Capítulo 2. Nacer con estrella

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Key Parker había nacido con estrella

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Key Parker había nacido con estrella.

Su padre era uno de los odontólogos más afamados del norte de Inglaterra, y su madre una neurocirujana de reputación mundial. Su hermana mayor, Pony, era un espíritu libre que había estudiado artes en la universidad y que se estaba labrando un futuro en el mundillo cultural. Su cuñado, Joe, era un escultor independiente que tenía un estudio en Londres y cuyas obras colmaban los post de Instagram de millones de usuarios en la red.

Él era deportista, y de los buenos. Su talento en el atletismo no era un secreto para nadie. Su instituto tenía vitrinas llenas de los trofeos que había ganado en las competiciones, y el periódico de la ciudad solía entrevistarlo porque lo consideraban una pequeña celebridad local.

Su vida había sido fácil y siempre había estado colmada de atenciones. Sus padres, aunque ocupados con sus respectivas carreras, siempre habían tratado de sacar tiempo para estar junto a él. Su hermana mayor lo adoraba, y estaban muy unidos. Tenía un grupo de amigos escandalosos que eran como una segunda familia y con los que sabía que podía contar pasara lo que pasase, y sus compañeros de clase besaban el suelo por el que pisaba. Key solo tenía que alzar el móvil, buscar en su interminable lista de contactos y, con el simple hecho de chasquear los dedos de una mano, le salían miles y miles de planes a los que apuntarse.

Sin embargo, el único teléfono que realmente le importaba no contestaba sus llamadas.

Le había bloqueado de todas partes.

No quería saber nada de él.

Y, aunque Key sabía que se lo merecía, el dolor no se iba de su pecho.





Cuarenta horas. Casi un fin de semana completo. Ese era el tiempo que había pasado desde su ruptura con Axel.

Key había roto antes con más gente. Chicas, algún que otro chico. Su relación más larga hasta la fecha apenas había durado seis meses. Charlize era una compañera de su clase de química avanzada. Lo suyo fue un flechazo inesperado. Por aquel entonces, Key tenía quince años y estaba muy salido. Acababa de perder la virginidad y lo único en lo que pensaba era en repetir la experiencia, así que ligaba y se acostaba con la gente sin ningún tipo de compromiso. Tinder, Instagram, todo le servía. Charlize, por el contrario, era seria, responsable, algo tímida, bajita y su cuerpo no era normativo. Era, en definitiva, lo opuesto a él. Nada hacía presagiar que pudieran interesarse el uno por el otro, pero lo hicieron. Gracias a un trabajo que les obligó a pasar más tiempo juntos de lo normal, lo que al principio parecía una relación cordial y distante pronto se encendió y al poco tiempo comenzaron a salir.

Sin embargo, Key no tardó en fastidiarla y Charlize rompió con él.

Como bien dijo Lady Di en esa mítica entrevista televisiva, «éramos tres en este matrimonio, así que estaba un poco abarrotado».

El cliché (im)perfecto que somos tú y yo (CLICHÉ 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora