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CAPÍTULO 5

No estamos solos.


<<Irina Smith>>

Mis ojos permanecen cerrados, y la oscuridad se apoderó por mi por completo hace horas. Los rayos de sol sobre mi rostro y cuerpo me hacen que mi subconsciente comience a reaccionar, haciéndome despertar.

Abro los ojos, con la ilusión de ir a contarle a mi padre el extraño sueño que tuve por la noche, pero al girarme no veo mi pieza. Tampoco mis cosas, ni mi casa. Seguimos en esta jodida isla.

Por un momento tuve la esperanza de que todo esto fuese un estúpido sueño... pero ahora que vuelvo a despertar, me doy cuenta que no lo es.

—¿Alguien tiene hora?

Matthew se sienta en la arena de la playa, y pregunta mientras que con sus manos sacude su buzo, que está cubierto de una fina capa de arena. Ya que tuvimos que dormir en el suelo, todos nosotros debemos estar en las mismas condiciones.

—Ya quisiera — responde Michelle, con no muchas ganas que digamos.

—Deben ser como las diez, según como está el sol en el horizonte. 

Me giro hacia Luke, que durmió a unos metros detrás mío. Me alegra que por lo menos tengamos cerebritos en el grupo que sepan de ese tipo de cosas.

—Me estoy cagando de hambre —Matthew vuelve a hablar, solo que esta vez dirigiéndose hacia mi y Diana, quién durmió a mi lado durante toda la noche. 

—Yo también, aunque no hay mucho que comer. Lo poco que quedó de ayer supongo que lo comeremos al medio día. 

Vocalizo bostezando. 

—Ojalá nos encuentren pronto. — articula Diana y asiento.  

Al mirar a mis alrededores veo que hay varios lugares en dónde durmieron mis compañeros vacíos, ¿A dónde mierda se fueron?

La pregunta me la respondo yo misma al ver a Ethan, Jack y Hera rebuscando en los restos del avión. James procurando que el fuego no se apague, y Atenea recorriendo la playa cerca del bosque que tenemos detrás.

Me apresuro a levantarme aún con el fuerte dolor punzante en mi costilla, y caminar a paso apresurado hasta alcanzarla — ¿Qué haces?

Pega un salto al oírme, y se gira hacia mí rápidamente. Su rostro pasa de estar aterrado a relajarse en cuanto me ve — Dios Iri, casi me matas del susto.

Inevitablemente río, y comenzamos a caminar por el borde del bosque, donde se separa la playa del resto de la isla.

—Estoy intentando ver si hay mangos o cocos en las palmeras y árboles.

Muchos de los árboles no tienen ningún tipo de fruto, o están torcidos hacia un costado a causa de los vientos. Pero no veo ningún tipo de fruto — ¿Cómo sabes qué hay de esos en estos árboles?

—De hecho, no lo sé. Siempre lo vi en las películas, así que supuse que acá funcionaría.

—Muy inteligente de tu parte — ironizo sonriendo. 

Aunque esa expresión en mi rostro no dura mucho más al ver la suya. 

—Ey, ¿qué pasa? 

—¿Cómo se lo diremos?

—¿Decir qué cosa?

—A los padres de los chicos... ya sabes... de los que no...sobrevivieron. 

Perdidos en la tormenta © [En Proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora