Los nervios me consumían de una manera indescriptible, el jefe me había pedido personalmente que me encargue de esta entrevista. Me dio el nombre, las preguntas que debía realizar y una libreta; específicamente para anotar todo lo que él dijera.
Estaba nerviosa, a medida que avanzaba siguiendo a los guardias hacia el área de testigos protegidos, en donde yo los podía ver, pero ello no a mí, o eso fue lo que me explicaron al entrar. No podía evitar pensar en que todo eso era una locura, a quién, en su sano juicio, se le ocurría realizarle una entrevista a una persona como esa.
Era una tremenda locura; y yo estaba en medio.
No tenía la mínima idea, de cómo la editorial había conseguido tal entrevista con uno de estos hombres. Todos ellos tenían pena de muerte, algunos ya tenían fecha para su ejecución y, él, era uno de ellos, pero agradecía que sería dentro de un mes por problemas de papeleo.
—Bien, señorita Domínguez, solo tiene dos minutos para escoger a quien le realizara la entrevista. Luego tendrá diez minutos con el recluso, para que le informe todo lo que hará y haga todas las preguntas que tenga. —Se quedó callado luego de esa rápida explicación, a la cual solo puede asentir. Él, Bastián DiNozzo, sería el guardia encargado de cuidar de mí, mientras la entrevista se diera, tenía miedo, no iba a negarlo, pero tenía que pretender ser la persona más fuerte del mundo; para cumplir con esta encomienda que nunca pedí.
— ¿Esta lista? —me preguntó otro guardia, guardia que ya estaba en el interior de aquel cuarto. Le miré y asentí, él tocó un botón y les indicó, por un pequeño megáfono que conectaba ambas habitaciones, que ingresarán a los reclusos.
Cinco hombres, todos con esposas en manos y pies, conectadas unas a otras, ingresaron a la habitación. Algunos de ellos tenían grandes sonrisas en el rostro, otros solamente tenían cara de fastidio o aburrimiento. Los observe, desvié mí vista a la libreta, mire el nombre y foto que tenía en esta, la alce nuevamente para mirar al guardia y hable:
—Aaron Pier —dije lo más firme y fuerte que pude.
—Él, ¿está segura? —su pregunta me hizo titubear, pero no vacile y asentí. —Número cuatro un paso al frente —dijo con firmeza, a través del pequeño megáfono.
El nombrado dio un paso al frente, como se le había indicado, y una sonrisa cínica, cargada de arrogancia y maldad se posaba en sus labios; como quien exhibía un trofeo, cambiando totalmente su anterior cara de aburrimiento.
Dos guardias bastantes robustos y músculos lo sujetaron y sacaron primero de la habitación, el señor DiNozzo me hizo una seña para que lo siguiera y eso hice. Ciegamente lo seguí hasta una habitación, y, antes de entrar en ella, volvieron a mirar mis documentos, revisaron mi cartera y pidieron que la dejaran en un recipiente; alegando que me la devolverían una vez haya terminado con el señor Pier.
Cuando la revisión terminó, ingrese solamente con mi libreta en mano, la grabadora y un bolígrafo, de todos los objetos que había traído conmigo.
La habitación era gris, él estaba sentado en una silla, al otro lado de una pared que parecía ser de plástico. Su cabello negro oscuro estaba algo alborotado, sus ojos azules con tonos grises me examinaban de pies a cabeza. Lo que note con rapidez fue, que tenía las cadenas en las manos, pero no en los pies y que su sonría seguía ahí, solo que, ahora, estaba más grande que nunca.
—Si algo sucede presione el botón a su espalda y la puerta se abrirá —me aviso el guardia que me cuidaba, le regale una sonrisa y asentí. —Espero que te comportes, Pier, la señorita aquí presente es reportera y está para hacerte unas preguntas. No hagas que te dé una paliza. —Su voz había cambiado significativamente, ahora era firme y potente, además, estaba cargada de superioridad y frialdad.
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Relatos de un Asesino
Misterio / SuspensoLuego de que nadie aceptará el trabajo, Sonia terminar siendo la elegida para ir a una cárcel de máxima seguridad en busca de la entrevista perfecta. En ese lugar se le da a escoger entre los cinco peores hombres del lugar. Luego de meditarlo y busc...