44 7 0
                                    

Primer encuentro

Uno... Dos... Tres... Cuatro... Cinco...

¿Cuantos años más debían pasar para que lo elijan? Todos empezaban a hablar: "Ese niño esta maldito, no entiendo como aún sigue viviendo acá arriba", "Deberían exiliarlo, lo único que hace es esperar como un tonto", "Miralo, esta por cumplir 18 y aún no pisa la tierra".

Y cosas que ni él hubiera pensado ni en su peor momento. En fin, ángeles que ya vivieron en la tierra, creen que por eso son superiores.

—Estúpidos.— Susurra Jisung, luego de soltar una leve y amarga risa.

Han Jisung, 18 años, nació como un ángel sin misión. Todos los ángeles cuidan a alguien designado entre los 14 y 16 años, esa es la edad en la que suelen ser algo "maduros", según el dichoso Dios. Pero Jisung nunca recibió el nombre de la persona que debía proteger.

Los años pasaron tan rápido que no se entero en que momento había cumplido 18.

—¿En serio, designado? No me digas que te suicidaste antes de que siquiera vaya a protegerte, estúpido.— Suspiro frustrado. A pesar de que trataba de mantener la calma, saber que su única misión en la vida no estaba siendo completada hacía que todo su cuerpo se sintiera tenso y tuviera ganas de llorar y gritar sin parar. Estaba cansado.

—¡Han Jisung!— Gritó un chico rubio y risueño alargando la i.

—¿Qué cosa te tiene tan contento?

—¿Y tu cara? ¿Quién la deformó así? Se ve horrible

—Muy gracioso, Felix— Rió sarcásticamente, —muy gracioso... Bueno, contame.

Felix empezó a saltar, reír y gritar. Estaba emocionado.

Lee Felix, 18 años, otro ángel. Le habían designado proteger a un chico a sus 12 años, según los ángeles superiores ya estaba listo para eso. La realidad es que Felix insistió tanto que terminaron cediendo. De esa manera, Felix creció casi como un humano, siendo un ejemplo para todos los padres, diciendo que deberían ser como él.

—Hoy el chico al que protejo me... miró— Dijo lo último en un suspiro. Felix había cometido un gran error: enamorarse de su protegido. Claro que los sentimientos son algo imposibles de evitar, bla, bla, bla.

Era común, según Felix, ese chico era lo mejor que había visto en toda su vida angelical. Dijo que, si no supiera la realidad de los angeles y los humanos, el podría compararlo con un ángel, asegurando que tiene un "aura especial".

Iugh...

Si, un asco para alguien como Jisung.

Las campanas empezaron a sonar, dando aviso de que algo venía.

—¡Las campanas!— Gritó Felix, emocionado otra vez. Era un chico muy espontaneo, alegre y pecoso. El último detalle es muy relevante.

Una, dos y tres campanadas más para que terminen las 15. Esa es la mitad de la edad donde se te asigna de quien ser ángel, entre 14 y 16.

—A ver a que nene llaman ahora.— Dijo Jisung sin mucho ánimo.

Si, las campanas eran el aviso de quien sería oficialmente un ángel guardián. O para Jisung: "Hey, alguien va a ir a la tierra y ese no vas a ser vos". Pensamientos crueles, para él, realistas.

Un ángel con grandes alas y un libro antiguo y empolvado voló por encima de todos. Los más pequeños miraban al ángel asombrados, ¿algún día podrían volar también?

—Hoy anunciaré a un solo ángel guardián.— Todos se sorprendieron, ¿quién era ese chico y que tan importante era para que solo se lo anuncié a él? Generalmente, en estos grandes eventos, anunciaban entre 50 y 100 ángeles.

Siendo solo uno, para Jisung era obvio que no tendría oportunidad, una vez más.

—Luego de una larga espera, y años de frustración, este ángel va a poder vivir en la tierra.—Todo el mundo estaba espectante. Todos menos Jisung, que pateaba una pequeña piedra que seguro había traído alguien de la tierra. —El ángel es... Han Jisung, de la familia Han.

Es obvio que soy de la familia Han, que-

—¿Qué?— Felix lo miraba sonriendo, todos lo estaban mirando y eso, en cierto modo, lo ponía nervioso. Su día habia llegado, por fin. —¿De verdad?— El ángel asintió.

La gran puerta celestial se abrió delante de él. Esa puerta dorada, y más alta que cualquier torre, la que había visto a lo lejos, mientras sus amigos se iban, esa que creyó que nunca se abriría para él, se estaba abriendo, justo delante de sus ojos. Y era para él.

No había ningún error, probó en 5 minutos unas 100 veces si estaba dormido, miró a su amigos y al ángel aún volando.

Supo que era su momento.

Aunque no esperaba que su caída fuera tan abrupta.

Nubes y nubes y viento y más viento, cada vez más rápido y más cerca del suelo. Caía como un meteorito a punto de estrellarse contra la tierra. Pero cuando llegó solo sintió un leve golpe, como si se hubiera tropezado con sus propios pies.

¿Ahora qué?

¿Cómo iba a saber quien era su designado? ¿Y si se perdía? Además, ¿cómo iba a volver al cielo si quería visitar a alguien?

—¿Estas bien?— Un chico de cabello marrón y mirada algo fría, aunque cálida a la vez, estaba parado delante de él, ofreciéndole su mano.

¿¡Un humano podía verlo!?

Eso lo sabía, pero nunca lo había vivido, sentia miedo, vergüenza, pánico, todo junto, hasta felicidad.

—Si, gracias— tartamudeo un poco y se levantó con ayuda del extraño.

—Parece que te tropezaste con tus propios pies.— Rió en tono de ¿burla?

—Soy un poco torpe.

El chico sintió ternura. ¿Quién era ese bonito que había caído a sus pies, y que cuando lo ayudo parecia como si no lo hubiera visto antes?

—Por cierto, soy Minho.

Angel ∞ Minsung Donde viven las historias. Descúbrelo ahora