Capitulo 1

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Nunca sabrás que tan oscuro y aterrador puede ser un bosque hasta que un monstruo salido del averno te persiga a media noche o peor aún… podrías topártelo a plena luz del día.

El pequeño Aioros, de tan solo diez años de edad podría haber tenido un viernes común y corriente, podría haber hecho su tarea y disfrutar de un hermoso fin de semana con su abuelo y sus dos hermanos, podría haberse evitado el suplicio de tener que correr por su vida por una vasta zona boscosa, podría haber escuchado el consejo de su hermano mayor Sísifo de no hacer cosas imprudentes como cortar camino por el bosque en vez de esperar a que él pasara a recogerle, pero todo eso era cosa de una realidad que para Aioros, en esos momentos ya no existían; una traviesa raíz se encargó de interrumpir su ya desesperada carrera, el chiquillo se levantó como pudo, pero nuevamente volvió a tropezar, esta vez no por una rama…asustado y con los pantalones mojados, el chico se dio vuelta y lo que vio hizo que el nudo en su garganta se desarmara por última vez…

-SÍSIFO!

SEIS AÑOS DESPUÉS

Al principio solo se trataba de él, nadie más que él de pie en medio de un fondo oscuro con una única luz sobre su cabeza, completamente solo en medio del silencio que le taladra los oídos.

Hasta que.

-Papá…Papá…Mamá no despierta…No despierta!

El eco apenas audible de esa vocecita infantil desaparece y es remplazada por el recuerdo de sus propios gritos.

-Integra…Integra?...INTEGRA!INTEGRA!

Luego el sonido de un electrocardiógrafo dejando de funcionar…

Sus ojos se abren de golpe ante aquel sonido que resulto ser la alarma de su despertador. Se sienta pesadamente sobre la cama cubriéndose la cara con una mano y deslizándola simultáneamente hacia arriba, echándose hacia atrás su larga cabellera azul.

-¿Hu?-un olor se introduce en su nariz, un suculento aroma a huevos con tocino y pan tostado; solo hay dos posibles razones por las que exista ese olor tan temprano, pero… es muy temprano ¿no se supone que las razones deberían estar durmiendo?

Extrañando toma el despertador cuadricular del tocador junto a su cama y en entonces que termina de despertar ante la sorpresa que se ha llevado al ver la hora.

COCINA, PLANTA BAJA

Dejo de freír al escuchar la alarma de su reloj digital.

-Y baja en: cinco, cuatro, tres, dos…-se escucharon pasos al final de la escalera-Uno.

-Vaya, veo que madrugaron-Aspros entro a la cocina acomodándose el saco-Muy bien ¿Quién cambio mi alarma?

-Necesitabas dormir-dijo saga quien serbia el desayuno respondiendo con ello a la pregunta de su padre-Ya está.

-Iré por los vasos-Kanon se levantó del banquillo que había ocupado para hacer el licuado de mango que tanto le gustaba, se acercó a la alacena y bajo tres vasos para malteada, los puso sobre la barra y volvió a su lugar con la misma naturalidad con la que se había puesto de pie.

Saga procedió a llevar los platos a los respectivos lugares, Kanon le alcanzo los cubiertos y los acomodo de igual manera, mientras que Aspros no se había movido del lugar en donde estaba, solo seguía con la mirada a sus jóvenes autómatas de doce años. Saga fue el primero en sentir la mirada pesada de su padre.

-¿Qué?-soltó al verse observado.

-No, nada-respondió su padre con soltura y una mueca de agrado en su rostro, mientras en sus adentros se preguntaba ¿en qué momento habían crecido tanto? Y ¿En dónde habían quedado aquellos bultitos de alegría a los que tenía que perseguir de aquí allá? Los mismos por los que desde hacía años se levantaba dos horas antes para prepararles el desayuno, arreglar la casa y que alistaba para llevar al colegio y así poder irse a trabajar, para después volver por ellos y encontrarse con un regalo nuevo o una carita feliz en sus cuadernos, señal de haber presentado un buen trabajo.

Las Dos Caras Del TerrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora