Capítulo 2

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-Hola pequeño.- Gritó Regina nada más entrar en su magnífico apartamento.- ¡Chico!- Volvió a decir la morena esperando respuesta.

Regina se quitó los tacones y los dejo en el zapatero que había al lado de la puerta, después se quitó la americana colgándola en el perchero y se marchó a su dormitorio donde se puso una ropa más cómoda para estar en casa.

-¡Bob!- Volvió a decir ya que no había recibido respuesta.- ¡Aquí estas!- Dijo cogiendo en brazo a su perro. - ¿Cómo has estado, precioso?- Dijo acariciándolo con cariño y el magnífico perro blanco se abalanzo sobre ella lamiéndole la cara.- ¿Cómo te han cuidado?- Le preguntó en tono infantil.

Regina le dejo un poco de comida en su comedero y se fue a la cocina a prepararse algo para ella, decidió que se prepararía un sándwich pues no tenía demasiadas ganas de cocinar, tras comérselo se encontró con que el perro estaba sentado sobre su manta mirando la puerta.

-¿Quieres pasear?- Preguntó acariciándole la cabeza.- Esta bien, daremos una vuelta.

Tras ponerle la correa al perro, Regina se puso sus zapatillas deportivas y salió del ático donde vivía. Por el camino se encontró con una de sus vecinas que por mucho que intentase evitarla siempre parecía estar atenta a todo lo que allí sucedía. Se despidió lo más rápido que pudo y salió a darle una vuelta a Bob.

-¿Puedo tocarlo?- Pregunto un niño que se había acercando al ver al gran perro tan suave y peludo.

-Claro, a Bob le encanta que lo acaricien.- Aseguró.- ¡Bob, sienta!- Le dijo y el perro obedeció.- Ahora puedes.

El niño se acercó al perro con un poco de miedo al principio pero muy contento después de que vio que el perro no le haría nada. Regina sonrió al ver al pequeño tan contento.

-Ya nos vamos.- Dijo su madre que llego a su altura.

-Vale.- Dijo el niño despidiéndose de Regina.

-Ves Bob, eres el alma de todas las fiestas.- Aseguró Regina que siguió con su paseo nocturno.

Regina paseo durante media hora más y después volvió a su apartamento, estaba agotada pero salir con Bob le hacía sentirse muy bien y conseguía relajarla mucho. Al llegar a su apartamento se dio una rápida ducha y se fue a la cama.

-¿Qué pasa, Bob?- Preguntó una vez que había apagado la luz.- Ven aquí.- Le dijo dando un golpe en la cama y el perro saltó encima.- Sólo por hoy.- Le dijo abrazándolo y durmiendo con él toda la noche.

A la mañana siguiente Regina salió temprano de su casa, debía llegar cuanto antes a la empresa ya que tenía una reunión a primera hora con el departamento de marketing. Para ese día eligió un vestido gris ceñido de manga larga junto con sus tacones negros y el abrigo pues parecía que había refrescado bastante durante la noche. Tras subirse a su coche se marchó hacia la empresa.

-Buenos días, señora Mills.- La saludó el portero del edificio abriéndole la puerta de su coche.

-Buenos días, Graham.- contestó Regina que conocía a casi todos los empleado de su empresa.

-¿Cómo está hoy?- le preguntó ayudándola a bajar.

-Muy bien, ¿Usted?- Preguntó también.

-De maravilla... que tenga un buen día.- Dijo al verla subir al ascensor.

Regina subió hasta su despacho donde bajo y vio a Bella ya metida en su trabajo, nada más pasar por delante la mujer la saludo y le dio el correo además de recordarle la reunión que tenía en menos de una hora.

-Un café, por favor.- Dijo Regina una vez que Bella le dijo todo lo que tenía pendiente.

-Yo me encargo.- Aseguró Bella saliendo del despacho.

Wines MillsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora