El cielo brillante de Italia se extendía durante la mañana de ese día. Un chico pez lo miraba con pereza, sin pensar en nada en concreto. Lo único que pasaba por su mente era la música de una banda punk que escucho en la mañana. La voz de un hombre se escuchó en el bote que se encontraba a unos metros. Entendiendo la señal, tomo las redes y las devolvió al barco.
Alberto Scorfano vivía el día a día. Despertar, pescar, cenar y dormir. Le gustaba su vida simple y le gustaba aún más tener la compañia de Massimo.
Se subió al barco y miro con decepción la poca pesca que tuvieron ese día. El hombre solo palmeó su espalda en señal de que no se preocupara. Frustrado solo entro en el barco y volvió poco a poco a su forma humana.
Una cosa lo tenía más inquieto de lo úsala y es que el verano estaba a la vuelta de la esquina. Eso significa que Luca volvia. Una leve emoción se acentua en su pecho al pensar que lo volvería a ver después de mucho tiempo.
Pero no solo eso, pronto cumpliría veintiún años. Y había algo que estaba pensado, como un langosta que le picaba la cabeza a cada rato. Su sueño infantil de querer una Vespa para recorrer el mundo, seguía ahí, pero ahora estaba más decidido que antes. No sé arrepentía de haber ayudado a su amigo a perseguir su sueño de conocer una escuela y vivir una vida en la ciudad, porque sabía que el haría lo mismo por el ¿No?
Tal vez la parte más difícil sea decirle a Massimo que pensaba irse algún día, sentía que lo traicionaba, pero sabía que el hombre no podía hacer nada, a fin de cuentas no era su hijo. Nunca lo fue.
Hizo una mueca al pensar en eso.
Llegando a la costa, ayudo al hombre a sacar los pescados y guardalos para venderlos a la tarde. Mientras sacaba la pesca y caminaban hacia la casa Alberto dijo:
—Massimo, algún día me gustaría irme de viaje.
Sin dar muchas vueltas, porque sabía que si tardaba se arrepentiría de decirlo.
Massimo detuvo lo que hacia y luego volvió como si nada.
—Eso ya lo sé.
—¿No vas a enojarte? —le pregunto sorprendido por la respuesta tan natural.
—Alberto, sigues siendo tan niño como el día que te recogí. Aunque no me lo decías siempre supe que ibas a irte. —dijo mientras seguía caminando a la casa, aún así Alberto lo noto tenso.
—Bueno, antes creía que las Vespas volaban —se río entre dientes—. Ahora tengo un mejor plan, solo déjame contarte...
—Escucha hijo, irse de viaje así como así no es tan sencillo —Massimo volteo a mirarlo con seriedad—. No es como si te subierias a una moto y viajaras por el mundo sin complicación, y no olvidemos que hay gente que no le agradan mucho los peces —hizo énfasis en la palabra peces. Eso hizo que Alberto se enojara.
—Lo sé ¡Lo sé! —dijo un poco enojado por el regaño por parte del hombre, a veces Massimo lo trataba como un infante—. Ya e pensado en esas cosas y lo tengo asegurado, no soy un niño ¿Sabes?
—Alberto, eres un niño —el hombre paro con lo que hacia y se sentó en un banco cerca de la entra de la casa, el chico lo siguió y se sentó alado suyo con un poco de resistencia. Los pájaros cantaban cerca de la casa del árbol.
—Tengo veintiún años y pase mí infancia solo, no es como si no supiera cuidarme —cruzo sus brazos y miro hacia el costado. Massimo pensó que decirle durante un segundo.
—Eso no significa nada. Aún así no podría dejarte cometer ese error ¿Que tal si algo te pasa?
—¿Que tal si no? —se guiro con brusquedad—. Déjame cometer ese error, nunca sabré si lo será y no lo sabré si no lo intento ¡Es lo que quise toda mí vida!
Un silencio se extendió entre ambos y el hombre se apoyó en sus rodillas y acaricio su bigote pensado. Se cortaría una aleta solo para poder saber que pasaba por su mente, el hombre jamás mostraba otra expresión además de serio y enojado.
—Ok.
—¿Eh?
—Me convenciste.
—Si pero —miro al hombre fijamente y este arqueo su cega esperando su respuesta—... ¿Que te hizo cambiar de opinión?
—Escucha, tienes razón en parte —puso una mano en el hombro del chico—. Ya no eres un niño, pero tampoco eres un adulto. Por eso me preocupa que quieras irte de viaje solo, afuera es muy peligros y tienes que tener cuidado. Pero tengo que dejarte cometer tus propios errores y que aprendas de ellos. Sería hipócrita de mí parte no dejarte, de mis errores nació Giulia —Se río y Alberto hizo una mueca al pensar en eso—. De los errores pueden salir cosas buenas, solo no vengas con un pequeño Alberto.
El chico se tenso al pensar en esa posibilidad y Massimo golpeteo su espalda al ver su expresión de horror.
—Igual no pienso ir solo —se levanto y sacudio su cabeza ante la imagen mental de tener un hijo, todo un catástrofe para él—. ¡Luca vendrá conmigo! Cómo lo dijimos hace años. Recorreremos Europa juntos ¡Y tal vez América! —Alberto se giró emociando hacía el hombre y en su mente ya se imaginaba las aventuras que tendrían—. Lei uno de esos libros que el me manda y dice que hay lugares maravillosos. Cines, carreras ¡Parques de diversiones! Y marchas anti-racistas, sea lo que sea.
—¿Estás seguro de que Luca quiere eso? —Massimo no quería acabar con la felicidad del chico, pero tenía que ser la voz realista en su mundo de fantasía.
—¡Pues claro! —respondio sin dudarlo—. Ambos queremos lo mismo; descubrír cosas nuevas. Y lo haremos ahora cuando vuelva.
Massimo siempre fue más de pensar y no de hablar, y lo estaba demostrando en ese momento. Habían pasado muchos años desde que Luca se fue a estudiar con su hija, y aunque eso afecto la amistad que tenía con Alberto, cuando estaban juntos volvían a ser los mismos críos que fueron hace 6 años. Pero eso no significa que ambos no pensaran en un futuro diferente. Alberto queria viajar ¿Y que queria Luca?
—Si lo hablan seguro que se ponen de acuerdo —finalizo la conversación y tomo el barril de pescado para llevarlo adentro— Ah y también —asomo su cabeza por la puerta—. Te extrañaría mucho chico, no tendría a nadie para que limpie el pescado —y volvió adentro.
Alberto sonrio y miro el océano. Habían pasado muchos años y eso lo asustaba. No queria admitirlo, pero la sola idea de quedarse solo lo asustaba. Tenía a Massimo y al estreñido de su gato pero ¿Que más? No veía a su padre desde hace años y ni hablar de su mamá. Al final del día sentía que volvía al mismo lugar, a la isla donde pasaba solo la mayoría del día. Y prefería que un pulpo lo tragara antes de volver a estar solo.
No es que despreciara la compañía de Massimo, pero el jamás seria un reemplazo de su padre. Igual no se trataba de eso, siempre lo supo, pero tenía que saber definir su relación con el hombre, fue la figura paterna más cercana que tubo en los últimos años pero eso no lo volvía parte de su familia. Aunque el hombre dijiera lo contrario.
Todo ese miedo a la soledad venía de la idea de que Luca lo dejara de lado, era su amigo de toda la vida y sentía que era esa familia que jamás tuvo. Era su familia sin dudas, y por eso lo ayudo hace tantos años. Se sentía culpable en el fondo de usar como chantaje el acto de buen corazón que le hizo hace años. Pero era lo mejor, ambos la pasarían de maravilla durante su viaje y volverían para contar sus aventuras.
¿Y luego que? No lo pensó mucho, después pensaría que hacer con su vida cuando tuviera canas.
Lo que importaba era el ahora.
...
ESTÁS LEYENDO
Viajar contigo -Alberca-
FanfictionAlberto cumplirá su sueño de viajar por toda Europa, junto a su amigo Luca quien nunca planeo lo que iba a ocurrir.