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Jaemin se mantuvo increíblemente callado todo el camino de vuelta a casa, él sabía muy bien lo que significaban aquellas palabras que Jeno le había soltado anteriormente, y no le gustaba para nada. Apenas traía sus dedos colgando del índice del mayor, con las cejas fruncidas en tristeza.

Un puchero se instaló en sus labios en cuanto entraron al departamento. Castigo significaba no besos.

—Voy a preparar la comida.

Jaemin asintió levemente mientras llevaba las bolsas hacia su habitación. Ordenó cada prenda con cuidado para luego meterla dentro de su armario, el cual parecía a punto de explotar ya con sus pertenencias y las de Jeno. Con el triste puchero aún en los labios ordenó su cama, estirándola, y se recostó sobre ella para ver videos en su celular.

Luego de un rato, Jeno le llamó para comer, y Jaemin fue de inmediato, intentando comportarse tierno durante toda la comida, pero lo único que recibió a cambio fue una sola sonrisa y un leve roce de manos. En cuanto terminó de lavar los platos, escuchó a Lee lavar sus dientes en el baño del cuarto, y fue con sus ojos de cachorro a su siga, lavándose sus dientes también.

Estaba esperando a que el mayor le dijera que el castigo se había acabado cuando tomó asiento en la cama.

—Tendrás tu castigo y luego podremos dormir la siesta.

Jaemin estiró sus labios, ¿lo iba a castigar así...? No le molestaba realmente, pero quedaría cansado, estaba bien dormir la siesta luego de aquello.

—¿Ahora? —preguntó apenas en un susurro, observándole con timidez desde la puerta del baño.

—Sí, ven aquí. —habló el mayor, colocando una mano en su regazo.

—Está bien. —susurró, acercándose, pero antes de hacerlo por completo se volteó hacia su mesita de noche. Tomó del cajón las dos felpudas orejas que usaba de vez en cuando, y con el labio inferior entre los dientes se las dio a Jeno. Tal vez sería un poco más compasivo si las usaba. —¿Puede ponerle esto a gatito, por favor?

Jeno deslizó los clips a través de su cabello con los labios fruncidos, colocándole las castañas orejas.

—De acuerdo, gatito, ahora sí ven con papi.

Jaemin frunció su ceño aún con el puchero en sus labios, pero se acercó a su novio, deslizando su estómago en su regazo con las rodillas dobladas. Jaemin levantó su hoodie un poco, viendo el final de su espalda, y sin mucha dificultad bajó su pantalón junto a su ropa interior, observando el culo de su novio, esta vez sin ninguna sorpresa de por medio.

—¿Por qué voy a castigarte, gatito?

—Porque no debí- ¡Ah! —había comenzado a hablar, pero la fuerte nalgada que su papi le había depositado lo interrumpió. Tomó una gran respiración y continuó— No debí calentar a papi en los vestidores...

Cinco nalgadas siguieron en cuanto se calló, y no pudo evitar soltar un lloriqueo, moviendo su culo suavemente. Su miembro comenzaba a endurecerse de nuevo.

—¿Algo más? —preguntó el mayor, acariciando con su mano las nalgas, apretando suavemente.

Jaemin volvió a relajarse bajo el toque suave, quitando con su mano una lágrima que resbalaba por el costado de su ojo. Él siempre había sido muy sensible, pero, Dios, le encantaba el picor y lo adolorido que quedaba su trasero.

—No debí usar un juguete sin preguntarle a papi. —murmuró otra vez bajito, comenzando a sentirse avergonzado por la situación.

Jeno continuó con las nalgadas, y cada vez que Jaemin daba un pequeño saltito, su polla rozaba con el regazo del mayor. Jaemin contó diez más en su mente.

daddy and kitty ♡ nomin ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora