El pasado jamás se olvida, nunca.
Segunda guerra mundial, 1920.
Narra Kesler.
Para todos, está es mi historia, nací en Alemania en una zona de alta clase, rodeado de puros millonarios arrogantes e hipócritas con aires de grandeza, por suerte, mi familia no era así, éramos muy buenos con las personas de clase media y baja, mi padre era un hombre de buen corazón, pero muy misterioso, mi madre una mujer muy hermosa y cariñosa y por último mi dos hermanas mayores por un año, dos mujeres inteligentes y hermosas, yo para ese tiempo, solo era un niño normal, la guerra no me llamaba la atención y mi padre de alguna forma, logro salvarse del reclutamiento, pero un día ya no pudo.
Mi padre fue reclutado para pelear en el frente contra los aliados, jamás volvió, murió gracias a un bombardeo enemigo, eso hizo que mi odio hacia los aliados naciera, en 1929 me reclutaron para pelear en el frente.
Vi morir a varios de mis compañeros en la guerra, pero hay no estaba para hacer amigos, un día me dijeron que fue a rescatar un convoy militar, pero lo que vi.
(Pongan este soundtrack)
Estaba en tierra de nadie, mi equipo muerto y mi objetivo el convoy militar, mientras más me acercaba, más muerte y desesperación encontraba, hasta que lo vi, me fui acercando poco a poco, el humo cada vez era más, pero cuando llegue, todos estaban muertos, pero eso no fue lo peor.
— Que es.
Vi otra señal de humo no muy lejos, fui para allá, una vez más la muerte y la desesperación abundaban era enfermizo, ya estaba cerca, pero algo en mi me decía que no mirará, que me volteara e hiciera como si esto jamás paso, pero hice caso, cuando llegue lo vi.
— Santa madre de dios.
Un campo de batalla lleno de cadáveres, mujeres, niños, bebés, soldados, todos muertos o quemados, un poco lejos estaba un aldea destruida, los bombardeos fueron los causantes de ese infierno.
Pasó el tiempo y esa escena jamás se fue de mi cabeza, ver toda esa muerte y destrucción, era algo... No tengo por ahora palabras, pero un día, él me visito y me enseñó algo que jamás olvidaré.
Cuartel general, habitación de Kesler.
En esta, se podía ver a Kesler en su habitación con las luces apagadas y con la mirada perdida hasta que.
— Señor Kesler, está despierto.
— Señor Hitler, que se le ofrece — dije habriendo la puerta.
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Neo-Spider: Sombra del Pasado
Randomaveses, solo se necesita de un error, de un pequeño e insignificante error para hacer que un imperio caiga.