MICHAEL

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Capítulo 1

*Michael*

Vivir rodeado de personas que prefieren cantar para expresar sus emociones en vez de hablar, me pasó factura. Ya tengo 16 y sigo sin entender qué fue lo que empujó a mis padres a dedicarse a esto en primer lugar, por lo menos podrían haber pensado en no traerme al mundo, pero no. No se les pasó por la cabeza el hecho de que su hijo, que por cierto tiene su nombre por el actor de teatro Michael Crawford, no pensara en expresarse de ninguna forma posible con la melodía de un piano.

-Michael, ya nos vamos a la gala. ¿Seguro de que no quieres ir? –dijo mi papá, el gran actor y director de teatro Jesse St. James, o eso dicen.

-Más que seguro. Ya me sé de memoria las caras de las mejores voces de Broadway.

-Está bien, esperamos no demorar mucho –se despidió la nueva leyenda de Broadway, Rachel Berry. Mi mamá.

No es que odie mi vida, y gracias al trabajo de mis padres he tenido muchas oportunidades mientras crecía. Simplemente sé que no solo ellos, sino que cada persona en su vida y la mía esperan que siga el mismo camino que ellos eligieron, y si hay algo de lo que estoy seguro, es que no quiero eso para mí.

*

Tras una semana de la gala, Kurt y Blaine nos invitaron a almorzar.

Son como mis tíos más cercanos ya que no conozco a los hermanos de mi papá, ni siquiera sé sus nombres, pero a él no le gusta hablar sobre eso.

-¡Hola! –los saludé al entrar.

-¿Cómo estás Mike? –me dijo Blaine dándome una palmada en la espalda.

Mi mamá tosió voluntariamente. Odia que acorten mi nombre.

-Mejor voy a ver a Liz antes de un Diva Off aquí –dije mientras iba subiendo las escaleras hasta el segundo piso.

Siempre he sentido su casa como si fuera mía. Hasta se podría decir que me crie un poco más aquí que en mi propia casa ya que cuando mis padres tenían gira, me dejaban a su cuidado.

Kurt y Blaine también tienen mucho éxito en Broadway, pero han pasado los últimos años defendiendo causas por los derechos LGBTIQ+ y los admiro mucho por eso.

-Buenas tardes señorita, ¿puedo escoltarla al comedor? –le dije bromeando a Liz.

-Solo si es con una canción –dijo levantándose de la cama.

Ella sabe que odio cantar, teniendo 3 años no tienes ni voz ni voto para decir que no quieres ir a tus inevitables clases de canto.

-No va a pasar.

-Llevo más o menos 11 años esperando hacer un dueto contigo, ni me quita ni me pone un día más.

Liz ha sido mi mejor amiga desde que tengo memoria y creo que el hecho de ser como el agua y el aceite hace de nuestra relación la mejor de todas. Si alguien me escuchara se acabaría mi mundo, pero realmente extraño los veranos en los que íbamos a Lima a ver a mis abuelos y a los suyos, cuando no odiaba completamente la música.

Le rompí el corazón a mi madre cuando le dije por primera vez que no planeaba entrar a ningún club artístico mientras estuviera en la secundaria, pero sé que cada día le duele un poco más el que cada uno de sus intentos por hacerme amar la música tanto como ella lo hace fracasen. Pero creo que aún no entiende que escucharla todos los días ensayar en el piano, mientras mi papá la corrige, intentar ir a la casa de Liz y que su familia entera planee el siguiente musical para Navidad o ir en vacaciones a la casa de alguno de mis abuelos para aguantar la presión de cantar para ellos, arruinó el arte para mí.

Cuando era pequeño me gustaba cantar para mí, pero empezar a escuchar a todos a mi alrededor preguntándose si haría de mi "talento" una carrera, me quitó las ganas de seguir haciéndolo. Por lo menos ya se hicieron a la idea de que probablemente no cante nunca más, y es más fácil así. Es más fácil no tener que superar una barra estipulada por tus padres y siempre intentar ser mejor, a vivir tu vida esclavizado por la opinión pública sobre tu propio arte.

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⏰ Última actualización: Jul 05, 2021 ⏰

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