Salí al pasillo, María me esperaba junto a la puerta.
-¿Que hacías? ¿Por qué te habías encerrado?
-Estaba corrigiendo unos trabajos, y no quería que me molestaran. - mentí.
-Vamos, te acompaño a su despacho. - dijo amablemente.
-Primero tengo que ir un momento al baño.
-Te pone nerviosa la directora, ¿Verdad? ¡A todas nos pasa lo mismo! -sonrió. Yo no respondí.
Una vez en el lavabo, me refresqué la cara, además de lavarme bien las manos (especialmente la derecha). Observé mi rostro en el espejo, intentando adoptar una expresión inocente.
¿Qué sabría la directora sobre Jessica y sobre mí? ¿Alguien nos habría visto? Si era así, ¿Cómo podría justificar lo que acababa de ocurrir, que me había dejado azotar por mi alumna? ¿Y si decía que estaba siendo víctima de un chantaje, quién me iba a creer?
No tenía respuesta a ninguna de estas preguntas.
Suspirando, salí del baño y fui junto a María hasta el despacho de la directora, como un cordero camino del matadero.
-Adelante, pase. - dijo cuando llamé a su puerta.
-¡Suerte! - susurro María.
La directora, la señora N..., es una mujer de cincuenta y cinco años, alta y de porte aristocrático, que dirige la Institución con mano firme, pese a su aparente amabilidad.
Es una persona a la que respeto tanto como temo.
-Bueno, ya me he enterado de lo que ha ocurrido en su clase con Jessica. - dijo, sin más preámbulos. Yo me quedé pálida.
¿Ah, sí? - murmuré.
-Sí, sí, no disimule. Lo sé todo.
-Yo...- Pensé en alguna forma de justificarme, pero, por suerte, antes de que abriera la boca, ella siguió hablando.
-Según me han contado, Jessica estaba portándose mal (en fin, como hace siempre), cuando usted ha levantado la voz para mandarle callar...¡y ella le ha obedecido! -asentí, algo confundida. Eso me parecía ahora mismo algo tan lejano...
-No sé si es consciente de lo excepcional que es esto. - dijo, sonriendo- A la última profesora que hizo algo así, Jessica le lanzó un libro a la cabeza.
-¡Vaya!
-Sí, así es. -suspiró- Esta chica es una de nuestras alumnas más brillantes, pero también de las más complicadas. - yo asentí, podía dar fe de ello. -De hecho, la profesora que estuvo antes que usted, acabo cogiendo la baja por ansiedad.
Me pregunté si Jessica habría tenido algo que ver con eso, si esa mujer también fue víctima de sus chantajes. Pues a mí no me iba a vencer tan fácilmente.
-En fin, sólo quería decirle que me parece admirable la forma en la que está demostrando su autoridad, sin dejar de ser una profesional. -Pensé en la forma en la que acababa de ejercer mi autoridad, apoyada en mi escritorio con la falda subida y las bragas bajadas, exponiendo mi trasero a mi alumna.
-Y sepa que, en caso de que hubiera alguna reclamación por parte del padre de Jessica, el centro va a respaldarla.
-Se lo agradezco mucho, de verdad...-musité.
- Con estas chicas, nunca se sabe, igual intenta algún tipo de represalia contra usted. -De hecho, acaba de hacerlo, pensé. Me acaba de castigar a base de azotes en el culo.
Le agradecí varias veces su apoyo, la verdad es que sólo deseaba largarme de allí.
-Beatriz- dijo cuando estaba a punto de salir.- Está usted haciendo un gran trabajo como profesora.
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Más tarde, esa misma mañana, me llegó un mensaje de WhatsApp nuevo, de un número desconocido. Lo leí y sentí como me alteraba de nuevo.
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Mi profesora es mi esclava
RomanceMe llamo Beatriz, tengo 32 años, y trabajo como profesora en un prestigioso instituto privado para señoritas en Madrid. Soy una persona seria, discreta y trabajadora. Desde hace dos meses, también soy la esclava sexual de mi alumna, Jessica, de 18...