27 de enero de 2027
Darío Dubois
La sorpresa no me cabía en el rostro. Los ojos se me hicieron levemente más grandes de lo usual y la boca se me abrió un poco, incrédulo.
La chica frente a mí parecía tratar de contener la risa, aunque tenía un destello de extrañeza en los ojos.
Pero al poco rato no pudo más y empezó a reír estruendosamente. La gente a su alrededor se le quedaron viendo como a una loca. Puse los ojos en blanco irritado por las personas. Ni siquiera sabía con exactitud por qué estaba allí. Me lo pregunté, más no hubo respuesta alguna.
Mire con fijeza a la chica esperando que su risa cesará. Fruncí el ceño, ¿qué le daba tanta gracia?
Viola Venetianer
-Mi miopía no es tan mala, chico raro. -limpié una lágrima que salió por la risa. Con la otra mano me sujetaba el estómago, intentando parar de reír.
Ví al chico mirándome fijamente. Un escalofrío me recorrió el cuerpo. Un recuerdo fugaz de la mañana me vino a la mente. De inmediato paré de reír.
Mientras mi risa cesaba el chico no había dejado de observarme. Casi como si nunca hubiera visto a alguien como yo. Su mirada era muy profunda. Me pregunté qué pasaría por la mente del chico.
-En fin... -carraspeé. Intente dejar de lado la tensión, pero él seguía mirándome. Su mirada daba un poco de miedo. -Sí que puedo verte, ¿por qué lo preguntas? -casi al mismo tiempo el chico misterioso y yo fruncimos el ceño. Yo tratando de averiguar que pasaba por su mente... Y de él... no tenía la menor idea.
La mirada del chico volvió a cambiar. Ahora me miraba extrañado. Como si yo fuese la rarita y no él. Sacudí la cabeza medio incrédula.
Vaya cosas...
-¿Por qué puedes verme? -fue directo, tajante. Casi parecía un reclamo. Puse los ojos en blanco. Él era más raro de lo esperado. A pesar de eso, me fue inevitable no sacar mi arma secreta: el sarcasmo.
-Porque tengo ojos. -una risita burlona estuvo a punto de salir de mí. Me contuve. La mirada del chico seguía con esa extrañeza. Solo que ahora había lanzado un bufido.
Al menos entendía el sarcasmo.
-No me digas. -me devolvió el tono burlón. Me quedé levemente sorprendida. Abrí un poco la boca. Sacudí la cabeza y le sonreí con simpatía. No sabía cómo responder a eso. Y su mirada seguía siendo rara.
-¿Por qué puedes verme? -repitió con calma. Como si le estuviera preguntando a una niña pequeña. Aplane los labios, sin saber exactamente qué decir. ¿Qué se supone tenía que responderle?
-Con los ojos. -repetí con la misma calma de él. No pudo evitar la obviedad en mi voz. -Es común que todos aquí nos veamos. -le explicó poco a poco, con calma, casi con peras y manzanas. -Con los ojos. -agregó.
El chico frunció el ceño. Me di cuenta de la peculiaridad de su mirada. Sus ojos eran de diferente color. El izquierdo era de un azul claro, muy transparente. Casi gris. El derecho era avellana, muy profundo. Y juntos daban una mirada demasiado intimidante.
-Ah, ¿sí? -levantó una ceja. Sonaba un poco rudo y eso me sorprendió. De nuevo casi puse los ojos en blanco cuando lo escuchó.
-Pues claro. -era como un debate en la secundaria. Solo que este debate era de algo muy tonto.
Ni mi ex me hacía esa clase de preguntas. Y que Simón no cuestionará todo era un milagro.
Nuestros ojos se conectaron. No despegaron la vista ni un segundo, ambos desafiantes. Era una guerra de miradas que yo estaba dispuesta a ganar.
-¿Y por qué todos aquí te miran como una loca?
Parpadeé unos segundos, confundida. Miré a mi alrededor y odie darle la razón al chico. En efecto, todas me miraban como loca. Pero, ¿por qué?
Me quedé sin habla. Otra vez no sabía que responder a eso. Aquello me frustró horrores.
Aplané los labios. Tome mi libretita con torpeza. Con la poca dignidad que me quedaba fui hasta la barra donde estaba Li, mi amigo, quien también la veía como loca.
De inmediato lo señalé con el dedo, en una clara advertencia de que mantuviera la boca cerrada. Mi amigo alzó las manos en son de paz, sin rechistar.
-¡No hay nada que ver aquí, señores! ¡Vuelvan a lo suyo! -Le sonreí agradecida. Él me guiño el ojo.
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Latente.
Teen FictionLatente: Oculto, que existe sin manifestarse al exterior. [...] Para Viola su segundo año en la universidad debería ser uno más. Continuaría estudiando, con suerte no tendría que soportar a su hostigoso ex novio, y podría pasar tiempo con sus amigos...