27 de enero de 2027
Viola Venetianer
El resto del turno pasó sin problemas. El chico raro seguía allí, en la misma esquina, solo viéndome. No sabía si debía asustarme o no. Algo me decía que no era tan peligroso como aparentaba. Pero muchas veces las apariencias engañaban. Y estaba segura que el chico no era la excepción.
Al terminar mi turno estaba exhausta. Me despedí de Li, tome mis cosas y salí de la cafetería.
El frío me calo los huesos en cuanto salí del local. Tirite un poco y me abrace a mí misma buscando calor. No había avanzado ni dos pasos cuando escuché el sonido de la campanilla a mis espaldas.
Lo ignoré por completo. Seguí avanzando, pero tenía un presentimiento.No paraba de darle vueltas al asunto del chico raro. Intentaba convencerme de que era una broma, pero algo me decía que no. Que iba más allá de eso.
Habían pasado tres cuadras. Vi por el rabillo del ojo el culpable de mi presentimiento. El chico raro me había seguido. No supe porqué, pero no me sorprendía verlo allí.
Bufé. ¿Qué hacía? ¿Por qué me seguía?
A la cuarta cuadra di un giro completo y me adentre a un callejón abandonado. Hice una mueca al ver basura esparcida en el suelo. Una rata salió corriendo en cuanto me vio. Avancé con rapidez. Me escondí detrás de un muro y esperé a que el chico se apareciera.
Cuando el chico estuvo a mi alcance salí del escondite. Él estaba de espaldas. No podía verlo mucho porque todo estaba oscuro. Pero si alcancé a distinguir una sombra y una espalda ancha y robusta.
De inmediato me acerqué a él, y más rápido de lo esperado golpeé su espalda con el bolso.
El susto fue más para mí que para él, quien soltó una palabrota por lo bajo. Maldije interiormente. El chico se volteó con el ceño sumamente fruncido.
Mierda, mierda, mierda.
Estaba nerviosísima. Había actuado solo por impulso. Iba a soltar un discurso improvisado para disculparme cuando él se me adelantó.
—¿Qué demonios...? —parecía desconcertado. Sus ojos viajaron con rapidez por todo el lugar, buscando algo. Al bajar la vista se topó conmigo.
Su mirada era acusatoria, pero a mí no me importó. Internamente suspiré aliviada. No le había causado mucho daño. Aunque con la bolsa y la fuerza que tenía dudaba que alguna vez le hiciera daño a alguien.
Me crucé de brazos, mirando fijamente al chico raro. Él seguía viendola igual de intenso que antes.
—Sabía que me estabas siguiendo. —mascullé molesta. Apoyé todo mi peso en una pierna y lo señalé con el dedo acusatoriamente.
El chico alzó las cejas hacia mí, pero no dijo nada.
Bien, ya volvía a no hablar.Bufé.
—¿No tienes nada qué decir? —fruncí los labios
La vista del chico se fue directo hacia ellos. Estuvo tentada a sacarle la lengua. Una comisura de los labios de él se alzó un poco. Se estaba divirtiendo.
—¿Eh? —volvió a decir, para captar su atención.
No le veía lo divertido a la situación. Muy por el contrario. La estaba siguiendo. S-i-g-u-i-e-n-d-o. Podría matarla o algo peor.E-x-a-g-e-r-a-d-a
El chico siguió sin hablar. Viéndolo con atención estaba demasiado quieto. No se movía, ni parpadeaba. Parecía que ni siquiera respiraba.
Me asusté. Me acerque un poco a él, tomando mis precauciones. Extendí el dedo índice lentamente, esperando una reacción de su parte. Pero no lo hizo. Siguió igual de quieto que antes.Fruncí el ceño otra vez.
—Hey... —lo miré extrañada. Parecía una estatua. Una muy atractiva. —¿Estás vivo? —y empecé picar con insistencia su brazo. Para mi suerte, esta vez sí reaccionó.
Casi suelto otro suspiro aliviada. El chico raro se movió un poco y me lanzó una de esas miradas acusatorias. Se estaba haciendo muy común que me viera de esa forma.
—Sí, definitivamente estás vivo. Estabas tan quieto que por un segundo creí que te ibas del otro lado. —reí, avergonzada. Me rasqué la nuca incómoda esperando algo del chico. Pero no hubo nada.
Estaba... ¿adivina qué? Viéndome fijamente.
Comenzaba a ser incómodo, así que volví a hablar:
—¿Es que nunca hablas? —lo miré, extrañada. Él seguía sin parpadear, ni moverse. Pero la mirada profunda seguía intacta.
—Solo lo necesario. —dijo al fin. Pestañeó un poco, pero nada más que eso. Su voz era muy profunda. Prestando atención su acento no era de por allí. Era muy marcado y profundo.
—¿Y no te parece necesario hablar conmigo? —reclamé. Me pareció muy normal hacerlo. ¡Me estaba siguiendo! Y todavía se dignaba a no contestar mis preguntas. Que maleducado.
Refunfuñé molesta.
El chico negó con la cabeza: —¿Por qué lo sería?
Me ofendí. Vaya que sí lo hice. ¿Cómo se atrevía a preguntarme eso? ¡Me estaba siguiendo! ¿Cuántas veces tenía que repetirlo?
—Oh, no lo sé, quizá porque llevas rato siguiéndome. —mascullé sarcástica.
Lo mire con los ojos entrecerrados. Una mano la traía en mi cintura y la otra le señalaba el pecho.
Él parecía muy divertido viendome molesta. Pero de nuevo no dijo nada. Ya estaba muy irritada. En cualquier momento le lanzaría algo para hacerlo reaccionar.
Bufé un poco y me masajeé las sienes.
—¿Ahora no tienes nada qué decir? —comencé a caminar en círculos, bajo la atenta mirada del chico. —¿Solo hablas para decir que soy una loca, y luego me sigues hasta mi casa como un chico loco raro guapo? —espeté enojada, apuntandolo de nuevo con el dedo.

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Latente.
Teen FictionLatente: Oculto, que existe sin manifestarse al exterior. [...] Para Viola su segundo año en la universidad debería ser uno más. Continuaría estudiando, con suerte no tendría que soportar a su hostigoso ex novio, y podría pasar tiempo con sus amigos...