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"¿Tú dónde conociste al chico?" Su pregunta rondaba por mi cabeza, ¿y ahora que le decía?

— Emm...en... — vacilé, mientras buscaba algún lugar ideal — en el avión.

— ¿Se sentó junto a ti? — la curiosidad de Alice parecía nunca terminar.

Recordé cuando Off se sentó a mi lado en el piso del pasillo, reí — Algo así.

— ¿Y bien? cuéntame.

— Alice no tiene demasiada importancia. Era sólo un chico atractivo, cuántos más no hay aquí.

Y era cierto, porque, para empezar, Off sólo era una cara bonita entre muchos otros rostros en toda Venecia y además, no podía inventarme una historia acerca de otro chico sólo por no tener el valor de decirle a Alice que su novio me parecía lo más atractivo desde que había llegado a Venecia.

— Estoy realmente cansado, Alice. ¿Dónde está mi cama?

— Habitación — corrigió ella y luego sonrió — Justo allá — señaló hacia la derecha, apuntando una puerta de madera blanca.

— Gracias. Mañana será un día fenomenal, mañana que no esté tan cansado.

— Que duermas bien Gun. ¡No puedo creer que estés aquí! — me abrazó antes de retirarse a su cuarto—, Te quiero.

— Yo igual...descansa.

Arrastré las maletas hasta el pequeño cuarto que sería mi habitación. Era de tamaño medio, ideal para mí. Saqué de la maleta más pequeña el estuche donde traía mi cámara, y tomé una foto de la habitación. Aventé luego las maletas en alguna parte y puse con cuidado la cámara junto con su estuche sobre el escritorio, estaba demasiado cansado como para acomodar la ropa justo ahora.

Me acosté sobre la cama y coloqué las manos bajo mi cabeza, entonces me puse a pensar en todo lo ocurrido durante el día, y el rostro que había traído a mi memoria, era tan bello como el de un ángel, pero, un rostro que no me pertenecía. Pero, ¿por qué había pensado en él? En la idea de que Alice y Off no se conocían lo suficiente como para decir 'Te amo'; me reí por lo bajo al descubrir que lo que yo tenía ahora era envidia, desde Pak sólo idiotas habían figurado en la lista de mi corazón, y ahora Alice había encontrado a alguien que no lo parecía, y yo le tenía envidia. Volví a reír.

Qué patético.

Pero lo cierto era que detrás de aquella risa burlona había una palpable preocupación, el corazón de Alice no podía volver a romperse por segunda vez en una forma tan desastrosa como la primera. Allí figuraba mi miedo. O eso creía yo.

[...]

El sueño abrumador me despertó, una pesadilla que me perló la mayor parte de la cara de un sudor frío y que me obligó a abrir los ojos casi tan precipitadamente como me paré. El horrible accidente de mis padres se había proyectado esa noche en mis sueños.

Miré el reloj, aún con los nervios de punta. Eran las ocho con cuarenta y dos minutos. Suspire y me levanté de la cama, había dormido con la misma ropa con la que había llegado, así que me di una ducha rápida y luego me cambié.
Me dirigí a la cocina. Alice aún no se despertaba, así que me dio tiempo de prepararle el desayuno. Cociné un típico desayuno tailandés. Alice podrá vivir en Venecia pero sigue siendo tailandesa.

— Mmm... ¿Qué es eso que huele tan delicioso? — dijo en cuanto llegó a la cocina.

— Quise prepararte el desayuno — le puse el plato en el pretil.

— ¡Aww! es maravilloso tenerte aquí.

— Lo sé, soy maravilloso donde quiera que esté.

Ambos reímos y nos sentamos a desayunar.

— ¿Qué planes tienes para hoy? — me preguntó.

— Creí que tú ibas a hacer mi agenda de este día — dije, confundido.

La grande sonrisa de la que ella era dueña se extendió por su rostro.

— Sólo quise asegurarme de que no la hayas olvidado — rió de nuevo —, Te llevaré por las mejores discotecas, bares que hayas visitado — la emoción saltó a sus ojos.

— Genial — musité.

Fiesta. No era fanático de ir a los bares, por lo tanto, nunca me emocionaba mucho la idea de salir; pero a Alice siempre le había gustado salir a bares. Rara era la vez que salíamos juntos a bailar.

Había convencido a Alice de ir primero a las tiendas de ropa. Ella y yo caminábamos por las calles; hacía frío, junto con un gélido aire vagabundeaba por la atmósfera de Venecia.

— ¿Cómo pasó lo de Pak? Eso jamás lo supe — me dijo y le miré extrañado —, Quiero decir, que nunca supe cómo lo olvidaste.

— Oh, bueno, simplemente decidí superarlo y ya — me encogí de hombros y me quedé mirando a través de una vitrina una hermosa sudadera de talla grande azul brillante.

El reflejo de Alice se dibujó a mi lado en el vidrio y una repentina curiosidad vino a mí como una ola del mar.

— Dime Alice. ¿Cómo conociste a Off? — musité sin mirar el rostro de ella y fingiendo que observaba detenidamente la linda sudadera del aparador, nervioso.

— En un café, un día lluvioso — suspiró como si de pronto volviera a ver el recuerdo nítido en su mente y se perdiera en él, entonces la miré —, Se acercó y hablamos un poco, ¡él es tan gracioso! — suspiró —. Me contó que igual venia de Tailandia, que allí había nacido y que había venido a Venecia por lo mismo que yo: olvidar amores del pasado, sin embargo, hasta la fecha no me ha dicho qué fue lo que le pasó. Luego de reímos un rato, me pidió mi número de teléfono y en la noche del mismo día me llamó. Sólo quería desearme buenas noches — sonrió y suspiró teatralmente.

— Suena... como a un cuento.

— Me siento como en uno — sonrió también — ¡Dios! ¡Estoy tan feliz! — me abrazó, completamente llena de emoción.

— ¿Cuántos años tiene?

— Veinticinco.

— No hay mucha diferencia, tú tienes veintidós — dije aliviado.

— ¿Sabes qué nos dicen? — inquirió animada.

Manual de lo prohibido |OffGun|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora