UNO

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17 de Diciembre de 1999

Los Ángeles California

Miro en el espejo y veo mi rostro, intacto, sin que, un solo siglo de mi edad, se distinga en él, observo a una chica de diecinueve años, de ojos color miel, que imita mis movimientos mientras aliso mi corta cabellera negra. Miro por última vez la habitación que me acompaño durante los últimos seis meses, tomo mi maleta y apago el televisor, están pasando la misma estúpida noticia de que el mundo puede acabarse en pocos días.

-¡humanos crédulos!- digo en voz alta mientras cierro la puerta del cuarto

-¡otra vez haciendo corajes!- me dice sonriendo la anciana que limpia los pisos

-¡ya me conoce señora Taylor!-digo hundiéndome de hombros y sonriéndole un poco, esta señora me agrada, pero procuro no hacer muchos amigos, al final todos mueren, acompañados o no por por lo seres de luz, pero mueren.

Salgo del hotel y me coloco la capucha por que llueve un poco, miro para ambas direcciones antes de partir, tengo la sensación de que me vigilan. Caos no ha perdido el tiempo, con la maldad que ha aumentado, se hace cada vez más fuerte y tiene a sus destructores por doquier, solo espero que no encuentre a mis hermanas antes que yo.

Me dirijo a Venezuela al estado de Vargas en particular, ocurrió un desastre natural en las costas, hace un par de semanas mientras estaba en la bañera, lo intuí, sentí como me abrazaba de nuevo el agua y, también porque pequeños destellos azules danzaban por doquier, esa es la señal de que Zafira ha despertado, debo darme prisa en localizarla, antes que uno de los destructores le haga daño.

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-¡bienvenida a caracas!- dice la azafata con su sonrisita de muñeca, es la que está obligada a poner a todos los pasajeros.

-¡gracias!- le responde un viejo rechoncho de traje azul, que le guiña un ojo, mientras se pasa la lengua por lo labios tratando de seducirla. Me obligo a mirar a otro lado porque la escena me da nauseas, pobre hombre ¿quien lo engaño? La azafata lo ignora con suma elegancia dirigiéndose a la señora que pasa justo atrás de él.

Mientras espero mi equipaje, veo al mismo hombre rechoncho observándome, nos separan tres gentes a mi izquierda, lo observo y me doy cuenta del tatuaje que lleva en el cuello, ¿como no lo vi antes?, el mismo tatuaje de escorpión de los destructores anteriores. Tomo mi maleta y me dirijo a los baños del aeropuerto, trato de mantener la calma, sé que me sigue. Me cercioro que no haya nadie dentro y me preparo para lo que está a punto de ocurrir.

-¿por qué huyes, preciosa?- me dice el asqueroso hombre, azotando la puerta. Trato de mantener la calma y respiro profundamente. He hecho esto por muchos siglos y este solo es un vigilante.

-¿sabes lo que está a punto de pasarte? verdad, monigote- digo con una media sonrisa.

-cariñito- me dice mostrando su fea dentadura, ¡horror que asco me da!- pero si apenas vamos a empezar a divertirnos-

-¿y bien? Me vas a decir, a que vienes o te lo tendré que sacar a golpes-le digo mientras golpeo mi puño contra mi mano, debo averiguar si solo me sigue a mi o si caos averiguo que Zafira despertó.

-¡mi querida Zyanya! Caos te manda saludos-dice mientras se recuesta en la pared

-¿Qué es lo que quieres? Dímelo de una vez-

-yo no vengo hacerte daño, solo vengo a darte los saludos de Caos y a decirte que esta vez conseguirá antes que tú, a tus preciosas hermanas, la última vez...- levanta la mano y hace un ademan- casi... lo consigue - como olvidarlo si no fuera porque Cora no pudo controlar el fuego, en el incendio de Alcalá de 1983 en España, Caos se la hubiera llevado. El cuerpo que portaba se calcinó junto con ochenta personas más. Eso quiere decir que Caos sabe que Zafira despertó, debo darme prisa.

-ha, casi lo olvido preciosa!- dice mientras saca del bolsillo del pantalón, un objeto pequeño y circular con púas a su alrededor- me mira y hace una risita burlona, mientras lanza en objeto al aire-que te diviertas- al instante las púas comienzan a caer por la habitación y me refugio detrás de una de las puertas de los inodoros, pronto dejo de escuchar ruido y veo el cuerpo rechoncho sin vida del hombre que portaba al destructor, tiene clavado en todo su cuerpo esas pequeñas púas negras, tomo una, la examino por un momento, la guardo en mi bolsillo y salgo sin ser notada por nadie.

Ahora estoy segura de dos cosas. Uno, Zafira despertó. Dos, Caos lo sabe y se asegura que yo lo sepa.

HIJAS DE LA TIERRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora