Prólogo

496 29 4
                                    




No era capaz de entender dónde estaba, no podía sentir mi cuerpo, estaba paralizada. Pero lo que sí sabía es que para lo que al parecer fue mucho tiempo pude abrir los párpados, que me habían estado cegando sin saber que había pasado.

Lo último que recordaba haber visto era a Leiftan junto a mí, y ahora no le veía por ninguna parte, estaba sola. Comencé a observar mi alrededor. Reconocía la Sala de Cristal, pero había algo distinto, podía sentirlo. Me costaba mucho moverme, sentía cada uno de mis músculos totalmente agarrotados, estaba tirada en suelo rodeada de un manto de cristales rotos. Algo no me cuadraba.

Pude asentarme y la cabeza me daba vueltas, ¿cuánto tiempo llevaba dormida? ¿y qué hacía en la Sala de Cristal? Observé mis palmas y toqué mi pelo, había crecido muchísimo. De repente, escuché cómo una puerta se abría, quise levantarme rápido y esconderme, aún sin saber con certeza el por qué. Lo intenté con todas mis fuerzas, pero lo único que conseguí hacer es caerme sobre mis rodillas. Me dolía todo el cuerpo, me costaba respirar.

Unos pasos se acercaron a mi. Vi unas botas bajo mi vista, de seguro era un hombre, y por el aspecto de esas botas de combate, era grande. Levanté la vista y lo que observé en ese momento fue lo último que habría esperado o deseado en esta vida. Me quedé petrificada.

—¿L- Lance...?—sofoqué en un grito, apenas sonoro.

—¿Ryouka?

The night we met.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora