La maldición

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Un día más en la Agencia de Detectives Armados.
Un día más donde Kunikida Doppo mandaba a cierto par y le gritaba a un castaño de vendas.
Y sobretodo, un día más donde Dazai Osamu negaba sus sentimientos hacia Atsushi Nakajima.

Teniendo esto en cuenta, hay que aclarar que la misión de entregar un paquete fue un éxito, por lo que caminaron de regreso a la Agencia. Eso hasta que una señora de aspecto arrugado sacado de un cuento de hadas, se puso frente a ambos.

-Tu... ¡Tu eres el que le rompiste el corazón a mi hija! ¡Eres el cobarde que no quiso casarse con ella!

-¿Perdón? -respondio inmediatamente Atsushi, aunque el más alto ya sabía que no se refería a él

-Señora, ¿cuánto tiempo piensa seguir reclamándome eso? Han pasado años, creo que su hija hasta se casó o algo así, tal vez ni sigue en Yokohama

-El que ella haya olvidado no significa que yo lo haga -respondio con resolución la mujer -Prometí que algún día cobraría mi venganza, eres una horrible persona y mereces ser castigado, ¿cómo te atreves siquiera a andar libremente por la calle? ¡No lo mereces!

-Interesante, dígame más

-¡Dazai-san! -regaño el menor ante el sarcasmo de su mentor -Disculpe, pero si ambos siguen sus vidas... ¿tal vez ya todo pueda quedar atrás? ¡Oh, pero claro! Dazai-san se disculpará por los problemas causados, pero por favor no diga cosas tan crueles, le aseguro que tiene derecho de andar tranquilamente por la ciudad como todos nosotros. ¡A veces es extraño pero le doy mi palabra de que lo mantengo vigilado!

Osamu no estaba seguro si sentirse ofendido, pero le dio cierta ternura el intento de su subordinado de calmar las cosas y defender sus "derechos".

-No te molestes, mejor vámonos Atsushi-kun -puso una mano sobre los hombros del chico para darse la vuelta

-Ya veo, también te ha manipulado a ti -la mayor vio de arriba a abajo al joven tigre, para después ver al de vendas con una sonrisa -Es cierto, ahora eres diferente... Tienes una debilidad.

Esas últimas palabras hicieron alarmar sus sentidos, para cuándo estaba por preguntar, la mujer había desaparecido. Ambos quedaron en silencio estupefactos, tal vez por la extraña señora, o tal vez por la revelación, poco inesperada, de que había dejado a una mujer en el altar. Caminaron a paso lento, Dazai pensaba en que tema hablar para olvidar aquello, hasta que vio al chico pararse en seco ¿Le reclamaría? ¿Le odiaría?

-Dazai-san...

-¿Si?

-....usted.... -su cabeza estaba agachada, ocasionando mayor suspenso en el otro. No se esperaba que levantará la mirada y apuntará el local a su lado -¿Quisiera tomar un café conmigo?

                                  💫

Ambos se sentaron en la mesa y ordenaron, ahora que el ambiente era más ruidoso, Dazai pudo sacar libremente temas aleatorios y hacer sus payasadas, sacando algunas risas del menor. Después de un rato, Atsushi fue quien sacó a relucir el tema.

-Lo siento mucho si me metí en lo que no me importa, solo... Me molestó un poco que hablara sobre que no merece tranquilidad, siendo que se esfuerza por la ciudad y siempre intenta ayudar, no pude contenerme.

-Eso es muy lindo de tu parte, Atsushi-kun -respondio con una sonrisa el de ojos marrones, de alguna forma no le sorprendía que hubiera hecho eso pues, está en su naturaleza bondadosa. Una naturaleza que tiene miedo de manchar -Pero es cierto lo que dijo esa mujer, dejé a su hija sin explicación, a decir verdad, ni siquiera yo sabía que planeaba casarse conmigo hasta que llegue a su hogar y mire todo, por lo que huí rápidamente

Érase una vez... un bebé tigre | DazatsuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora