¿Que? (Alastor X Tu) ❗HIATUS ❗

2.

Narra: Creadores

El sol se filtraba entre las copas de los árboles, pintando destellos dorados sobre la hierba fresca. Aquel día era perfecto para un picnic, y _____ lo sabía.

Rodeada de sus amigos más cercanos, la joven de 15 años reía con entusiasmo, disfrutando del ambiente relajado y la calidez de la tarde. Cerca de ella, Alastor mantenía su típica sonrisa enigmática mientras Husk se recostaba en la hierba, su botella de alcohol barato descansando a su lado.

—¡Oh, vamos, Alastor! —exclamó _____ con una sonrisa traviesa—. ¡Sabemos que te gusta alguien!

Husk gruñó desde su posición.

—Petite, no creo que Alastor guste de alguien.

Alastor, siempre con su porte elegante, asintió con ligereza.

—Husk tiene razón, fraise —dijo con un deje de diversión en su voz.

—Chicos, no me maten la ilusión de que mi mejor amigo llegue a tener pareja.

—Lucero, no —intervino Husk sin abrir los ojos—. Simplemente no creo que llegue a tener pareja.

—Husk, no me ayudas... —respondió _____ con una voz fingidamente desesperada, girándose hacia él con un puchero.

Alastor, divertido por la insistencia de su amiga, chasqueó la lengua antes de responder con su habitual tono melodioso:

—Exactamente, Husk. Fraise, él tiene razón. Además, ¿quién me llegaría a gustar?

_____ entrecerró los ojos con picardía.

—Ah... ¿Mimzy? ¿Anahí?... ¡Oh! ¡Julieta!

Empezó a enumerar nombres de chicas que tenían una edad cercana a la de Alastor, pero cada una de sus propuestas recibía un gesto de desaprobación. Entonces, observó con atención la expresión de su amigo y sonrió con satisfacción.

—Querida, no me pueden gustar ellas —dijo Alastor con cierto desdén—. ¿Sabes qué clase de mujeres son?

—Lo sé, lo sé —respondió ella encogiéndose de hombros—. Solo eran propuestas, amigo mío.

Alastor se inclinó ligeramente hacia ella con una sonrisa burlona.

—Más te vale, pequeña cierva.

La forma en la que la llamó provocó un leve sonrojo en su rostro. ¿Por qué? Ni ella misma lo sabía. Alastor, por su parte, notó su reacción y sonrió con ternura.

Husk, ajeno a todo lo que no involucrara su descanso, tomó su botella de alcohol con desgana y se la llevó a los labios. Pero antes de que pudiera beber, Alastor se la arrebató con un movimiento rápido.

—¡Imbécil! ¡Eso es mío! —protestó Husk.

—No, mi querido amigo —respondió Alastor, examinando la botella con desdén—. Recuerda que estamos en presencia de una señorita.

Husk resopló con fastidio.

—¡Tiene 15 años, Alastor!

—¿Y qué tiene que ver que tenga 15? Sigue siendo una señorita.

—¡Argh!

_____ se rió al verlos discutir.

—Alastor, sabes que no tienes que cuidarme todo el tiempo —dijo, aún entre risas—. Te lo agradezco y todo, pero no es necesario.

Alastor se cruzó de brazos.

—Cierva, sabes que aún eres menor de edad. No puedes estar cerca del alcohol, especialmente el barato.