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Miré los mimos que Off y Alice se hacían y me sentí mal, sin hablar del ya tan lastimado bombeador de sangre bajo mi pecho.

El hermano de Off me codeo y me hizo seña de que nos fuéramos de ese lugar. A ambos nos lastimaba. Lo tomé de la muñeca y le dirigí a mi habitación. Cuando cerré la puerta entonces supe que la atención de ambos estaba en nosotros. Lo último que quería era que Alice y Off pensaran mal acerca de mí y aquel pequeño chico, pero tenía el corazón demasiado adolorido como para detenerme a pensar en otra cosa.

El hombrecillo se sentó en mi cama y yo me quede recargado a la puerta. Ambos nos miramos por un largo instante, como si nos comunicáramos con los ojos. Hasta que él rompió el silencio.

— Me imagino que te divertiste mucho — dijo.

— Como nunca — admití y me retiré de la puerta para sentarme a su lado —, ¿Y qué hay de ti? ¿Por qué estabas con Alice?

Sonrió.

— Bueno, al no encontrarlos a ustedes aquí, me llamó a mí, y tú sabes que la raza es débil, además que no iba a desaprovechar alguna oportunidad para estar con ella y tampoco iba a dejarla sola — confesó.

Me tumbe sobre la cama.

— ¿Te confieso algo? — dije.

Se giró sobre su asiento y me miro desde arriba.

— Dime.

— Amo a tu hermano — susurré, como si ellos pudieran oírme.

Él rio.

— Cuánto lo siento — me palmeó la pierna, cerca de la rodilla.

[ ...]

Conforme pasaban los días, la culpa no desaparecía, sino que, por el contrario, iba aumentando.

Camine por las calles que ya conocía para llegar hasta el laboratorio de fotografías, donde se encontraba una de las pocas personas que sabían comprenderme y apoyarme. Aunque esta vez hablar con Nick no sería tan sencillo ya que Tay me acompañaba. Se ofreció en seguida de que me encontró en el pasillo del edificio y supo que me dirigía para acá.

Lo miré.

— ¿Lo invitarás a salir? — pregunté.

— ¿Crees que diga que sí? — dijo, nervioso.

— Por supuesto que sí — reí.

— ¿Crees que le guste?

— Eso... averígualo hoy.

Cuando llegamos Tay se plantó detrás de mí, como un niño totalmente tímido pero los ojos avellana de Nick chispeaban al verle. Me hice a un lado para no obstruir su vista y la sonrisa entre ambos decía más que mil palabras.

Me aclare la gargantea, haciéndome notar. Nick me miro al instante.

— Oh Guni, hola. ¿Nuevas fotos?

Le sonreí, dándolo por hecho.

Les di la oportunidad a Nick y a Tay de hablar y esperaba a que Tay realmente lo invitara a salir, mientras que yo me encontraba revelando las fotografías. Cuando terminé, las puse en una pila y las miré una por una.

Eran como veinte fotografías, y la mayoría tenía una cosa en común, o más bien alguien en común. El perfecto rostro de Off. Se me había vuelto como una obsesión retratarlo, era como para guardar el recuerdo o la menos tener unas pruebas de que los momentos a su lado habían sido reales.

Miré la hora en la pantalla de mi móvil, eran las seis con treinta y cinco minutos. Tenía dos opciones a elegir, una era quedarme aquí con Nick y Tay y así, no alimentar a este sentimiento con la compañía de Off; la otra era apresurar el paso para alcanzar a llegar al departamento y encontrarle, porque ese sentimiento quería ser alimentado.

Manual de lo prohibido |OffGun|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora