Armarse de valor es algo muy difícil, y eso yo lo sabía, pero mis pies seguían con el mismo ritmo con el que salí de mi casa e iban en una sola y clara dirección, Ken. Había tomado la decisión de confesarle absolutamente todos mis sentimientos, aunque me haya tardado dos años en conseguir el valor suficiente para abrir mi corazón. Los nervios me carcomían por dentro, pero no pensaba detenerme, ya era hora de liberar esa opresión que hacía que mi órgano encargado de bombear sangre recibiera más de una punzada por día.
-Em... Ken...- Lo llamé dándole un leve golpecito para que éste volteara. Ver sus ojos hizo que me arrepintiera de lo que iba hacer, pero aún así busqué fuerzas desde lo más profundo de mi ser –Necesito decirte algo- Mi voz cada vez se hacía más difícil de entender debido al nudo que se estaba formando en mi garganta.
-Está bien Sia, dime- Me regaló una de sus sonrisas. El problema era que no estábamos solos, junto a él estaban sus cinco amigos y todos se habían volteado a mirarme, esperando que dijera lo que tenía que decirle.
-Es... Es algo privado- Dije en un hilo de voz ya que no quería parecer una maleducada con sus amigos.
-Vamos Sia- Dijo Ken tomándome por lo hombros –Sólo dilo- No apartaba sus manos de mi cuerpo haciendo que mi corazón comenzara a latir de forma rápida.
-Tú... Em... Yo...- No podía articular las palabras, mis manos estaban sudando demasiado y ya no podía mirarlo a los ojos.
-Tranquila- Dijo riendo –Respira hondo y dilo- Aconsejó mientras se apartaba un poco dejando que mi cuerpo ya no se sienta tan nervioso ante su cercanía.
-Me gustas- Dije con todo el valor que cabía en mi interior. Nadie hablaba y yo no me atrevía a levantar la vista, no soportaría ver su rostro. De un momento a otro se escucharon unas estrepitosas risas haciendo que levante mi cabeza y observe como Ken y varios de sus amigos estaban tirados en el suelo riéndose de forma exagerada ante mi confesión. Mis ojos se llenaron de lágrimas al ver la humillación a la que era sometida y por unos segundos miré a los otros dos chicos que no se estaban riendo, ellos sólo me miraban con lástima.
Me giré y comencé a correr sin importar que me perdiera todas las clases, no era tan masoquista como para dejar que me humillen durante casi todo un día. Una vez que pisé el pórtico de mi casa comencé a llorar, a liberar todo el dolor que en ese momento castigaba a mí ahora sensible corazón. Entré sin miedo a que me vieran ya que mi padre estaba en su empresa y hasta altas horas de la noche no volvería, subí hasta mi habitación donde me desplomé sobre mi cama y seguí eliminando aquellas emociones que me destruían.
El sonido de mi celular hizo que abriera mis ojos hinchados, miré hacia la ventada y pude ver que ya estaba atardeciendo, había dormido durante varias horas. Tomé mi celular y atendí tratando de ocultar mi poco ánimo.
-¿Hola?- Dije mientras frotaba mis ojos llenos de lagañas.
-Hola hija ¿Cómo estás?- Era bastante raro que mi padre llamara, ya que se supone que dentro de un par de horas estaría en casa.
-Bien papá ¿Qué sucede?- Pregunté bajando por las escaleras para llegar a la cocina.
-Te llamé para decirte que no podré ir a casa hoy- Bingo, ya sospechaba de algo así –Volveré mañana en la noche, lo siento- Se escuchaba apenado. Mi padre siempre ha tratado de pasar el mayor tiempo posible conmigo, pero los horarios de su empresa hacen que sólo podamos hablar un par de horas ya que llega tarde en la noche y yo tengo que acostarme temprano para poder levantarme e ir al colegio al otro día.
-Está bien papá- Dije sacando un paquete de galletas de la alacena –No te preocupes, el sábado si quieres podemos ir a cenar a algún sitio- Ofrecí de forma sincera, no me gustaba que se sintiera mal. A decir verdad a mi sus horarios no me afectaban, no era que no me gustaba pasar tiempo con él, sino que disfrutaba de la misma manera las horas que estaba con él como las que no.
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Beautiful View (One Shot) (Ken - VIXX)
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