansada de que Dulce no respondiera ni hiciera lo de cada día fue a ver a Christopher para preguntarle qué le pasaba a su amiga, pero lejos de darle una respuesta se encogió de hombros. Aun después de dos días, todavía seguía enfadado con ella por lo de Rodrigo.
—¿Vives con ella y no sabes lo que le pasa?
—Ya no vivo con ella, Anahí. Corté la relación el domingo.
—¿Cómo dices? —Preguntó cruzando los brazos delante del pecho y
una ceja arqueada
—¿Recuerdas que me fui del lago? —Ella asintió—. Pues me fui porque
no soporto a ese tipo, Rodrigo. Y no soporto que se presentase allí sin más.
Ni que se apartaran del grupo para hablar en privado. Cuando ella llegó a casa discutimos. Me pasé de la raya recriminándola y me fui. Estos días prepararé los papeles del divorcio y me olvidaré de ella.
—¿Y crees que lo conseguirás? Porque ella no lo hará.
—Lo siento, Anahi. Pero no puedo competir con ese tipo.
—No lo intentes. Estáin en niveles muy diferentes. Él no vale nada, ni siquiera el aire que respira, sin embargo tú...
—No trates de convencerme. Los vi igual que todos ustedes. Vi como
trataba a esa rata, tan amable, tan cortés, tan ella... Él mismo me dijo que la recuperaría.
—¿Y le creíste? ¿Tienes miedo de que te deje por ese asqueroso?
Christopher, se recuperan cosas que se han perdido y la manera que Rodrigo cree tener de recuperarla es que tú la dejes. Debe haberse dado cuenta de que Dulce está enamorada de ti y pretende que la dejes como has hecho.
—Enamorada de mí... Anahí...
—Enamorada. De ti. Puede que ella aún no se haya dado cuenta o que no lo quiera admitir, pero la conozco como la palma de mi mano, y he visto cómo te mira, como te busca cuando no estás cerca y como mira a las otras chicas cuando se acercan a ti. Y he visto exactamente lo mismo en ti.
—No sigas.
Anny se puso en pie y se acercó a la puerta con intención de
marcharse, pero al llevar la mano al pomo se giró hacia él.
—Si no quieres perderla más te vale que vuelvas con ella antes de que
pase tu turno, porque, aunque es imposible que ella trate mal a las
personas que le han hecho daño, Dulce no es de las que da segundas oportunidades.

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