La Iniciación

59 2 5
                                    

Alrededor de las 23:00, mis padres se fuerón a la cama, por lo que me dispusé a alistarme, la reunión  con el aquelarre sería a las 12:30 de la madrugada; me vestí con unos vaqueros, una camiseta negra simple y con una cazadora, me puse unos botines de cuero negras y me pinte los ojos con la ralla negra.

Cuando miré el relój marcaba las 23:50, así que cogí mis llaves y mi móvil, y salí lentamente a la oscuridad del pasillo de casa, caminé prácticamente de puntillas hasta la puerta principal para abrirla lentamente y ya una vez fuera, metí la llave en la ranura para no hacer ruido al cerrar, cuando escuché el clic del metal de la puerta corrí por el pasillo hasta las escaleras de incendios y baje corriendo hasta el portal.

Solo pudé respirar tranquila cuando me encontraba a un par de edificios de mi casa, y el corazón comenzó a latirme con fuerza mientras me dirigía a una pequeña zona verde llena de árboles que se encontraba a unos quince minutos de la ciudad cogiendo atajos y a paso rápido, no podía evitar que me sudarán las manos, según me contó Jenna, me reuniría a solas con los maestros para la primera parte de la iniciación, todos los alumnos pasaremos por ello, y serán ellos, los maestros, los que en ese momento decidirán quienes son dignos de sustituirles, ¿Cómo se hace esa iniciación? No estoy segura, la verdad...pensé en el momento en que mis pies se detuvierón en un claro, verde y lleno de vida, y en el centro de esté, cinco personas, vestidas con las ropas ceremoniales, y cada uno en un extremo del pentágono que estaba hecho en el suelo con pequeñas piedras blancas.

-Bienvenida Erika - dijo Jenna abriendo sus brazos ante mí con una cálida sonrisa.

-Buenas noches - dije con una leve inclinación de cabeza.

-¿Estás lista para la prueba de la iniciación? - preguntó el maestro del aire, un hombre de pelo castaño claro y ojos color miel, desde su lugar en el pentágono, lo cual hizó que tragase saliva y respirase hondo un par de veces antes de contestar.

-Sí, estoy lista - dije alzando la mirada con una sonrisa, haciendo que la de Jenna se ensanchará más.

-Bien, prosigamos - dijo la maestra del fuego, una mujer de pelo largo, negro y liso, con ojos marrones oscuros, mirando al resto, en simples movimientos colocarón delante de ellos una especie de hoyas circulares con largas patas de metal, haciendo que la hoya quedase a la altura de la cadera.

-Dentro de estas calderos, encontraras uno de los cuatro elementos, comenzaras por la tierra, continuarás con el agua, el aire y terminarás en el fuego - dijo la maestra del fuego mirándome con ojos duros y severos, muy distintos a los de Jenna pensé asintiendo rápidamente.

-Está prueba determinará si eres digna de sustituirnos y de este aquelarre - dijo la maestra del agua, una mujer de piel morena similar a la mía con el pelo negro hasta los hombros y los ojos azules, pasando su mano derecha sobre el caldero delante de ella y provocando que el contenido del caldero se moviese visiblemente sin tocarlo.

Había prácticado, Jenna me explicó que solo unos pocos poseen  el corazón y la fuerza para dominar los elementos, el mío por determinación es el aíre, había conseguido mover unas hojas en un día sin viento, o hacer rodar un globo en una fiesta de cumpleaños, pero con este elemento no sabes si eres tú o simple casualidad.

-Los Dioses te brindarán la fuerza para poder convencer a las Atalayas de que eres digna - dijo Jenna en un momento de silencio, haciendo que apartase mi mirada del caldero lleno de agua para dirigirla hacía ella - solo debes creer en tú fuerza interior - dijo antes de señalar el caldero de la tierra con una mano.

Sentí el corazón martilleando cada vez más fuerte mi cabeza por cada paso que daba en dirección al primer caldero, apreté los dedos de la mano izquierda antes de pasarla sobre la tierra húmeda del caldero, sin obtener ningún resultado, bajé lentamente la mano y el maestro de la tierra, un hombre de rasgos afroamericanos, paso sus dedos sobre el mismo sitio haciendo que floreciese un pequeño brote, lentamente caminé hasta el segundo caldero, donde sucedío más o menos lo mismo, comenzaba a apretar los dientes y sentír ganas de llorar, cuando me detuvé delante del maestro del aire pasé rápidamente la mano sobre el caldero y cerrando con fuerza los ojos, pasarón los segundos y no pasaba nada, apreté los dedos sobre el caldero antes de volver a abrirla...Ya está...no soy digna...pensé sintiendo las lágrimas acumularse en mis ojos, antes de sentír una suave brisa mover mi pelo, y poco a poco escuchar el sonido de las hojas siendo movidas por el viento, aunque dentro de mí subconsciente pensé que sería una brisa que se había levantado, pero al abrir los ojos no pude volver a pestañear, un pequeño cúmulo de hojas estaba girando sobre el caldero, llegó un momento en que por alguna razón, no sé si fué por los nervios o la emoción pero ya no pude mantener las hojas en el aire, provocando que estás caigan al caldero de nuevo.

La Magia del Amor (PAUSE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora