Alice
— Espejo, pelo desordenado, ojeras, dos ojos, cinco dedos en la mano derecha, cinco dedos en la mano izquierda.
Las voces de mis padres estaban retumbando en mis oídos. Mi pulso estaba sobre acelerado, estaba casi cien por ciento segura de poder sentir las vibraciones de los gritos que estaban ocurriendo detrás de la puerta.
— Camiseta roja, pantalón negro — susurré, a lo bajo — Funciona por favor...
Estaba hiperventilando, mis uñas se estaban encajando en mis antebrazos y los recorrían de arriba hacia abajo con furia. Con ganas de desaparecer el sentimiento de pánico, de miedo, de terror.
— Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siente, ocho, nueve, diez, once — Nada, nada, nada — Mientes, mientes.
Mentirosa. Ella me dijo que, si me concentraba en otra cosa mis ataques desaparecerían, pero solo los estaba incrementando. Ni siquiera era yo la que controlaba mis manos, ni cuando en mis brazos apareció un rastro de sangre.
Acallé un grito de desesperación entre mis manos que se apretaban contra mi boca.
Abrí el grifo del lavamanos y dejé el agua correr hasta que hice un cuenco con mis manos y agarré el agua para humedecer mi rostro.
Todas las emociones me estaban invadiendo al mismo tiempo, pero me seguía sintiendo vacía.
>> ¿Cómo eso es posible? <<
Mi aire se estaba volviendo cada vez mas espeso y pesado al respirar. No podría aguantar un minuto más.
Me dirigí hacia la puerta del baño. Y En cuanto abrí la puerta las voces se hicieron claras.
— ¿Dónde estabas?
— No es de tu incumbencia.
— ¡Lo es, eras mi esposo! — gritaba, mi madre.
De pronto dejé de escuchar las voces y el pánico se esfumo, como por arte de magia.
Cerré el grifo para cerciorarme y pegué mi oído izquierdo a la puerta.
Nada, no se escuchaba nada.
Tomé una gran bocanada de aire y noté que mis latidos habían vuelto a ser normales, mi respiración era regular y mis oídos ya no retumbaban.
Recorrí mi casa supongo que tratando de encontrar si alguien estaba dentro de ella, era más que obvio, claro que no. En este año me la mantenía completamente sola, mi rutina se basaba en estudiar, dormir y estar completamente sola. Siendo sincera no creo que fuese algo que me afectaba como al principio lo hacía.
Mi vida se había convertido en un verdadero desastre después de lo que le había sucedió a mi angelito cesar. Mi hermano pequeño.
Era un pequeño tan alegre, tan lleno de vida, no esperábamos que enfermara tan rápido. Después de que falleciera mis padres ya no volvieron a ser los mismos.
El estar en mi casa se volvió una pesadilla y es por lo que me la vivía fuera con Ryan o con mis amigas, no soportaba ver a mi familia destruyéndose día con día. Mi padre se había hecho un alcohólico adicto a los juegos de azar y apuestas, mi madre por su parte sobrellevaba un matrimonio en el que ya no había nada mas que rencor el uno por el otro, de hecho, hace tiempo lo había dejado de intentar y también pasaba mucho tiempo fuera de casa.
Ambos solían desaparecer semanas enteras, ni siquiera les importaba que seguían teniendo una maldita hija que necesitaba de su amor. Pues estaba claro que había muerto su hijo, pero se encerraron tanto en su dolor que olvidaron que yo también estaba pasando por lo mismo, y me abandonaron.
El dinero que tenían mis padres para mis fondos universitarios de un día para otro desapareció, mi madre culpo a mi padre y él a ella, de pronto también empezaron a desaparecer cosas de la casa, sospechar es una palabra muy leve para lo que ya sabía, mi padre agarraba las cosas y las vendía para seguir en sus apuestas que nos estaban llevando poco a poco a la ruina.
No notaban que su hija mayor también se les estaba yendo, desde su muerte yo tampoco volví a ser la misma, veía con envidia a las familias que se paseaban por el parque, llegaron los ataques de ansiedad, de ira, los problemas alimenticios y muchas mas cosas.
Eran las tres de la mañana y no había podido dormir ni solo un poco, las noches eran las que más me atormentaban, suelo imaginar en que pasaría si mi pequeño siguiese aquí, le prometí que haría lo imposible por él y es por eso que sigo viva, porque morir por él, muchos, pero me estoy atreviendo a vivir por él, aun teniendo en cuenta que lo tendré en mi pensamiento cada día y noche. Sin duda es la promesa más difícil de toda mi vida.
El llanto no daba fin, parecía que cada vez aumentaba, parecía maría magdalena y no me culpaba, sentía un terrible vacío. Daba vueltas por mi cama, enredada entre las sabanas y las cobijas, no podía seguir mas en este estado. Tomé mi celular y marqué a Ryan, sin gran esperanza de que me contestara, al cuarto tono lo hizo y se me estremeció el pecho.
Mi única luz en este mundo lleno de tormentas...
— ¿Hola? — dijo con un tono adormilado.
— Ryan, ¿crees que puedas venir a mi casa?
— Alice, ¿Qué rayos te sucede? Son las tres de la mañana — replicó molesto.
— Y-yo lo sé, solo necesito de tu ayuda, — tratando de contener mis sollozos continúe — es que...
— Sea lo que sea, creo que puede esperar a mañana.
Y así como de rápido inicio esa conversación así finalizó.
Sus palabras siempre venían como si fuesen flechas, directo a mi corazón y sin anestesia. Como era de costumbre me derrumbe una vez más.
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Escribamos nuestra historia (PROXIMAMENTE).
Teen Fiction"Nunca juzgues un libro por su portada" Pero realmente es lo primero que todos hacemos. Y no estoy hablando de libros, sino de personas. Si no entiendes el porqué de esta explicación permíteme adentrarte en mi mundo: Yo soy esa chica a la que la han...