El rencuentro: Ella

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Pov: Diane

Estábamos desayunado en el típico bar de las afueras del pueblo. Mamá se tomaba un té lentamente. Según ella los tés por la mañana le hacían conectar con su "yo interior". Papa, de mientras hablaba con la boca abierta ya que charlaba alegremente con mi madre sobre sus últimos proyectos. Se les veían muy emocionados, bueno, por lo menos no tan tensos, no igual que siempre. Supongo que el verano le viene bien a todo el mundo. Yo me sumergía en mis pensamientos para así ocultar mi nerviosismo.
Cada verano, mis padres y unos amigos de la infancia -de esos típicos que son inseparables- se reúnen y pasan el verano en el antiguo chalet de mi abuelo, que ahora pertenece a mi padre. Llevan haciendo esto antes de que yo naciera. Cuando ellos eran unos adolescentes. Por desgracia, esta tradición se vio interrumpido ya que, sus amigos, por temas de trabajo, se tuvieron que mudar muy lejos de nuestra ciudad. Por ello, levamos tres veranos sin cumplir esta tradición. Afortunadamente, este año, se han vuelto a venir y podremos volver a pasar este verano con ellos. Aquel matrimonio son los Floyd. Más concretamente Robert y Ámbar Floyd. Son un encanto de pareja, al menos así lo recuerdo yo. Robert es un gran empresario, muy carismático y divertido, mientras que su mujer es una gran cocinera y tiene su propia línea de restaurantes e incluso pastelerías. Ella es encantadora y risueña. También es muy buena madre, así es,tienen hijos. Joshua, es el hermano mayor, me sacaba cinco años. Lo recuerdo alto, con el típico pelo rubio que caracterizaba a la familia Floyd. Era muy amable conmigo y siempre me protegía. Me quería tanto que nos llamábamos hermanos y yo le decía que era el hermano mayor que nunca tuve. Era listo y un poco tímido, creo que por eso nos llevábamos muy bien. Le gustaban las mismas pelis que yo, los mismos libros, los mismos deportes... Era como de mi sangre. Y después estaba Rotherick, o como le gustaban que le llamaran, Ry, según él se veía cool. Para mi, Ry, siempre fue un completo idiota y egocentrico. Es el típico que le cae bien a todo el mundo y tu no entiendes por qué. A los ojos de los ancianos, era un chico creativo, inteligente y entusiasta. Para los adultos, era como un celebro andante, no te miento si te digo que sabe hacer de todo. ¿Hace algún deporte? Fútbol, tanto americano como normal, surf, natación, tenis, tiro con arco, calistenia, levantamiento de pesas, incluso natación sincronizada y danza moderna. ¿Sabe algún idioma? Sabe chino mandarín, inglés, español, coreano, alemán e italiano.
¿Es buen estudiante? Saca todos sobresalientes y tienes tres matriculas de honor. Gana competiciones, ha sido modelo, casi escribe un libro y graba una serie de su localidad. Lo que decía, un ídolo a los ojos de los adultos. Era creativo, podía inventarse mil y una historias para jugar. Siempre supuse que era por eso que los niños chicos lo adoraban. Y para los chicos de su edad, era como una celebridad. La última vez que lo vi, era uno de los más populares del instituto y también de toda la playa. Se le daba bien hacer amigos. Al contrario que yo, que los pocos que tenía, me usaban para poder estar con Ry. También ligaba fácilmente, aún me acuerdo que me dejaba sola en la playa y se iba con sus conquistas. Era realmente guapo, tenia buen cuerpo y un pelo rubio muy bonito acompañado de sus ojos casi blancos. Tenia unos labios muy besables y dientes tan blancos que protagonizó un anuncio de pastas de dientes cuando era pequeño. Pero para mis ojos. No era nada de eso, era un chico frío, seco, que se burlaba de mi. Decía que era una niña chica y él solamente me sacaba casi dos años. Siempre me dejaba claro que parecía una tabla y un pájaro parlanchín que no para de hablar y hablar. Lo odiaba con todas mis fuerzas.
Ese era el fin de la familia Floyd. Una familia adinerada, que tenía el lujo de pagarles el mejor instituto privado a sus hijos, que no tenían ningún problema económico para mudarse todas las veces que hiciera falta.
Justo cuando esa familia desapareció de mis pensamientos, aparecieron en mi vista. Allí los vi a todos parados en la entrada del bar, mirando de lado a lado. Le di una pequeña patada a mi madre y ella levantó la mirada de su té. Al principio no entendió lo que pasaba, pero luego los vio. Se levantó con mucho entusiasmo cuando vio de quien se trataba. Y ellos se dirigieron hacia aquí. Nos levantamos mi padre y yo. Como pequeños soldaditos que persgiamos al coronel. A la primera que vi fue a la señora Floyd. Ella me sonrió y me abrazo fuertemente. Estaba igual que siempre. Con su pelo rubio suelto y sus gafas de sol en ellos. Después abracé a el señor Floyd que me empezó a alagar de forma cariñosa todo lo que había crecido en esos años, yo solo sonreí. Cuando los adultos se saludaban. Yo vi a Joshua alado de una chica extraña. Estaba igual que siempre, pero ahora con el pelo más largo, y parecía más adulto. Me sonrió y me abrazo al igual que hizo su madre. Entonces se separó y habló.
-Dian- siempre me solían llamar así a pesar de que mi nombre era Diane- ella es jessa, mi novia- me dijo con una sonrisa de emoción.
Ooh, la verdad esque no me hizo mucha gracia, pero fingi una sonrisa y la mire. Ella era muy guapa y alta, parecía una modelo de victoria secret, la verdad esque me daba envidia. Su forma de vestir, su pelo marrón largo a conjunto de su piel tostada y sus ojos verdes. Ella era realmente perfecta.
Nos abrazamos falsamente y pasaron a saludar a mis padres. Entonces, sabía que la peor parte vendría. Era hora de saludar a Ry.
Al principio no pude identificarlo, empecé a mira a mi alrededor. Entonces, un chico se giró y supe que era él. Lo identifiqué por su color rubio y ojos azulados claros, porque si no, no podría hacerlo. Era alto, muy alto, incluso más que su hermano que por si lo era. A pesar de llevar una sudadera, se notaba que estaba en forma y que comía sano, no parecía el típico que se mataba comiendo pesas, si no el que iba a tratar todos los días y jugaba deportes, de esos que de vez en cuando van al gym. Su cara realmente me sorprendió, no era para nada la cara de aquel chico inmaduro de hace tres años. Ahora su mandíbula estaba muy marcada, al igual que sus pómulos. Tenia un poco de bello en el bigote, que supuse que se afeitaba. Seguía teniendo sus labios carnosos que le daban un toque muy sexy. Estaba jodidamente bueno y yo jodidamente embobada mirándolo al igual que el.
Entonces él reaccionó, se acercó y estiró la mano. Yo levante la mía y apreté firmemente mi mano contra la suya. Supe que en ese momento, sería un nuevo comienzo para nosotros.

Regreso al verano Donde viven las historias. Descúbrelo ahora