CAPÍTULO 12.- LA AMA Y SEÑORA -.

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ADVERTENCIA. El siguiente escrito no es apto para todo público; puede tener contenido sexual, violencia o lenguaje ofensivo. Todos los personajes, historias y escenas reflejados en este capítulo son netamente ficticios y fueron creados por las autoras con el fin de entretener a sus lectores. El material que se presenta a continuación, puede perturbar de forma negativa algunas personas, se les recomienda discreción.

CAPÍTULO 12.- LA AMA Y SEÑORA -.

-¡Hasta luego profesora!

-¡Hasta luego chicos! – Expresé cariñosamente - ¡Nos vemos en la tarde Declan!

-Por supuesto profesora... Que tenga un excelente día – exclamó Declan bastante nervioso y ansioso a la vez. Luego de llegar al recinto universitario y de despedirme de mis alumnos, comencé a caminar rumbo a mi oficina, la cual, se encuentra en el piso 3 del Edificio Principal de la Facultad de Periodismo.

Hola, mi nombre es Eudora, tengo treinta años de edad y actualmente soy tutora de tesis, además, manejo el Departamento de Proyectos de Grado de la Jurisdicción de Periodismo de la Universidad del centro de la Ciudad; a pesar de ser una mujer joven, de ser estudiante de PhD y, según los rumores, no estar preparada para el cargo, he desempeñado mi trabajo sin ningún tipo de quejas o críticas por parte de los alumnos y el personal del rectorado durante los dos últimos años.

Mi abuelo, me nombró Eudora en honor a la escritora Eudora Welty, ganadora del Premio Pulitzer en el año setenta y tres por su novela "La hija del optimista", la favorita de mi difunto ascendente. Por si se lo estaban preguntando sí, soy de familia estadounidense; luego que mi papá fuese contratado por una compañía constructora de este país, mis padres, mi abuelo y mi persona nos mudamos, tendría alrededor de unos cuatro años cuando eso sucedió; a pesar que nos adaptamos rápidamente al nuevo país, no perdimos nuestras costumbres y legado. Años después, fui seleccionada por el Ministerio de Educación para estudiar en una prestigiosa escuela de esta Ciudad, así que, mi abuelo me acompañó, ya que mi padre no podía dejar su trabajo en la capital. Me gradué con honores en la secundaria y automáticamente entré en la Universidad del Centro, la mejor de la ciudad y de todo el país, que es en donde actualmente trabajo.


Cuando llegué a esta Ciudad me sentía algo extraña, a pesar de saber el idioma, las costumbres y las normas, no me sentía cómoda; me hacían falta mis amigos de la capital, mis padres y mis maestros pero, gracias al cielo tenia a mi abuelo, él me apoyaba y cuidaba de mí como si fuese un ángel de la guarda. El primer día en la escuela media, la maestra de idiomas, que en ese momento estaba dando clases en mi sección, me presentó ante mi nuevo grupo de compañeros; muchos me miraron de forma extraña por ser extranjera, sin embargo, fueron muy amables conmigo. Una vez culminada mi presentación, la pedagoga me indicó que tenía que sentarme al lado de un chico que parecía que estaba durmiendo, ya que se encontraba recostado sobre su escritorio, ese era el único asiento desocupado así que me dirigí hacia él. Este niño, abrió los ojos justo cuando me senté, levantó un poco su rostro y me presenté – Hola, mi nombre es Eudora – le sonreí levemente esperando una respuesta de su parte, pero lo único que me dijo fue que lo despertara cuando comenzara la clase de matemáticas, que justo era la clase de la siguiente hora, el chico volvió a recostarse y como si nada siguió durmiendo.

Cuando el profesor de matemáticas apareció por el umbral de la puerta, inmediatamente desperté al joven que dormitaba tranquilamente sobre sus brazos – Oye niño... ¡Niño!... El profesor está aquí – a pesar de verse delgado, su brazo se sentía bastante fuerte y musculoso.

Levantó su rostro, suspiró y me dijo con voz ronca – Joseph... - mientras se estiraba, alzando sus brazos en dirección al techo volvió a repetir – Mi nombre es Joseph nueva...

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