Bright lo observó parado a su lado con la mirada juguetona y lamiendo su paleta como si aquel pedazo de caramelo fuera lo más delicioso del mundo. Parecía ser un chico mucho más joven que él, pero algo le decía que no se confiara, que aquello podía ser solo una finta, ese muchacho tenía algo extraño, su presencia lo perturbaba, no al grado de temerle pero sí de ser precavido.
- No tiene caso que me temas – le dijo sin dejar de observar su paleta – si lo haces solo complicarías las cosas – esta vez despegó la vista del dulce para mirarlo directamente a los ojos.
Bright no supo por qué, pero quedó atrapado en el color café tornasol de aquellas pupilas. Nunca había visto a nadie con un color de ojos tan peculiar y característico, brillaban con ciertos reflejos dorados que parecían dos esferas de ámbar, aquella resina fosilizada de origen vegetal. Eran fascinantes y misteriosos, y al mismo tiempo le advertían que debía tener cuidado. Un escalofrío recorrió su cuerpo de pies a cabeza y desvió a mirada al piso, fue entonces que notó que el chico no usaba calzado.
- Estás descalzo… - susurró Bright sin apartar la vista de sus pies.
- Sí – respondió el otro – así me gusta.
- ¿Vas por ahí sin usar zapatos?
- En toda mi existencia no he tenido que usar esas molestas cosas – dijo con orgullo – No creas que por haberte elegido las cosas iban a cambiar.
Bright se quedó en silencio observando al otro chico. Era un par de centímetros más alto que él, piel blanca, vestido con unos jeans negros y una camisa de vestir color rojo y un escote que llegaba por debajo de sus pectorales.
- ¿Quién eres y por qué estás hablándome? – preguntó al fin.- Vamos al otro vagón, hay menos gente y quiero evitar un drama innecesario – respondió.
- No pienso ir a ningún lado contigo – desafió.
- De acuerdo te lo diré pero no quiero que grites ni te hagas un escándalo mayor - cedió como pocas veces hacía, dejó la paleta de lado y se colocó enfrente del chico, recargado en la ventana muy pegado a su cuerpo, se acercó hasta su oído le dijo su nombre en voz baja – yo… soy… Lucifer…
El muchacho de cabello castaño se alejó para verlo a los ojos. Era oficial, ese chico estaba desquiciado. Descalzo y hablando incoherencias, no era más que un lunático que había escapado del psiquiátrico. Decidió ignorarlo, esperaba que otra persona llamara su atención y lo dejara en paz. Ese tipo de personas necesitaba ayuda médica y no caridad, pues por su mente pasó a idea de darle algo de dinero para que pudiera vivir.
- Ni soy un lunático, ni soy vagabundo y mucho menos necesito dinero para vivir - habló Lucifer sin dejar de mostrar una hermosa sonrisa en su rostro - y por cierto, nadie más ha llamado mi atención como lo has hecho tú, así que no creas que iré por alguien más, al menos no todavía.
Ahora sí que estaba asustado. Todo lo que había pensado ese chico lo sabía y negaba cada uno de sus pensamientos. La alarma del tren sonó y las puertas de abrieron. Bright regresó a la realidad y sin decir nada bajó del vagón para emprender una carrera directa y sin escalas a la superficie. Corrió esquivando a las personas sin soltar su mochila, cuando llegó a calle se detuvo y colocó sus manos en las rodillas tratando de llevar aire a sus pulmones.
- Ni que hubieras corrido el maratón completo - Lucifer ya lo esperaba en el exterior pero ahora en lugar de una paleta llevaba un plano de la ciudad - Según este mapa, tu casa está por allá.
- ¿Cómo llegaste primero? – preguntó Bright cuando recuperó el aliento.
- No me subestimes Bright – sonrió – es divertido jugar contigo, pero si llegas a cansarme no dudaré en acabarte, aunque sería una lástima.
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POBRE DIABLO - BRIGHTWIN [ADAPTACIÓN]
Fiksi Penggemar- Adaptación BrightWin - La historia cuenta como un ser de oscuridad se enamora de un ser de luz, aunque reconocerlo le lleva mucho tiempo; sin embargo, a pesar de que todos creen que no es capaz de dar amor. Lucifer hará un sacrificio que nadie s...