Denki observaba la calle a través de la ventana del coche pero sin verla en realidad. Kyoka ni siquiera había puesto la radio, por lo que estaban haciendo el trayecto hasta su casa en un horroroso silencio.
Tamborileó inquieto con los dedos sobre su pierna, alterado.
Que Kyoka se hubiera presentado en la actuación de esa noche le crispaba los nervios. Podía haber elegido cualquier otra del año, pero no aquélla. Ese día era suyo; lo había sido por cuatro años. Y Kyoka había invadido el quinto sin ningún tipo de consideración.
Si no fuese por todo lo que habían tenido que soportar, les habría dado una paliza a Masaru y Fumikage por obligarle a acompañarla. Estar metido en un coche con la mujer a la que involuntariamente le había dicho que aún se acordaba de ella después de cinco años, era uno de los momentos más violentos que había vivido en su vida.
Era un maldito perdedor... y ahora ella lo sabía. Tenía que estar descojonándose de él y lo peor de todo era que se lo merecía.
Resopló disgustado.
—No tengo problema con dejarte aquí —le propuso Kyoka en respuesta—. Les puedes decir que me acompañaste hasta la puerta de casa si te apetece. Desde luego, yo no pienso decir lo contrario.
—Ellos quieren que no te pase nada, así que me cercioraré de ello.
—No soy estúpida. Es evidente que no hablabais de mi seguridad —replicó mordaz.
—Siempre has sido más lista que yo —rebatió—. Tú sabrás lo que entendiste.
Kyoka frunció los labios contrariada y aceleró la marcha. Denki la miró de reojo casi sin poder creer que la tuviera tan cerca.
Era lo último que se habría esperado que sucediera. Cuando al fin fue consciente de lo que había perdido, pensó que quizás podría intentar arreglarlo la próxima vez que se encontraran, puesto que no quería presionarla presentándose en su casa si aún no estaba lista. Pero cuando pasado más de un año sólo había obtenido de ella dos mensajes de texto estándar para felicitarle distintas fiestas, supo que eso jamás ocurriría. Kyoka se limitaba a mandarle un simple «felicidades», aunque él además se preocupara por cómo estaba. Por supuesto, su respuesta siempre era la misma: un escueto «bien» con el que no podía dejarle más claro que estaba preguntando de más.
Tras pasar dos años, supo con certeza que no volvería a verla a menos que fuese de forma fortuita, cosa que no había ocurrido en todo ese tiempo. Ni siquiera lo había hecho en el par de galas de ranking de héroes a las que había podido asistir y eso sí que era toda una proeza conseguir.
Por tanto, se encontró con que su único contacto con ella no daba muestras de dar pie a más y ni intención que había. Y en realidad, no era como si aquello hubiese sido suficiente para desanimarle, porque era bien consciente de que habría intentado hacer otra cosa. Pero entonces, la prensa sensacionalista acabó por hacerse eco de la relación que mantenía con otro tipo y eso sí que le hundió.
Asimilar que no había solución para el mayor error de su vida, le había costado meses —y salud— digerir.
—¿Por qué estás tan enfadado? —le preguntó con un ligero titubeo.
—No estoy enfadado.
—Sí lo estás —contrarrestó ella—. Me estás poniendo nerviosa con los golpecitos.
Denki miró su mano como si lo hiciera por primera vez y después se cruzó de brazos disgustado para detener el movimiento involuntario de su cuerpo.
—¿Tanto te molesta verme? —continuó casi en un suspiro.
Apenas podía apreciar su rostro, solo iluminado intermitentemente por las farolas de la calle, pero estaba seguro de que estaba en tensión.
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No puedo olvidarte
Fiksi PenggemarSi sólo hubiera sido entrar, verle y marcharse, posiblemente habría superado la prueba que llevaba cinco años esperando superar. Pero lo que desde luego no podía ni imaginarse cuando entró, fue que aquello se convirtiera en la prueba de fuego con la...