Perdidos en la tormenta © [En Proceso]

23

CAPÍTULO 23

Pasión.

<<Irina Smith>> 

Los minutos parecían desvanecerse en el tiempo con mayor rapidez que de costumbre. 

Apenas habían pasado unas horas de que decidimos que era lo que haríamos a partir de ahora, y el tiempo parecía haberse evaporado en el aire. 

Atenea y Scarlett se encargaron de hacer absolutamente toda la cena, que todos comimos agradecidos. Fue pescado, que por cierto, estuvo mucho más rico de lo que aparentaba. 

Y después de mucho tiempo todo parece estar marchando al fin. El grupo que iría a la cueva decidió que no hay tiempo que perder, (por más de que intentamos convencerlos de que sería mejor que salgan en la mañana, estaban decididos a que querían partir rumbo justo en medio de la noche), así que no me quedó otra opción que tener que dibujarles un mapa en la arena, que espero que su memoria no falle y puedan recordarlo para llegar sanos y salvos. 

Y, aunque no me gusta permanecer como un vegetal tirado en la cama todo el día, Elena y Luke lograron convencerme de que debía hacer reposo una última noche como mínimo. 

Así que me dejaron una de las carpas para mí sola, (cosa completamente exagerada), y el resto de mis compañeros se dividió en las otras dos y algunos se quedaron durmiendo a fuera al lado del fogón. 

Cuando estaba a punto de conciliar el sueño, el ruido de alguien entrando a mi carpa logra hacerme girar hacia esa dirección al instante. 

—Oh... — me oigo pronunciar inconscientemente al ver de quién se trata. 

—Lo siento, ¿te desperté? 

—Eh, no. 

—Puedo volver en otro momento. 

—No, Alex, quédate — logro detenerlo justo cuando estaba por marcharse. 

—¿Segura? Luke me dijo que debes descans...

—Segura. 

Luego de un intento fallido de intentar sentarme, Alex se acerca a mí y me ayuda. Lo que le agradezco y al mismo tiempo no. 

Sus manos sobre mí nuevamente me hacen tensar los músculos de mi espalda, y estoy rezando para que él no lo note. 

Estuve pensando mucho acerca el sueño que tuve con él. ¿Debería de contárselo? Si bien solo fue un sueño, se sentía muy real y su historia realmente me dejó un mal sabor al despertar. 

Aunque sinceramente, y pensándolo bien, no creo que sea una buena idea contarle acerca de eso. Y más teniendo en cuenta las raras sensaciones que me invaden cada que lo tengo cerca. Exactamente como en estos momentos. 

—¿Cómo te sientes?

—Ya mucho mejor que antes, el dolor de las piernas ya casi se desvaneció. Aún me duele un poco el abdomen al hacer mucha fuerza. 

—Es entendible teniendo en cuenta lo que pasaste. 

—Sí...

Que nuestras voces se oigan más bajas de lo normal mientras conversamos no se si se debe a algo entre nosotros. O en esta situación creo que se debe a que si hablamos más fuerte despertaremos a todo el mundo. 

—Lo siento mucho — su disculpa casi en un murmuro inaudible me toman por sorpresa. 

—¿Qué?