Lo puedes escuchar en el silencio.Puedes sentirlo en tu camino a casa.
Puedes verlo con las luces apagadas.
Estás enamorado, amor verdadero.
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Mina y Tzuyu eran las mejores amigas, iban juntas a todos lados, en clases se sentaban juntas, en los descansos almorzaban juntas, solo eran ellas dos y nadie más. Sin embargo, una de ellas sentía algo más, mucho más por su mejor amiga.
Ambas chicas habían terminado su jornada escolar y ahora caminaban en silencio.
—Mina unnie —Murmuró Tzuyu llamando la atención de la nombrada, esta le sonrió.
—¿Qué pasa?
—Yo...bueno... ¿me...me explicarías el último tema? No...no entendí muy bien —Se odio totalmente por tartamudear pero a Mina le causó ternura.
—Claro, entonces vamos a tu casa —Tzuyu asintió, su corazón empezó a revolotear con solo la idea de tener a Mina cerca de ella.
No tardaron el llegar a la casa de la taiwanesa, Mina saludó a la madre de la menor y se dirigieron a la habitación de esta.
—Bien, ¿qué es lo que no entiendes? —Preguntó la japonesa poniendo su mochila en la cama y sacando su libreta.
Tzuyu la imitó y cuando sacó su libreta, se sentó frente a su escritorio, Mina por su parte se sentó en la cama frente a la menor.
—Bueno... esta parte —Le mostró a la mayor y aquella buscó en sus notas.
—Oh pero eso es fácil, mira —Tzuyu acercó su silla hasta Mina mientras veía como aquella le explicaba.
No pudo evitar perderse en sus ojos cuando la miraba, en sus labios que se movían tan tranquila y suavemente, en su voz tan serena, en esos lunares que adornaban de una hermosa forma el rostro de la mayor. Suspiró. Su corazón latía tan rápido que temió ser escuchada, estaba nerviosa, siempre se ponía así cuando tenía a Mina cerca. Tzuyu miró la cadena en el cuello de la japonesa, cadena que le había regalado en su cumpleaños, le gustaba que Mina la usara siempre, eso le hacía muy feliz.
—Y así de fácil es —Sonrió la mayor, haciendo que Tzuyu desviara su mirada avergonzada, más aún porque no había prestado atención.
—Mmm, ya veo, es fácil —Dijo lo primero que le vino a la mente y se alejó con su silla para hacer unas falsas anotaciones.
El resto de la tarde la pasaron hablando y jugando, esto último lo hacía solo la japonesa y Tzuyu solo la miraba. Amaba ver esa sonrisa en la mayor cuando ganaba y amaba esa mirada que ponía cuando se concentraba.
De repente escucharon fuertes truenos y relámpagos que acompañaban una fuerte lluvia. Mina no pudo regresar a casa ese día pero no tenía problema porque no sería la primera vez que se quedaba en casa de Tzuyu.
—Le he avisado a mi mamá —Se acercó a la cama donde la taiwanesa estaba sentada en el respaldo de la misma abrazando sus piernas—. Así que...¡pijamada! —Dijo emocionada y se sentó a lado de la menor.
Un fuerte trueno se escuchó y Tzuyu abrazó más sus piernas. Era bien sabido que la menor era miedosa a estos. Mina al notarlo, apretó la mano de aquella dándole seguridad.
Ninguna prueba, un toque y has sentido lo suficiente.
La noche fue pasando y Mina había ingeniado un juego para que Tzuyu no pensara más en los truenos.