Último día

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¿Sigues ahí? Bien, prosigamos.

Llegas a tu casa cansada y destrozada, ebria, como de costumbre. Te quitas los zapatos y como todas las noches te diriges a tu dormitorio, te tumbas en la cama y duermes para despertarte al día siguiente muy tarde y con resaca. Y así todos los días. Un bucle..

¿Te gusta? A mi no. Cambiemoslo. Ten en cuenta que yo soy la muerte, el destino.. Lo soy todo. Cuándo no te guste qué sentido está tomando tu vida avísame. Al fin y al cabo quiero que estés de acuerdo.

Te quitas los zapatos (hasta ahí bien) Te contemplas en el espejo del corredor. Sí, el del corredor ¿Para qué quieres ir al baño? Confía en mí, ya irás más tarde.

Intentas encontrarle sentido a tu vida, a la rutina que creaste desde que Lucas se fue. Intentas simpatizar con Sol (la nueva) porque ni tú misma te reconoces. Solo llegas a una conclusión. Tú vida no tiene sentido, lo dejó de tener cuándo él se fue. En realidad desde que él se fue tú dejaste de vivir. Te fuiste con él. Moriste con él.

Solo tu cuerpo, prácticamente inerte seguía dando tumbos por la vida. Aferrado por alguna extraña razón a ella. Y tú deseabas más que nada romper esa conexión, irte por completo, reunirte con Lucas. Volver a vivir.

¿Qué había sido de todos tus familiares? ¿Qué había sido de todos tus amigos? Poco a poco los fuiste perdiendo también. No querían perder las ganas de vivir, no querían que les quitases el color. Optaron por irse ¿Quién no lo haría? Habrían acabado como tú, destrozados. Lo sabes.

A veces te preguntas si la pérdida de Lucas no ha sido suficiente, si estás condenada a perderlo todo, pero lo cierto (tu y yo lo sabemos) es que todo lo perdiste perdiéndolo a él.

Te diriges a la cocina. No para comer, pues no tienes ganas, hace tiempo que dejaste de tenerlas. Enciendes la caldera y sales.

Lo tienes muy claro, nunca lo habías tenido tan claro..  Aunque tarde o temprano habrías optado por ello, porque sabes que no tienes elección.

Ahora si, te diriges al cuarto de baño. Te desnudas y de nuevo te observas en el espejo. ¿Contenta? Te lo había prometido.

Abres el grifo y tocas con la yema de los dedos el agua, está fría. Esperas unos minutos...

 Vuelves a tocarla (de nuevo con la yema de los dedos) ¿No? ¿Por qué? ¿Prefieres que sea con la palma de la mano esta vez? De acuerdo. Con la palma de la mano. Está caliente, sonríes (No porque estés feliz) Tú sabes por qué. Esperas a que se llene de agua (la bañera, claro)

De mientras, abres el segundo cajón del pequeño armario que hay en el cuarto de baño(dónde sueles poner las toallas) revuelves hasta encontrar una cuchilla y decidida la coges.

Echas un vistazo a la bañera, ya está llena. Cierras el grifo e intentas entrar..

- Ah - Gritas, el agua está muy caliente. Suspiras.

Sales del cuarto de baño. ¿Por qué? Porque necesitas ayuda, sola no puedes. Te diriges a la nevera y sacas una litrona, la abres y le das un trago. Decides llevártela al baño. Antes de volver a él (Al baño digo) te diriges a tu habitación para coger la pitillera. Necesitas liar un porro, aún te queda algo de piedra.

Ya estás metida en la bañera, estás fumando y bebiendo y te encuentras muy a gusto sumergida en el agua.. Inhalas oxígeno pausadamente y con los ojos cerrados. Coges la cuchilla y sin darle más vueltas empiezas a perforar la piel de tu muñeca para llegar a la vena principal. Estás tranquila, apenas duele. ¿Duele? El dolor es placentero debes aguantarlo. Lo mejor aún queda por llegar. Haces exactamente lo mismo con la otra muñeca. Aprovechando que aún tienes fuerzas, grabas en tu pierna (con la cuchilla) una L (de Lucas claro). Cierras los ojos y empiezas poco a poco a marearte, sientes algo de frío, pero no importa pronto te quedarás dormida.

¿Qué te parece? ¿Cambiamos algo? ¡¿Sol?! ¿Ya no me oyes? Eso es que ya estás dormida.

Descansa.


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