Tensión

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A la mañana siguiente, después de una noche de pensar mucho y dormir poco, me levanté con una idea tranquilizadora.

Llegué a la conclusión de que Jessica no iba a mostrar mis fotos, al menos a corto plazo.

Primero porque no tenía amigas íntimas con las que compartir confidencias.

Era popular, sí, y tenía muchas amistades superficiales, pero ninguna BFF a la que susurrarle:

-Tía, no te lo vas a creer, mira estas fotos de Beatriz que he conseguido...

No pensaba que eso fuera a ocurrir, al menos de momento. En el fondo Jessica era como yo, una solitaria.

Y segundo, y más importante, porque Jessica era lo bastante inteligente como para saber que en el momento en el que filtrara esas fotos perdería su poder sobre mí.

Ahora mismo tenía a su disposición a una mujer adulta, atractiva, con la que llevar a cabo sus juegos retorcidos. Nada menos que su profesora, a la que puede someter a todo tipo de perversiones por medio del chantaje...( Y eso era algo que generaba en mí una mezcla de sensaciones encontradas, de miedo pero también de excitación)

Pero en el momento en que hiciera públicas esas fotos, además de destrozar mi carrera, se quedaría sin su juguete. Y la veía demasiado emocionada como para querer acabar tan pronto con la diversión.

Así que yo tenía un margen, un tiempo para seguirle la corriente mientras trataba de encontrar la forma de recuperar mis fotos y mi vida.

Con esta actitud, salí confiada al Instituto.

Esta confianza duró un par de horas, hasta que tuve clase con ella. Entonces se desató el desastre.

Realmente la culpa fue mía.

Cuando la vi entrar empecé a sentir una serie de emociones, las imágenes de lo que habíamos hecho el día anterior volvieron a mi mente, y me puse nerviosa.

Por su fuera poco, ese día Jess estaba especialmente revoltosa, cuchicheando, bromeando y alborotando con sus compañeras...

Intenté mantener la cabeza fría, pero no era fácil. Yo pedía silencio, ella se callaba, pero al poco rato volvía a empezar.

Después de un tiempo, me dio la impresión de que estaban hablando sobre mí. Esas risas, esos cuchicheos...¿Hablaban de mí? ¿ Y si les estaba contando las cosas que habíamos hecho? La imaginaba susurrando:

(...y me enseñó las bragas, ayer, aquí mismo, hice que se levantará la falda, ja, ja... Y las fotos... ¿Queréis verlas? Luego os las enseño, no os vais a creer lo que hace, se le ve todo...)

Cada vez me estaba poniendo más inquieta.

Al final, después de llamarle la atención por enésima vez, perdí los nervios y le grité:

-¡¡JESSICA, ¿QUIERES HACER EL FAVOR DE CALLARTE DE UNA VEZ?!!

Todas las alumnas se quedaron en silencio, sorprendidas.

No era mi comportamiento habitual levantar la voz así, ni Jessica era alguien a quien se dirigieran de esa forma. A fin de cuentas, era la hija de uno de los hombres más ricos del país.

Temí haberme pasado de la raya.

Jess me miró fijamente, en silencio, un par de segundos...

-Disculpa, Beatriz, tienes razón...- dijo finalmente, en su tono más educado y cortés. - lo siento mucho, no volverá a ocurrir.

Y se sentó en su asiento, dócil como un corderito.

Sus compañeras me miraron con renovado respeto. Todas conocían la fama de Jessica, que en más de una ocasión había sido expulsada por su mal comportamiento y sus respuestas "inapropiadas" al profesorado.

Sin embargo, no me quedé tranquila.

Sospechaba que mi atrevimiento tendría consecuencias... y no me equivocaba.

Mi profesora es mi esclavaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora