CAPITULO 1

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NADINE
- Ya llegamos - .pregunta por décima vez en 5 minutos la pequeña Mikaela, colmando mi inexistente paciencia; lo cual no es raro. Mi hermanita menor tiene la energía nuclear para hacer estallar Chernóbil tres veces y lo hace notar. -No, Mikaela, no hemos llegado, y si no haces silencio, voy a dejarte en una gasolinera-. Una sonrisa ladina se posa en mis labios; no la voy a dejar, solo sé que con eso hace silencio.

-Nadine, no le digas eso a tu hermana; ya vamos a llegar, son 3 kilómetros más-Mira por el retrovisor mi cara. -¿No estás feliz, hija?-
-No-.Y es completamente la verdad: he cambiado más de casa que de novio, y la última fue la más duradera; tenía amigos y un círculo seguro, no quería irme, pero mamá y su afán de cambio hicieron que nos mudáramos a un pueblo en el medio de la nada.

-No, mamá, nadie, además de ti, está feliz por esto-. Jeremy asiente, dándole la razón a su gemelo.
-Le doy la razón al inepto.-
Es un pueblo pequeño con ese ambiente boscoso, clima levemente frío, aún con sol; la casa se diferencia entre el resto: el tono blanco incandescente que mi madre escogió para la casa es definitivamente brillante.

Miro a mi alrededor; los vecinos se ven recién mudados, ordenando el jardín; un chico resalta con su atuendo negro. Pero mi momento de vieja chismosa es interrumpido por mi madre, que con su dulce voz me grita:
-NADINE, VEN A AYUDAR-. Universo, ilumíname o ya mejor elimíname.

Sabían que la mayor causa de infarto son las arañas; no tengo pruebas, pero tampoco dudas. Mientras limpiaba mi nueva habitación, descubrí además que estas se reproducen más que chisme en Latinoamérica; pero logré mi prometido: una bonita habitación/Nadine cueva en el ático de la casa.

Logramos acomodarnos para tener cada uno su espacio: mi hermano mayor, Mark, tiene el sótano adaptado como apartamento; los gemelos, Jayden y Jeremy, comparten cuarto; Mikaela, uno pequeño junto al de los gemelos; mi madre, el principal, y el mío, el ático. Siendo una familia medianamente numerosa, el tener cuarto propio es casi un privilegio.

Mi familia sale a conocer el barrio mientras yo hago lo que mejor se hacer: mirar el techo y sobrepensar, estar tirada sobre las sábanas, pensando en que otra vez voy a estar sola por meses, en abrumador. El miedo a la soledad es una compañía que nadie quiere, así como tu tío borracho; nadie lo invita, pero tampoco nadie lo quiere echar.

En medio de mi auto flagelación, escucho mi estómago crujir hambriento; sé que en la nevera solo debe haber una mosca y hielo, pero igual fingí demencia yendo a revisar. Me encuentro con una nota de Jeremy otra vez las habilidades sociales de mi madre llevándonos a tener que ser educados y formales en casa de un completo desconocido.

"Querida hermana, mamá socializó de nuevo, y el vecino nos invitó a cenar; te esperamos en casa de los vecinos, lado derecho, casa con flores rojas". Acaricio mi cien con desesperación, tomo mi teléfono, saliendo de la casa.

Encontrar el lugar no es difícil cuando veo a Jeremy con un chico besándose en frente de la casa; no me sorprende, Jeremy es directo, sabe lo que quiere y si lo quiere, lo va a tener. Camino a pasos amplios. -¿Qué bonita bienvenida, Jeremy? ¿Cuánto llevamos aquí?-. Miro la hora en mi teléfono: 8:15. -5 horas y ya tienes tu lengua en la garganta de un pobre chico-.

-Lo lamento-, dice el chico, alto con cabello negro en un buzz cut y mejillas rojas. -No te preocupes, estoy bromeando. Soy Nadine, la hermana de Jeremy. ¿Y tú eres?-.

-Marcus, mucho gusto-. Me muestra una sonrisa brillante y agradable. Es un buen muchacho, lo sé por sus ojos puros y sinceros. -El gusto es mío, querido. Los dejo seguir en lo suyo. Recuerden la protección-.

SCARY LOVEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora