Capítulo 6

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Sólo había sentido el primer espasmo de su cuerpo cuando toda la habitación se llenó de electricidad y las bombillas de la lámpara del techo arrojaron una luz intensa antes de fundirse.

Kyoka se agarró a sus hombros mientras Kaminari empujaba fuerte al llegar a su propio clímax. Fue el más fuerte de la noche y la dejó por completo agarrotada. No podía recuperar el aliento y menos pudo hacerlo cuando él se tumbó saciado sobre ella. Tenía toda su piel erizada y con un cosquilleo picante que casi la hizo ronronear de gusto. Pero cuando al fin pudo abrazarle, aún con sus respiraciones agitadas, supo que la había dejado al borde del precipicio.

Era la mejor sesión de sexo que había tenido en su vida. Y si ya pensaba que la había echado a perder para otros hombres cuando los comparaba con el Kaminari de hacía años, ahora casi le dieron ganas de llorar ante lo que pasaría de ahí en adelante. A partir de entonces, no sería capaz de considerarlos ni como amantes de una noche.

A penas había conseguido ralentizar su respiración cuando le sintió removerse.

—¿Por qué has apagado la luz? —preguntó él desorientado.

—No he sido yo —replicó mordaz—. Has fundido todas las bombillas de la habitación con tu electricidad.

Denki se tensó y la miró en la penumbra provocada por la luz del pasillo que entraba por la puerta.

—¿Te he electrificado? —casi gritó. Le pasó una mano por el pelo y maldijo—. ¡Joder, lo he hecho! ¿Estás bien? —Aunque esa preocupación pasó a segundo plano en cuanto notó que el preservativo se movía al perder dureza. Se lo agarró al instante—. Necesito luz.

Kyoka activó la linterna de su móvil y Kaminari revisó que todo estuviera en orden, muy sorprendido de que siguiera en su sitio con la actividad frenética del final. Le hizo un nudo al condón y lo dejó en el suelo. Entonces, volvió a la preocupación inicial.

—¿Te he hecho daño?

Le puso una mano en la mejilla para absorber la electricidad estática que la inundaba y ella negó con la cabeza.

—Nunca lo has hecho.

—¿A qué te refieres con «nunca»? —cuestionó desconcertado.

—Esto ya lo hacías cuando estábamos juntos... aunque no con esta intensidad. Todavía la noto bailar por mi cuerpo —añadió con una débil sonrisa.

—¿Que te hacía esto cuando éramos novios? —se extrañó él.

—Bueno, esto no —respondió en honor a la verdad—. Jamás me habías provocado orgasmos con tu singularidad. Desde luego, te has convertido en un maestro del tema... —comentó anhelante.

Denki la observó con el nivel de incredulidad por las nubes. Jamás su singularidad le había sacudido de esa manera. Por supuesto que durante su noviazgo con ella había estado presente y era ese placer extra lo que había buscado con otras y no había encontrado —aunque también era cierto que jamás había tenido sexo con esa ansiedad y desesperación invadiéndole y eso había descontrolado su singularidad.

Sin embargo, lo que no sabía hasta ese momento era que siempre se había extendido a ella... y eso le preocupó. Podría hacerle verdadero daño. Kyoka no era como él; su cuerpo no estaba preparado para asimilar electricidad.

—Nunca utilizo mi singularidad durante el sexo —murmuró contrito.

—Claro que sí, lo has hecho siempre —refutó al instante.

—¿Estás loca? ¿Por qué iba a hacer algo así? —repuso contrariado—. Es electricidad... Podría hacerte mucho daño.

Kyoka sonrió extrañada, casi pensando que le estaba tomando el pelo. Precisamente su singularidad era lo que hacía el sexo con él tan alucinante y estaba segura de que era el aliciente más fuerte para tener el harén de mujeres que debía tener.

No puedo olvidarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora