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MATEO:

Mis manos dolían por la forma en la que sujetaba el manillar de la moto. Los nervios y la adrenalina me hacían apretarlo con todas mis fuerzas. Supongo que después de la carrera mis extremidades van a estar rojísimas.

El aire chocaba robustamente contra mi, gracias a la velocidad en la que iba. Mi campera rompeviento se movía a mas no poder, claramente. Mientras que mi pelo no molestaba por el casco.

No era capaz de pensar en algo específico. Simplemente quería ganar.
Había mucha guita en juego.

Mi respiración se tornó agitada. Hacía frío pero yo estaba caliente.

Al principio, iba primero, pero una de las motos se adelantó a mi. La última vuelta estaba por terminar y sinceramente no tenía esperanzas de retomar el primer puesto.

A lo lejos ví algunas personas moviendo de un lado a otro las banderas, indicando el fin del trayecto.

No podía perder. No ahora. Llevaba primero casi toda la carrera. No era justo.

Doy todo de mi, acelero lo que más puedo. Lo tengo a tan sólo unos centímetros de mi. La meta estaba muy cerca.

Pero de repente, y cuando nada podía salir mal, las sirenas de la yuta se empezaron a escuchar.

Frené de golpe, me quedé estático en el lugar, sin bajarme de la moto o siquiera moverme. No entendía que estaba pasando. Nunca nos había agarrado la policía.

Me saqué el casco y lo tiré por ahí sin importancia.

Veía cómo todos comenzaban a fugarse. Personas sin moto se subían a cualquiera que tuviese espacio y salían del lugar.

—¡Escapen! —Fue lo único que logré escuchar.

Instantáneamente acomodé la moto, subí la pierna, apreté levemente el acelerador y giré sobre mi propio eje, para quedar frente a la salida del lugar. Ahora si, aceleré con todas mis fuerzas y me concentré en salir de ahí.
El ruido de la sirena seguía sonando y cada vez era más fuerte, lo que indicaba que estaban más cerca.

Sin importarme nada, seguí y seguí. Logrando mi objetivo. Ahora tenía que huir, todavía podían encontrarme. Me sentía en un juego, pero en la vida real.

Adrenalina. Energía. Incertidumbre. Pavor, pero a la vez diversión, sentía en ese momento. Por eso me gustaban jugar carreras, me hacían sentir todo esto. El problema era que son ilegales, dificultades cómo estás eran probables de ocurrir.

Me metí en un lugar que no conocía, todo con tal de esconderme y alcanzar mi cometido.
Eran calles por las que nunca había pasado. Raro, ya que conocía mi barrio de memoria.
Vi a lo lejos un cartel viejo, tenía luces pero la mitad no funcionaban, estaba a punto de caerse y algunas de sus letras se encontraban borroneadas.
No tuve mejor idea que frenar en esa esquina y dejar mi moto mal estacionada en la calle.

Cuando bajé del transporte me dí cuenta que el cartel era proveniente de una especie de bar.

Lo pensé dos veces, unas cervecitas no venían mal después de manejar tanto tiempo. Es más, estaba cansado. Así que decidí entrar.

Solté un suspiro de alivio, mezclado con una sonrisa.

Caminé en esa dirección. El local estaba mal cuidado y se notaba estéticamente.

Agarré la manija y abrí la puerta.

Inspeccioné el espacio muy por arriba. Solo habían viejos borrachos y algún que otro maleante.

Caminé un poco más y me senté cómodamente con total confianza en la barra, esperando a que alguien me atienda.

Mientras tanto observaba cada detalle del bar en el que me encontraba.
Las telarañas en el techo o maderas rotas no daban mucho que desear.

—Buenas tardes. —Una voz afeminada dirigida hacia mi hizo que mire nuevamente al frente.

Mi sonrisa se desvaneció cuando ví quien era. Estaba seguro que la conocía. Recordaba su cara de algún otro lado.
Lo comprobé al ver su expresión facial, era obvio que me reconoció. Traté de recordar lo más que podía, pero me fue imposible reconocerla.

—¿Qué vas a pedir? —Habló rápidamente. Con ganas de sacarme de encima. Su voz era suave, pero con firmeza. Su pelo morocho y largo me retumbaba mucho en la mente.

—Te conozco. —Fruncí el ceño. Esperando con esperanza que me dijera de dónde.

Tengo mucha intriga y es algo que odio. Nunca me puedo quedar con intriga. Siempre necesito investigar hasta descubrir el qué o el por qué.
No me iba a ir de acá sin saber de dónde la conozco.

—¿Qué vas a pedir? —Repitió su pregunta. Ignorando completamente lo que dije.

Su forma de hablar me hizo recordar.

Es la mina encapuchada. La que me habló sobre Nano, que por cierto, lo encontramos golpeado en la Plaza Mathew.
Unos loquitos lo cagaron a piñas, lo dejaron en el hospital. Justo y cómo me lo había dicho ella.

Con Camilo no pudimos dormir por dos noches seguidas, por la culpa de esta enferma.

—Ya sé quién sos. —Dije con la mandíbula tensa. —Que bueno que te tengo en frente. —Pronuncié con aires de superioridad. —¿Qué le hiciste a Nano?

—¿Qué vas a pedir? —Dijo por tercera vez en el día.

—No te hagas la boluda. Ahora mírame a los ojos y decime quien mierda le hizo eso a Nano.

—¿Vas a pedir algo?

—¿Por qué me dijiste que vaya? ¿Querían cagarme a palos a mi también?

—¿Buen lugar para escapar de carreras ilegales, no? —Atacó con un tema totalmente diferente. La forma tan tranquila en la que lo dijo me dejó perplejo.

Rápidamente me levanté del banco y me moví hacia atrás. No entendía nada. Mi mente estaba en blanco.

—¿Quién mierda sos flaca? —Dije agresivamente. Ahora si, estaba asustado y confundido.

—Ojito eh, no tengo problemas en ir y llamar a mi supervisor. —Estimó jocosa.

—¿Me estás siguiendo? Decime quién sos.

—Tengo cosas más importantes que seguir a un pendejo cómo vos. —Contestó rodando los ojos con indiferencia. —¿Sabés? Te recomiendo que saques el celular del bolsillo de la campera y lo pongas en el del pantalón.

Desconfiado, metí mi mano en el compartimento de mi rompevientos. Cerré disimuladamente los ojos, hundí mas la mano y lo sentí. Ahí estaba mi teléfono.

—Bueno esto ya es mucho. —Hablé con ganas de irme.

—No te asustes, ví que lo pusiste ni bien entraste. —Rió con superioridad. —No soy una bruja ni nada. Decime, ¿qué vas a pedir?

—Nada, nada. Me voy. —Intentando disimular mi miedo, giré sobre mi propio eje y me encaminé hacia la salida.

Es una loca Mateo, todo fue casualidad. Tranquilo.

[...]

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⏰ Última actualización: Aug 22 ⏰

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