II

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Inclinándose sobre la mesa, Albedo se sostiene con una mano plantada en la superficie mientras la otra levanta brevemente tu barbilla para cerrar los labios. Todos tus pensamientos desaparecen cuando te derrites en su boca como el chocolate con leche. Sientes su mano dominante bajar como un fantasma por tu ombligo, y un escalofrío te recorre cuando la punta de su polla te empuja.

Albedo se alinea contra tu entrada, tanteando lentamente su camino. El escalofrío te hace tensar, y tu agujero prácticamente lo atrae hacia dentro. Albedo gime en el beso y tú gritas sorprendida por el frío que siente dentro de ti.

Todo tu cuerpo se paraliza cuando él toca fondo dentro de ti, con las caderas pálidas a ras de tu piel. Sientes su polla como si estuviera hecha de hielo, lo que hace que se te ponga la piel de gallina en los brazos y se te endurezcan los pezones. Reprimes un escalofrío, juntando los hombros para esconderte dentro de su cálida chaqueta.

- Estás tan ida que ni siquiera puedes decir que no. - susurra Albedo en tus labios hinchados por el beso, con los dientes mordiéndote ligeramente el labio inferior. Gritas con fuerza en la garganta y reúnes fuerzas para levantar una pierna e intentar apartarlo con el pie.

Albedo parece divertido, con los ojos iluminados por la inquisición. Tu talón empuja débilmente contra su abdomen y flexionas los músculos de tu agujero para tratar de empujar su polla fuera de ti.

- Vas a desvirtuar los resultados - gruñe Albedo en tu cuello. Sus dientes se encuentran con tu pulso palpitante y muerde con fuerza. Te agarra el tobillo y te levanta la pierna sobre el hombro. El ángulo pone en tensión tu músculo aductor y gritas.

- Ah- ow- ow.. - gimoteas, pero el poco movimiento que habías recuperado en tus extremidades ya se ha gastado intentando luchar contra Albedo para quitártelo de encima.

Albedo acerca su mano y masajea suavemente el músculo acalambrado. - No te preocupes. -murmura. - No presionaré tus músculos más de lo que pueden soportar.

Te permite relajar la pierna y el dolor desaparece rápidamente, pero antes de que puedas suspirar de alivio, Albedo comienza a entrar y salir de ti. Te retuerces patéticamente bajo él, pero una mano plantada firmemente en tu hombro es suficiente para mantenerte en tu sitio. No sientes dolor mientras tu cuerpo se acostumbra a la sensación de su polla enterrada hasta la empuñadura dentro de ti, pero el frío parece acumularse en la boca del estómago.

Estás mojada, caliente y suave como el terciopelo alrededor de la polla de Albedo, llevándola hasta la base con avidez. Él coge el ritmo, balanceando sus caderas dentro de ti de forma constante mientras la mesa cruje bajo el movimiento. Normalmente, un ruido constante como ese te resultaría molesto, pero lo único que tenías en mente era la lujuria primitiva que hacía palpitar tu núcleo.

Su longitud entrando y saliendo te frota de la manera adecuada para que te encuentres jadeando con suaves gemidos mientras empiezas a tambalearte al borde del orgasmo. La mesa tiembla cuando Albedo acelera su ritmo y tus ojos giran hacia atrás, en un éxtasis sin sentido. Agarras débilmente su brazo, pero no te queda vitalidad para intentar apartarlo de ti.

- No tiene sentido seguir luchando contra mí. - gruñe Albedo entre sus empujones. - Estás indefensa.

No puedes evitar apretarle mientras tu cuerpo se estremece con un clímax seco, agotado por su tortura anterior. Albedo deja escapar un gemido celestial cuando te aprietas a su alrededor y sus caderas chocan con las tuyas y se quedan allí.

El calor te invade y contrasta con la frialdad de su verga criolubricada. La sensación hace que tu pecho se hinche de satisfacción al sentir el miembro de Albedo retorciéndose en lo más profundo de ti. Permanece enterrado en lo más profundo de ti durante unos instantes y tú sigues exultante. Vuelves a la realidad cuando sientes que se retira de ti y su semilla empieza a gotear.

Sin Dudarlo. // Albedo x Reader [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora